Bueno, ahora ya comprendemos mejor cuál es la diferencia fundamental entre las guerras de Irak y de Libia: las mismas que entre el mandato de Bush y el de Obama. El primero es partidario de promover la guerra para mantener por la fuerza los privilegios de su país, y además utiliza un discurso incendiario para aunar las voluntades en torno a su causa.
Obama, en cambio, utiliza un lenguaje pausado y conciliador… pero mantiene la misma política de guerra que su antecesor. La diferencia es el mensaje, no la praxis.
Es cierto que ambos utilizan la mentira para justificar invasiones injustificables, pero no hay duda de que Obama realiza un gran esfuerzo por ampliar el engaño a mayores sectores de la sociedad, y a un mayor número de naciones.
Véanse las diferencias entre la guerra de Libia y la de Irak:
1. Se ha desarrollado, en los últimos años, una mayor capacidad para lograr consensos en las Naciones Unidas en torno a acciones militares de este tipo, para darles ‘legitimidad’ ante la comunidad internacional. Algún día sabremos por qué China, por ejemplo, no utilizó el voto en contra en el Consejo de Seguridad.
2. No se menciona como en Irak un ‘cambio de régimen’, que sería una muestra clara de injerencia (o prepotencia), sino ‘detener la masacre’. De esta forma se puede vender la guerra como ayuda humanitaria. Para ello, en todos los medios se publican previamente supuestas declaraciones de Gadafi sobre ‘aniquilaciones’, ‘baños de sangre’, etc.
3. Se cede el liderazgo a otras naciones, especialmente Francia (la dominadora de Africa, junto a EEUU y China), en lugar de aparecer EEUU como la nación salvadora y promotora de la democracia.
4. Se plantea una ‘acción limitada’, solamente la necesaria para mantener un control aéreo de la zona. De esta forma, se evita introducir tropas y hacer aparecer la guerra como una invasión.
En España, además, aparece un quinto elemento, y es que ahora la derecha, que jamás contradecirá a Estados Unidos en su política, está en la oposición. El consenso es generalizado.
Sin embargo, a estos argumentos se les empiezan a caer los palos del sombrajo. Siguiendo los mismos cuatro puntos, nos encontramos que:
1. El consenso internacional se comienza a romper. Los países emergentes (Brasil, Rusia, India, China) se han desmarcado desde el principio y comienzan a ser enérgicos en sus protestas, al igual que la propia Liga Arabe, que apoyó inicialmente los ataques. La Unión Africana los ha rechazado contundentemente. La Otan se va quedando sola.
2. Va quedando más claro que el objetivo principal es desarticular a una de las partes en conflicto, el ejército de Gadafi, cuyos tanques y polvorines (no solamente aviones) están siendo destruídos. Se comienza a consensuar un mando ‘político’ unificado de los ataques.
3. Se va creando un mando único, quizá la propia Otan (dependiendo de Turquía), para hacerse con el control estratégico de los ataques.
4. La acción limitada al ataque aéreo ya se ha visto superada. Se comienza a plantear cuáles serán los siguientes pasos.
Sin duda la oposición a esta guerra irá aumentando en las próximas semanas. Veremos entonces, con mayor claridad, que se trata ni más ni menos que de un segundo Irak, una guerra por el petróleo con miles de civiles muertos, liderada por el actual Premio Nobel de la Paz. O mejor dicho, liderada por las grandes élites económicas y militares, a las cuales poco les importa quién esté de presidente en EEUU.