Enviado a la página web de Redes Cristianas
Una plaga de ratas nos asuela. No hay un solo día en el que los medios de comunicación dejen de informarnos de la captura de alguna de estas ladronas e inmundas ratas. No hay día que no tengamos imágenes de las andanzas, aspecto y catadura de alguno de estos roedores de hocico puntiagudo, orejas largas y afilados incisivos. Los desratizadores no dan abasto. Enjaulan a una y aparecen cuatro. Además, se han hecho tan grandes y fuertes, alimentándose en despensa ajena, que no resulta nada fácil atraparlas.
Esta clase de ratas, común en los países mediterráneos, de pelo gris canoso y apariencia inofensiva, han encontrado en la España democrática el habitad perfecto para su reproducción y desarrollo. Estas alimañas de dos patas, suelen refugiarse y camuflarse en lugares tan diversos y significativos como los ayuntamientos, las empresas, los partidos políticos, los sindicatos, los bancos o las instituciones. Actúan en silencio y solo chillan cuando los jueces las atrapan por el rabo.
Estos múridos despreciables tienen una extraordinaria vitalidad y capacidad de adaptación, y pueden provocar graves enfermedades políticas, económicas y sociales. El sentido común y las evidencias científicas nos muestran que, la falta de higiene y control democrático, la falta de ética y trasparencia, la carencia crónica de medios que sufren los jueces y unas leyes incomprensiblemente lasas, son la causa de esta repugnante y peligrosa plaga.
. Valladolid