Por una escuela nueva y viva -- María Ángeles Blázquez, presidenta de la Juventud Estudiante Católica

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Eclesalia

La festividad de Santo Tomás de Aquino, Patrono del mundo estudiantil en los institutos y universidades, se acerca y es momento de reflexión y de parada para todos los que formamos las comunidades escolares de los distintos centros. Los estudiantes, estamos llamados a ser reflexivos y críticos y manifestar lo que sentimos y vemos.

Actualmente somos conscientes de que la crisis no es sólo económica sino también social, cultural y religiosa; tampoco comienza ahora, lleva siglos afectando a muchos pueblos del mundo y en estos momentos nos está tocando vivirla parcialmente a nosotros. Detectamos que los que más sufren y cargan con las consecuencias de las injusticias son los pobres y débiles, y que la ciudadanía vive en una preocupación y desorientación general. Los jóvenes sentimos de un modo especial esta desorientación y dolor, tanto en lo que se refiere al horizonte laboral como a otras dimensiones de la existencia como son el deseo de autonomía, la construcción de la pareja y la familia, la estima y la madurez de nuestra propia persona. Somos testigos de que hoy la juventud sufre un grado de frustración e insatisfacción que nos produce miedo e inseguridad.
Ante esta realidad tan nueva, notamos que en el ámbito escolar perviven modelos educativos periclitados que se mantienen sin una revisión profunda, faltando en ellos creatividad y originalidad. El sistema educativo no está respondiendo al momento actual. Se elaboran leyes de educación que cambian las formas pero no el fondo, necesitamos urgentemente una ley de educación de consenso que ponga en el centro a la persona y que responda al momento actual de la cultura y a los medios con los que contamos, evitando caer en una visión del saber utilitarista, economicista y competitivo. Se impone revisar la formación en conceptos para construir una verdadera educación en valores que favorezca la formación integral de los jóvenes y que esté pensada desde las personas y su sentido vital.
En la universidad es fundamental que el proceso de convergencia europea, que se está imponiendo en los estudios superiores, busque la formación y cualificación de los estudiantes atendiendo a la construcción de una sociedad que necesita renovarse en modelos culturales y económicos que hagan posible una vida digna y libre para todos. Hoy más que nunca necesitamos y queremos ser universitarios bien preparados que sepan aprender, a la vez que sean críticos, originales, solidarios y comprometidos.
Creemos que es posible llegar a una sociedad que sabe y siente sus dolores y que sueña con sus esperanzas y utopías, para eso necesitamos apostar y arriesgar en la búsqueda de una Escuela que sea participativa, ilusionante, centrada en la humanidad y en todos los pueblos, que tengan horizontes sociales verdaderos y que se comprometa con la fraternidad y la liberación. En nuestras campañas estamos trabajando este curso por el valor de la libertad de expresión, con el deseo de que nadie se calle ni calle a nadie en los ambientes escolares y propiciando un estudio que opte de modo preferencial por los más pobres, a la vez que buscamos un consumo que realmente favorezca un mundo más justo.
La Juventud Estudiante Católica, como Iglesia en el ambiente estudiantil, apuesta por la implicación y el compromiso en la construcción de una nueva escuela y optamos por ser reflexivos y críticos en nuestro medio, aportar juicios y valores que liberen y dignifiquen a la comunidad estudiantil y llevar a cabo acciones significativas que vayan mostrando que otra escuela es posible, que la realidad está en nuestras manos juveniles y que queremos hacernos cargo de ella. Queremos al estilo de Jesús Nazaret ser levadura en medio de nuestros institutos y universidades apostando por un reino de justicia, verdad y libertad. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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