El obispo de San Sebastián, Juan María Uriarte, pidió hoy que ‘ni la crispación, ni la indiscreción, ni la impaciencia, ni el derrotismo, ni el pugilato por el protagonismo ni las ambiciones electorales’ impidan conseguir que la paz sea ‘una realidad’ en Euskadi en un día ‘no lejano’.
Uriarte, quien presidió en el santuario guipuzcoano de Loyola (Azpeitia) una misa junto a los obispos de Vitoria, Bilbao, Pamplona y Bayona (Francia) a la que acudió el lehendakari, Juan José Ibarretxe, acompañado por responsables del Gobierno Vasco y del ente foral guipuzcoano, destacó que entre los ‘muchos elementos’ que requiere la paz ‘hay uno básico e imprescindible: la generosidad y la altura de miras’.
El prelado donostiarra en su homilía expuso como ejemplo de comportamiento el respetuoso enfrentamiento de ideas que, a su juicio, mantuvieron en el siglo XVI el navarro Francisco de Javier y el guipuzcoano Ignacio de Loyola, de cuya muerte en Roma se cumplieron ayer 450 años.
Tras destacar que ambos sabían que ninguno era ‘dueño de la verdad completa’ y que aprendieron a disentir ‘sin romper la unión’, consideró que esta actitud ‘encierra un mensaje’ para un País Vasco ‘tan reacio a asumir la diferencia, a gestionarla positivamente, a posponer los acuerdos ideológicos hoy imposibles para encontrar fórmulas prácticas que paguen el peaje compartido de autolimitarse para generar una convivencia en paz’.
‘¿No estamos llamados a converger, por encima de nuestras divergencias, en la construcción del bien superior de la paz?’, se preguntó Uriarte, quien expresó su deseo de que ‘la pasión que fácilmente encienden las cuestiones políticas no nuble nuestra lucidez ni menoscabe en anhelo superior de una paz de la que todos somos, en nuestra medida, responsables’.
Reivindicó la ‘pedagogía de la paciencia’ y la actitud ‘respetuosa e interpeladora’ en todas las facetas educativas y también en la ‘lenta gestión de los cambios sociales’ que deseó que ‘arraiguen aceleradamente en nuestro pueblo’, entre los que citó la ‘tolerancia, la aproximación entre los grupos políticos, la memoria colectiva que sabe sanar las heridas en vez de abrirlas, la lucidez y humildad para reconocer los males cometidos, el espíritu generoso para perdonarlos’ o la ‘reconciliación’.
Varias decenas de sacerdotes arroparon al obispo Uriarte en esta ceremonia religiosa que se celebró en un abarrotado Santuario de Loyola, epicentro de los actos organizados este año con motivo del 450 aniversario de la muerte de San Ignacio