Padre Hugo Carmona: «La iglesia católica necesita purificarse» -- Arelis Peña Brito

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Providence

El sacerdote admite que la iglesia atraviesa por una grave crisis que está provocando la deserción de sus feligreses
Ante la «grave crisis» provocada por los escándalos de abuso sexual cometido por sacerdotes y jerarcas religiosos, la iglesia católica está obligada a «purificarse a sí misma» y adoptar las medidas que sean necesarias para devolver la confianza a sus feligreses.

Así lo considera el padre Hugo Carmona, sacerdote colombiano con 18 años de servicio en la Diócesis de Rhode Island, quien se lamenta de que la imagen negativa de algunos sacerdotes está provocando la deserción de los seguidores de la iglesia.

«Hay un remezón dentro de la iglesia a raíz de todo eso. Esta es una grave crisis que tiene que llevar a la iglesia a una alerta, para que se revise, y se purifique a sí misma. Eso significa revisar sus normas, la formación de la vida sacerdotal y todo eso, pues estamos viendo que a raíz de ese tipo de situación muchas personas han desertado y hay quienes incluso han asumido una actitud bastante beligerante», manifestó el sacerdote.

Tras expresar su queja en el sentido de que a nivel de opinión pública y de los medios de comunicación solamente se enfatiza en el escándalo por los abusos y en la cantidad de millones que la iglesia ha tenido que erogar para hacer frente a la situación, Carmona aseguró que se están aplicando correctivos internamente y que en reuniones privadas los obispos instruyen de manera reiterada sobre cuál debe ser el comportamiento.

«Es desafortunado lo que está pasando y todo esto ha producido una gran crisis en la fe. Pero, sí, la iglesia esta tomando sus medidas, tratando de implementar muchas normas para evitar eso, está siendo más exigente con los aspirantes a sacerdotes, está siendo más estricta con los sacerdotes», afirmó.

Lamentó que muchos sacerdotes no tengan una imagen consecuente con lo que predican, lo que provoca que las personas se escandalicen y salgan de la iglesia. «Es ahí donde entra lo que decía Jesús de ´hagan lo que ellos dicen, pero no lo que hacen´», adujo el cura.

«El sacerdote, por ser sacerdote, no deja de ser humano y arrastra consigo todo lo que su frágil naturaleza tiene y es desafortunado que algunos de ellos hayan afectado a otras personas», manifestó Carmona al tiempo de señalar que la afrenta cometida por esos religiosos se hace mucho más grave por cuanto está relacionada con la sexualidad e involucra a menores de edad a quienes se les ha lesionado su integridad física y moral.

Y como si quisiera reflejar que la iglesia no ha sido indiferente a los desvaríos de sus representantes, el sacerdote recordó que el Papa Juan Pablo II pidió público perdón por los pecados de la iglesia a lo largo de toda su historia.

«La iglesia es querida por Dios y sostenida por Dios. Si estuviera en manos de hombres, exclusivamente, ya hubiera desaparecido. La iglesia ha sobrepasado muchas situaciones a lo largo de toda la historia. Ha pasado muchas crisis, demasiadas. Pero es tan de Dios que ni los mismos sacerdotes hemos podido acabar con ella», puntualizó el religioso.

Deterioro familiar

En otro orden, el padre Carmona consideró que la desintegración familiar es la gran epidemia de estos tiempos y la responsable de que, en ausencia de una educación sustentada en valores, los hijos estén asumiendo comportamientos que repercuten de forma negativa en la sociedad.

A juicio del sacerdote, las actuales generaciones tienen a su alcance una educación que les ayuda a «ganar los» chavitos, pero carecen de una que los enseñe a vivir la vida, que los forme desde el punto de vista humano.

«Necesitamos trabajar en los valores, en la familia, que es supremamente importante. Que se dé lugar en la familia a un ambiente saludable, que se les dé a los jóvenes las garantías para salir adelante; insistir mucho en los padres a que sus hijos se preparen académicamente, pero también enseñarles a vivir y, por encima de todo, recordar que nada lo podemos hacer sin Dios», sostuvo el cura, actualmente de servicio en la localidad de Woonsocket.

De acuerdo con el padre Carmona la humanidad en general está sumida en la desconfianza, en «una nube de escepticismo, de negatividad», pero cree que no se debe perder la esperanza porque «muchas veces las personas necesitan tocar fondo para salir de la situación en que se encuentran».

En ese sentido descartó que el libertinaje y la depravación rampantes en las sociedades modernas, las catástrofes y desastres naturales que se registran en los últimos tiempos, sean señales de que se aproxima el fin del mundo.

«Mucha gente vaticina, y se atreve a dar fechas y lugares, que el mundo se va a acabar. Los cristianos sabemos que habrá una segunda venida de nuestro Dios y Señor Jesucristo, sí. Pero no será de destrucción, de que esto que Dios hizo con tanto amor, va a venir a destruirlo. No podemos tomar tan literalmente el texto del Apocalipsis, eso no es una interpretación adecuada. No pienso que Dios que es esencialmente bueno, va a venir a destruir todo esto, a echarle candela. La creación es el vestido con el que Dios se cubre», puntualizó el religioso.

Una vida consagrada

El padre Carmona tiene 25 años de vida sacerdotal, 18 de ellos en Rhode Island, donde ha servido en las comunidades de Providence, Pawtucket, New Port, y actualmente en Woonsocket.

Tiene 53 años. Es el quinto de diez hermanos, cinco hembras y cinco varones. Su vocación sacerdotal comenzó a muy temprana edad. Con apenas siete años oficiaba «misas» en su casa de su natal Medellín, en Colombia. «Yo cortaba bananas en rueditas y esas eran las hostias, y usaba soda como si fuera el vino. Mis amiguitos iban para escuchar mis misas, pero creo que era por las bananas y el refresco», narra entre sonrisas.

Como parte de su labor pastoral, el padre Carmona participa en programas de radio, de televisión y escribe artículos de opinión en la prensa local.