PABLO DE TARSO Y AGUSTÍN DE HIPONA. Josep Cornellá

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Koinonía/Tambo

Cuando di mi primera clase de bioética, el profesor dijo unas palabras que me impactaron y que, en modo siempre imperfecto, he intentado hacer lema en mi vida. ?Para afirmar cualquier cosa, hay que argumentarla??. No es la costumbre actual. Baste ver los ?debates?? televisivos, y uno entiende que la argumentación es la gran ausente.
Por ello, me he lanzado a ver que pasaba con los ?conversos?? Pablo de Tarso y Agustín de Hipona. Para ello he recurrido a la Historia de la Iglesia Católica que publicara Hans Küng hace unos cuatro o cinco años (mi ejemplar, en castellano, data de 2002).

Küng es tajante: ?Pablo no era el verdadero fundador del cristianismo, aunque esto se escucha constantemente en boca de quienes no quieren indagar más??.
Pablo, en muchos aspectos, continuó con las prédicas de Jesús, pero a la luz de su muerte y su nueva vida, las transformó de manera brillante con la ayuda de conceptos e ideas tanto helenistas como judíos.

Pablo, que llevaba consigo la fe cristiana original (judía) la transmitió a los cristianos gentiles. Cuando estaba entre judíos observaba la ley, pero ni la recomendaba ni la observaba cuando estaba entre gentiles. Pablo fue innovador: no hacia falta que un gentil se hiciera judío para acceder al cristianismo. Pablo es importante para la apertura del cristianismo (mensaje y evangelio de Jesús) hacia el mundo no judío. Es más. Para Pablo, las iglesias cristianas gentiles son iglesias completas, asambleas de creyentes, con diversos ?servicios?? (que no jerarquías). Las mujeres son incluidas: ?Junia, destacada entre los apóstoles?? (Rm 16,7). Claro que posteriormente, en algunas traducciones, el nombre de Junia se masculiniza y se transforma en un hombre… Pero esto ya no es cosa de Pablo.

En la primera carta a los Corintios, hablo encuentra normal que se celebre la eucaristía sin él, y sin la presencia de nadie designado por un ?ministerio?? específico. Solamente insiste en que debe observarse cierto orden.
No sería hasta el año 110 que se creerían las ordenes de obispo, presbítero y diacono, dividiendo el ?pueblo?? del ?clero??.
Pablo funda comunidades y les da autonomía. No ?delega?? su autoridad en ?ministros??. Pablo insiste en que, cuando hay problemas, es toda la comunidad la que está invitada a resolverlos.

Otro asunto sería tener en cuenta las cartas que realmente son escritas por Pablo. Parece ser que las dirigidas a los tesalonicenses (primera carta), las dos a los de Corinto, a los Gálatas, a los Romanos, a los de Filipo, y la carta a Filemón.
En Gálatas 3, 26-28, Pablo afirma la igualdad entre hombre y mujer nada que ver con el texto de Efesios). Y en Rm 16, 1-15 no deja de enviar saludos a sus colaboradores, de ambos sexos.

Sobre Agustín de Hipona (y sigo mi referencia a Küng), parece ser que, cuando empezaba a darse importancia a la primacía del obispo de Roma sobre las demás iglesias, él, que era el más destacado teólogo de occidente y buen amigo de Roma, no da ninguna importancia a la supuesta primacía legal del obispo de Roma.
Küng es categórico: ?cualquiera que desee comprender a la igesia católica, debe comprender a Agustín??. Fue un genio intelectual, estilista, psicólogo, filósofo,…

Posiblemente, a la luz de los conocimientos actuales, se equivocó en muchas cosas. En alguno de sus escritos se fundamentaron los inquisidores y a él se debe la concepción del pecado original, que, para más INRI, se transmitía por ?vía sexual??. Con Agustín se concibe el placer sexual como pecaminoso…..

Küng acaba su capitulo sobre Agustín diciendo que este teólogo católico sin parangón a pesar de sus errores, nos recuerda el significado de la historia del mundo cuando en su libro ?La Ciudad de Dios?? invoca el indescriptible e indefinible octavo día en que Dios complete la obra de su creación: ?Allí descansaremos y veremos. Amaremos y adoraremos. Mirad lo que habrá en el final y no acabará. Pues, ¿qué otra cosa es nuestro fin, sino entrar en este reino que no tiene fin???.

Situemos a Agustín en la encrucijada de los siglos IV y V, testigo histórico de la caída de Roma a manos de los visigodos,….
Cuando leí las ?Confesiones??, me causaron impacto. Reconocí a un hombre que siente su imperfección y reconoce haber errado, posiblemente por demasiada auto-complacencia. Creo que es un texto fundamental para comprender a Agustín.

Con todo, no es afán de crear polémica. Simplemente señalar que, posiblemente sin estas dos figuras de la historia de la iglesia, se nos haría difícil entender su evolución. Siempre situando a ambos personajes en un contexto histórico y social muy distinto al que tenemos ahora.