PARA EUROPA, ABRIR CAMINOS DE CONFIANZA

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Taizé

?Para Europa, abrir caminos de confianza??: sobre este tema el hermano Alois y algunos hermanos más animaron una jornada de encuentro el 30 de enero en Bruselas, respondiendo a la invitación de la COMECE (Comisión de los Episcopados de la Comunidad Europea). Según esta Comisión, los hermanos venían a ?rezar con aquellos y aquellas que en esta ciudad, están comprometidos con Europa.??

Así, durante una jornada, la dimensión espiritual del camino de Europa hacia su unidad fue más visible, mientras que, normalmente, predominan los aspectos políticos y económicos. ?La construcción europea es una obra de paz y de libertad que crecerá con la confianza recíproca de los europeos. Para los creyentes, la confianza en sí mismos y en los otros, y la confianza en el amor de Dios van mano en mano. Rezar juntos puede por lo tanto abrirnos esos caminos de confianza.??

Se invitó a los hermanos a proponer tres fases para el encuentro: la oración de la mañana a las 8 en la Capilla de la Resurrección; un encuentro que reunió a las 12.30 horas a jóvenes europeos que trabajan en instituciones europeas, sobre el tema ?Vuestra vida cuenta para Europa??; y una oración de la tarde, a las 19 horas y abierta a todos, que se celebró en la catedral de Bruselas en presencia del cardenal Godfried Danneels, arzobispo de Malines-Bruselas, y de representantes de otras confesiones cristianas.

Meditación del Hermano Alois
Catedral de Bruselas, martes 30 de enero de 2007

Si intentamos abrir caminos de confianza para Europa, es porque todos sabemos que el siglo pasado ha conocido demasiada violencia. Este siglo necesita hombres y mujeres valientes que expresen con toda su existencia esta llamada del Evangelio: ?¡Reconciliaos!??

Estos hombres y mujeres no tienen que ser necesariamente una multitud. El siglo pasado también vio nacer reconciliaciones inesperadas porque un pequeño número de personas creyeron en la paz. El Evangelio de esta tarde, ¿no compara el Reino de Dios a un poco de levadura que hace crecer toda la masa?

No, la Historia no va siempre hacia algo peor. La violencia no es una fatalidad. El Evangelio de la Reconciliación, aún a hombros de pocos, puede ser un fermento en nuestro continente, es capaz de desencadenar una dinámica de paz, de suscitar una Europa reconciliada y de llevar a una solidaridad que sobrepase las fronteras nacionales.

Gracias a la determinación de algunos, vivimos actualmente un periodo de paz en Europa. Entonces, ¿hacia donde nos lleva el Evangelio de la reconciliación en nuestros días? ¿No es hacia una repartición de los frutos del éxito económico de nuestras sociedades? Tantas personas en todos los países europeos se quedan a las puertas de la abundancia, aún pudiendo ?saborear?? un poco aquello a lo que no tienen acceso. Por ello, en muchos jóvenes nace una profunda frustración.

La aspiración a una reconciliación en Europa siempre ha sido parte de la historia de nuestra pequeña comunidad de Taizé. El Hermano Roger fundó la comunidad en plena guerra mundial. En aquel entonces escondía a refugiados que huían de la guerra, especialmente judíos. Apenas terminada la guerra, los primeros hermanos acogieron a alemanes, prisioneros en campos cercanos. Luego, vinieron jóvenes de distintos países de Europa occidental.

En esos años, Europa se encontraba dividida en dos. Pero los hermanos de la comunidad no olvidaban la Europa oriental. Por mi parte, no puedo dejar de expresar mi asombro, cuando llegué como joven voluntario en Taizé, al ser enviado enseguida a visitar a cristianos en lo que era entonces Checoslovaquia. Descubrí que, a pesar de las fronteras, los cristianos podían vivir una profunda unidad y preparar a través de ella un futuro diferente.

He aquí que hace un mes que la peregrinación de confianza que nuestra comunidad anima desde hace muchos años, se detuvo en Zagreb. Jóvenes de toda Europa han podido descubrir la hospitalidad croata. Fue una gran alegría que hubiera serbios entre ellos.

Si los cristianos dejaran ver más claramente esta comunión que les une a través de nuestro continente, ¡qué aliento sería para una Europa unida en la diversidad! ¿No es esa una contribución que los cristianos podrían hacer actualmente a Europa?

Dejemos de lado nuestros miedos y prejuicios, para sobrepasar los muros de la separación, ¡nacionales o confesionales! Tengamos el coraje de ir los unos hacia los otros. La hospitalidad, los encuentros individuales entre dos personas son irremplazables, a través de ellos entramos en la dinámica de la escucha mutua, de la valorización de todos los pueblos. Pensemos en los emigrantes de otros países que viven muy cerca de nosotros y que viven a veces aislados, creemos lazos con las comunidades extranjeras en nuestro propio país.

Para ello, cada uno de nosotros puede hacer algo. Esta tarde, hemos reflexionado con los jóvenes que trabajan en las instituciones europeas y hemos invitados a todos a que sean conscientes de esta realidad: mi vida cuenta para Europa.

En Europa, los cristianos también tienen vocación de repetir a través de sus vidas que la unidad nunca se crea sin perdón. Incluso secularizadas, nuestras sociedades no pueden avanzar sin el perdón. Aunque hoy en día vivimos en paz, quedan muchos resentimientos. El fuego, que creíamos extinguido, puede reavivarse por cualquier nimiedad.

Quisiera repetir aquí las palabras que un hombre con importantes responsabilidades internacionales dijo hace unos años: ?Podríamos contribuir enormemente a la paz si rechazáramos el transmitir a la siguiente generación el recuerdo de las heridas soportadas.??

No se trata de olvidar un pasado doloroso, pero el Evangelio nos invita a sobrepasar la memoria por medio del perdón, para romper la cadena que hace perdurar las humillaciones. Sin perdón, sin confianza, no hay futuro ni para Europa ni para el conjunto de la familia humana.
Muchos jóvenes son conscientes de que Europa no puede construirse encerrándose en ella misma, desean una Europa abierta y generosa, saben que Europa será aún más auténtica viviendo solidariamente con las naciones de otros continentes. Estos jóvenes están listos a comprometerse para aceptar los nuevos retos que presenta la mundialización: entre otros, la acogida a jóvenes de países del sur, la búsqueda de un comercio mundial más justo y una gestión más responsable de los recursos naturales.

Como cristianos, sabemos que lo que nos une en la paz es Cristo. ?l dio su vida en la cruz para reunir en una sola comunión a todos los Hijos de Dios dispersos. Por ello, ¡sigamos a Cristo! Somos nosotros los que debemos decidir: elegir amar, elegir la esperanza. Los inmensos problemas de nuestras sociedades pueden alimentar un pesimismo. Al elegir amar como Cristo ama, descubrimos un espacio de libertad donde crear un futuro para nosotros mismos y para aquellos que nos son confiados.