Queridas hermanas, queridos hermanos:
Con fraternal afecto les enviamos un abrazo. Convencidos-as de que es en comunidad como podemos redescubrir la esperanza cuando el dolor es tan profundo como el que nos toca vivir en este momento.
El sábado 6 nos reunimos como Equipo de Lima para preparar el Encuentro Andino a realizarse del 9 al 13 de noviembre en Colombia. La reunión estuvo marcada por la dolorosa noticia de lo ocurrido en Bagua y Utcubamba con el derramamiento de la sangre de nuestros hermanos.
La conversación estuvo matizada por las preguntas: ¿Por qué se dejó pasar tanto tiempo sin tener en cuenta la demanda? ¿Por qué el desconocimiento de los derechos de peruanos y peruanas al agua, al aire, a los bosques? ¿Por qué la violencia reemplaza al diálogo?
Nos reconocimos abrumados, faltos de respuesta y nos preguntamos: ¿Qué podemos hacer?
Fue ahí que reconocimos la necesidad de reflexionar juntos-as como comunidad grande de Lectura Pastoral de la Biblia y manifestar nuestra solidaridad y apoyo a los pueblos nativos en su reclamo, no en el uso de la violencia; acompañarlos en el dolor por la pérdida de sus seres queridos y en la misma medida, a las familias de los policías que lloran a quienes tanto amaron.
Los Medios de Comunicación detallan lo ocurrido y seguramente los hemos seguido atentamente; nos toca saber que la relación que se presenta está mediatizada por el lugar desde donde se mira el acontecimiento y por el control que se ejerce sobre los mismos desde los intereses de una de las partes del conflicto; por eso también valoramos los medios alternativos que nos ofrecen elementos para tener una visión más completa y real.
Nos corresponde proclamar y hacer un compromiso con el derecho a la vida, a su protección y cuidado desde el lugar donde nos encontramos y señalar que el Estado debe garantizarla por todos los medios.
Toda actitud-acto de violencia, la que produce muerte y la que refleja autoritarismo, nos pone en deuda con ese derecho: recordemos el texto Génesis 4,9-10 ¿Dónde está tu hermano Abel? Caín contestó: No lo sé. ¿Acaso es mi obligación cuidar de él? El Señor le dijo: ¿Por qué has hecho esto? La sangre de tu hermano, que has derramado en la tierra, me pide a gritos que haga justicia.
La Iglesia encarnada en los pueblos nativos ha hablado a través de sus pastores, quienes reconocen el derecho de las comunidades nativas a exigir respeto por su vida y su cultura; por el aire, el agua y los bosques y piden a las autoridades tomen en cuenta esta justa exigencia, abriendo una mesa de diálogo para revisar los D.L. que vulneran sus derechos. También la Conferencia Episcopal y la CONFER se han pronunciado haciéndose eco de lo que el documento de Aparecida dice respecto al cuidado de la creación y el respeto a los más pobres y entre ellos a los pueblos nativos.
Nuestra región tiene necesidad de progresar en su desarrollo agroindustrial para valorizar las riquezas de sus tierras y sus capacidades humanas al servicio del bien común, pero no podemos dejar de mencionar los problemas que causa una industrialización salvaje y descontrolada de nuestras ciudades y del campo, que va contaminando el ambiente con toda clase de desechos orgánicos y químicos. Lo mismo hay que alertar respecto a las industrias extractivas de recursos que, cuando no proceden a controlar y contrarrestar sus efectos dañinos sobre el ambiente circundante, producen la eliminación de bosques, la contaminación del agua y convierten las zonas explotadas en inmensos desiertos.
Nos unimos y apoyamos plenamente estas voces que defienden la justicia y la vida de los más pobres y de la madre tierra.
Los representantes de los poderes del Estado parecerían no haber escuchado estas voces sino únicamente las voces de los grandes capitales, y de sus propios intereses ligados a ellos y con su negligencia, a través de más de cincuenta días, han permitido un desenlace al que jamás debió llegarse, desenlace fratricida que sume en las lágrimas a tantas familias y a todo el país en esta sensación de fracaso y desesperanza.
No es éste el espacio para repetir los términos con los que se ha juzgado la medida de fuerza tomada por los pueblos nativos y sus dirigentes, las conocemos por los medios de comunicación, términos que desconocen la igual dignidad entre peruanos-as.
Queremos subrayar algunos puntos:
? Nos duele la expresión «ellos» y «nosotros», dicha por la ministra Mercedes Cabanillas, que habla por sí misma de una profunda brecha que nosotros-as podemos interpretar y preguntarnos de qué lado estamos.
? A la luz del texto de la Confrontación entre el campesino Nabot y el rey Ajab en torno a la posesión y el uso de la tierra (1 Re 21) vemos claramente la diversidad cultural en el modo de relacionarse y valorar la tierra: mientras que para unos es algo sagrado y relación con sus ancestros y su vida, para otros es simple mercancía que se compra y se vende guiados solo por el lucro. Es necesario respetar esa cultura de vida que nos ofrecen los pueblos ligados a la tierra y no querer imponerles a ellos y a todo el país la visión neoliberal productora de muerte.
? A la luz del mismo texto volvemos a sentir la exigencia profética de denunciar como Elías la injusticia y de poder llamar «ladrón» y «asesino» a quien desde el abuso del poder se siente con el «derecho» de despojar y matar para satisfacer sus intereses de riqueza y los del pequeño grupo que lo rodea.
? A la luz del texto de los «sueños» de José y el faraón (Gen 41) volvemos a sentir y denunciar el peligro que entrañan los sueños de acumulación de unos cuantos, ejecutados a través del despojo al pueblo que terminan siempre en realidades de dominación y muerte para el pueblo (Gen 47,13-26).
? Nos indigna el gasto millonario que está realizando el gobierno en publicidad para: 1) convencer al pueblo de las maravillas del sueño de acumulación de unos cuantos y 2) para criminalizar la protesta de los pueblos nativos y de todos aquellos «perros del hortelano» que no aceptan su propuesta. Llegando al delirio del complot internacional contra el Perú y su democracia. Nos recuerda, incluso, la misma muerte de Jesús acusado de blasfemo y subversivo (Mc 14; Lc 23) por oponerse a los intereses del sistema y defender a los pobres.
? Vemos importante insistir en que durante mucho tiempo la protesta de los pueblos nativos fue pacífica, lo que demuestra cuáles eran sus verdaderas intenciones y actitudes. La violencia que realizaron, sin justificarla, se entiende como respuesta, como reacción a una violencia primera ejercida contra ellos. Si las ejecuciones que realizaron fueron violentas, primero lo fue el ataque policial; si la toma de carreteras es violenta, más lo es la toma de sus tierras y el atropello de sus derechos; si sus gritos son violentos, más lo es la ignorancia y el silencio al que los quieren someter. Violentas son las leyes que los ignoran; violentas son la indiferencia y la burla del congreso y el consejo de ministros; violentas son las destrucciones ocasionadas por la minería y la producción de agrocombustibles. Violenta fue la liberación de los esclavos de Egipto como respuesta a la violencia ejercida por el palacio y su proyecto de esclavitud (Ex 2-3).
Hermanos y hermanas, esta carta no justifica en modo alguno la violencia en los actores nativos, lamentamos, sí, las muertes y el atropello a sus derechos, pero también lamentamos la muerte de los efectivos policiales. Este es un intento de reflexión para motivar a nuestras comunidades en la opción por la vida descubierta a través del encuentro con la Palabra de Dios para leer este acontecimiento con su luz y descubrir un rayo de esperanza en el caminar que nos toca seguir.
Este es el momento para recordar a nuestro querido amigo, hermano y «Patriarca» Pedro Trujillo, quien cruzó el umbral hacia la vida definitiva justamente el sábado 6 en la madrugada, cuando entró en paro ese corazón que latió permanentemente en la defensa de los derechos de los trabajadores en el sindicato, animado por el amor al Señor, comprometido en Iglesia. Con él y con tantos otros y otras que han dado la vida paso a paso redescubramos la esperanza de que aún estamos a tiempo y que en nosotros-as como pueblo se ha de cumplir lo que dice Isaías: «No se volverá a hablar de violencia en tu tierra ni de saqueo o ruina en tu territorio; tu muralla se llamará ?Salvación? y tus puertas ?Alianza?» (60,18).
*Con esta esperanza nos despedimos sus hermanos y hermanas del equipo de asesores del Equipo de Lectura Pastoral de la Biblia de Lima.
http://www.adital.com.br/site/noticia.asp?lang=ES&cod=39295