Enviado a la página web de Redes Cristianas
Compatriotas:
Estamos aquí como ciudadanas y ciudadanos que ejercen sus derechos constitucionales a la libertad de reunión, de expresión y de protesta civil pacífica, hoy amenazados con la pretensión de limitarlos o condicionarlos incluso mediante leyes, ordenamientos administrativos y políticas discriminatorias, porque con las últimas decisiones gubernamentales seguimos asistiendo a la sistemática anulación de los derechos sociales de los trabajadores, y los de todas y todos los mexicanos.
Esta es una jornada de indignación y protesta, pero también de construcción de la esperanza. De indignación porque las últimas reformas a los artículos 25, 27 y 28 de la Constitución, y muy probablemente también sus leyes secundarias, representan la entrega de los bienes y riquezas de la Nación a favor de las trasnacionales y el capital privado, en vez de estar destinadas al beneficio de todas y todos los mexicanos. De protesta, porque violentando nuestro derecho constitucional a la información veraz y a la consulta oportuna, tales decisiones se tomaron deliberadamente a nuestras espaldas. Tenemos no obstante la firme esperanza en que el pueblo de México sabrá tomar en sus manos los destinos del país.
La gran enseñanza desde ahora para la clase política es que si toman malas decisiones, nosotros, el pueblo de México, las corregiremos. Por eso vamos a la consulta popular, para que los millones de mexicanas y mexicanos decidamos responsablemente sobre lo que es nuestro: el petróleo, la energía eléctrica y los recursos naturales de nuestro subsuelo.
Consulta popular, para que no sea la clase política la que decida qué debe hacerse con las riquezas que nos heredaron nuestros padres y mayores. Para que no sea la clase política quien decida qué se hará con los ahorros de los trabajadores, o qué es lo que tiene que hacerse con nuestras tierras de cultivo. El futuro de México no es del gobierno, es del pueblo, y el futuro es nuestro.
No compartimos la falsa tesis de que una vez que fueron elegidos quienes se autonombran como nuestros representantes, suponiendo que lo hayan sido de manera legítima y legal, estén ya sin más autorizados a tomar sin nosotros decisiones trascendentes para nuestra vida y la de nuestras próximas generaciones, como ha sido el caso de la eliminación de principios fundamentales de nuestra Carta Magna con las últimas reformas.
Y por eso con esta jornada estamos también anunciando que vamos por la construcción de una verdadera democracia, que no puede limitarse a la selección de representantes, como si se tratara de emblemas de refrescos, compañías de televisión, o marcas de automóviles. Vamos por una democracia que asegure que los representantes, el gobierno, cumplan con la voluntad de los representados. Que los mandatarios se ajusten a lo que ordena el mandante, es decir, el pueblo de México.
Vamos por la ampliación de la democracia participativa y de la democracia directa, como la tienen hoy los países de Europa y de América Latina que han consolidado sus formas de convivencia social y política. Sólo aceptaremos el reconocimiento de más derechos, de ninguna manera su disminución.
Una democracia sólida, durable, no puede ser sólo política, sino que tiene que ser también económica y social. Vamos por el derecho a la justicia y la equidad. Para que todas y todos podamos tener una vida digna. Para que haya educación, salud y trabajo para todos y todas, y democracia en el mundo del trabajo. Para que las sociedades rurales puedan seguir viviendo con dignidad del trabajo de la tierra, y sean capaces de asegurarnos nuestra soberanía alimentaria. Para la equidad de las relaciones entre hombres y mujeres, y el reconocimiento de la diferencia sin exclusión de nadie, pues estamos convencidos de que es la hora de la sociedad civil.
Habrá quienes digan que pedimos una utopía. Sin embargo, los reunidos hoy en esta plaza y en las principales plazas del país respondemos que no. Lo que estamos exigiendo es apenas lo básico. Sólo estamos reclamando el respeto y la garantía de todos nuestros derechos humanos, así como nuestro derecho colectivo a la soberanía del país, obligaciones principales de todo agente del gobierno. Por eso modificamos el año 2011 el artículo primero de la Constitución, para que los derechos humanos y la soberanía de la Nación sean la norma principal en México.
Tenemos la razón y tenemos el derecho de nuestro lado. Cuando un gobernante no elabora políticas públicas para que progresivamente se alcance el bienestar del pueblo, está incumpliendo con la norma básica de nuestro país. Cuando no se quiere consultar al pueblo sobre las decisiones que la clase política toma, también se incumple con el artículo primero de nuestra Constitución, y el pueblo de México tiene la atribución de vigilar que el gobierno cumpla el derecho.
Nuestra esperanza está en la Nación y no tanto en el gobierno. Está puesta en nuestros derechos humanos, y no en las leyes que les son contrarias. Queremos una democracia para que todos y todas vivamos con dignidad. Una democracia que para serlo requiere que la sociedad esté por encima del gobierno, y no el gobierno por encima de la sociedad. Hoy 18 de marzo les decimos, a quienes todavía no se han dado cuenta, que México ya dejó de ser un país de súbditos, para pasar a ser un país de ciudadanas y ciudadanos, libres y responsables.
En nuestra sociedad civil hay hombres y mujeres, organizaciones ciudadanas, civiles y sociales, con autoridad moral y principios éticos, que pueden sustituir y hacer frente a la bancarrota moral de la clase política y de los gobernantes. Y por ello llamamos a deponer cualquier egoísmo o interés particular, para que generosamente avancemos todas y todos hacia la necesaria unidad, con el firme propósito de rescatar a nuestra Nación. Urge mostrar nuestra capacidad ciudadana para defender a nuestra Patria y a toda su población, particularmente a los más desprotegidos y explotados, es decir, a la mayoría. Necesitamos que todos los inconformes con las contrarreformas y las políticas implementadas vean en nuestro esfuerzo unitario la posibilidad de transformar nuestra realidad.
Tenemos la razón y el derecho está de nuestro lado. Contamos con la voluntad de millones de mexicanas y mexicanos, y estamos decididos a que el petróleo siga siendo nuestro; que la energía sea nuestra; que el campo sea nuestro, y que la democracia también sea nuestra.
Fuente: Red Mundial de Comunidades Ecleiales