Primeros éxitos y contradicciones de la guerra de Libia

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La voz de Galicia

Los primeros objetivos de la zona de exclusión aérea decretada por la ONU han sido los vehículos menos capacitados para volar que existen: unos tanques. Esto confirma lo que se esperaba. A pesar de la retórica en la que ha sido necesario envolver la actual intervención militar en Libia, no se trata tanto de proteger a los civiles de la aviación del coronel Muamar el Gadafi como de ayudar a ganar la guerra a los rebeldes, algo que, lógicamente, no hubiese podido expresarse así de claro en una resolución de las Naciones Unidas.

Lo que empezaban a hacer ayer los cazas franceses (a los que se sumarán hoy o mañana los de los otros países de la coalición) no era eliminar la fuerza aérea de Gadafi, que seguramente ni intentará presentar batalla, sino convertirse ellos en la Fuerza Aérea de los rebeldes e impedir que caiga Bengasi.

Llegan casi demasiado tarde, pero lo más probable es que lo consigan. La dificultad está en qué vaya a suceder después. No está muy claro que, incluso con esta ayuda, los rebeldes puedan recuperar el terreno perdido.

En particular, Trípoli plantea el mayor problema. Si Gadafi no pierde el control de la capital y los cazas de la OTAN tienen que ayudar a liberarla, existe el peligro de que se inviertan los papeles y sean entonces las fuerzas de la coalición y sus aliados los que pasen a amenazar la seguridad de los civiles, el criterio al que se han agarrado en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para justificar el uso de la fuerza.

Preparémonos, por lo tanto, para oír hablar de «escudos humanos», la explicación estándar de los daños colaterales.

Preparémonos también, quizá, para una actualización del mandato de la ONU que permita la utilización de tropas de tierra. Sin esta va a ser muy difícil derrocar a Gadafi.

Junto a estas dificultades militares, se evidenciaba también ayer otra de orden político. Durante toda la tarde, los responsables occidentales hablaban vagamente del apoyo de «países árabes», sin precisar demasiado. Esto hacía sospechar que, al final, ese apoyo se reducirá a algunos países del Golfo. Esto sería poco, y hasta inconveniente, precisamente cuando estos países están llevando a cabo también una dura represión de las protestas reivindicativas del pueblo en Bahréin.

Aunque es cierto que existen diferencias importantes en esta actuación con respecto a la invasión de Irak, esas contradicciones harán que la opinión pública árabe interprete esta operación militar como una maniobra interesada, y no un gesto de apoyo a la democratización de un país árabe. De todas formas, esto era ya inevitable, puesto que en realidad hay algo de ambas cosas.

Preparémonos para un mandato de la ONU que permita el uso de tropas de tierra.