Enviado a la página web de Redes Cristianas
(Pequeña, leal y fiel, nota explicativa)
La congregación (vaticana) para el culto divino y la disciplina de los sacramentos» ha denegado la petición de los obispos alemanes para que la parte no católica de las personas-parejas de matrimonios mixtos, es decir, entre católico/a y otra persona bautizada, pero de otra confesión cristiana, luterana, por ejemplo, puedan comulgar en la Eucaristía que celebren juntos. Esta congregación naveta para tras, y pierde alegre, irresponsablemente, cualquier ocasión de aplicar el Evangelio con sensatez, y con espíritu, lógico y cristiano al mismo tiempo. Hubo mucho autores, en los inicios de la época de la Ilustración, que aceptaban la obra y la herencia de Jesús, pero vituperaban de la Iglesia. Voltaire, sin ir más lejos, afirmaba, «Jesucristo predicó el Reino de Dios, y …¡he aquí! que surgió la Iglesia», a la que no colmaba de flores ni loores, sino que, más bien señalaba como una traba , muchas veces, para el genuino, auténtico, y verdadero seguimiento de Jesús.
Esta idea de la Iglesia como fuerza negativa, a veces, como rémora al seguimiento de Jesús, como obstáculo al la coherencia con el Evangelio es preciso aclararla. Si en algo se parece la comunidad cristiana al judaísmo es, precisamente, en el aspecto fuerte, preponderante, y necesario, de la vivencia comunitaria de la Fe, (del pecado, y de la Salvación), en contra de un individualismo estéril y paralizante. en este sentido, la comunidad eclesial, la Iglesia, es necesaria y fundamental. Pero hay otro aspecto, o perspectiva, que lograron imponerse a través de la Historia, desde los que la Iglesia es definida, fundamentalmente, por lo que tiene de administrativo, institucional, organizativo, y, por eso mismo, jerárquico. Es la Iglesia que, a partir del siglo IV, fue emparejándose con el poder, hasta convertirse, en la Edad Media y moderna, hasta nuestros días, en uno de sus principales baluartes en el mundo. Y como leía el otro día en Religión Digital (RG), el papado es uno de los más eximios ejemplos, o el que más, de encarnación yt uso del poder en el mundo. Y esto en una comunidad a la que su Maestro enseñó: «el que quiera ser el mayor entre vosotros, que sea vuestro servidor», y, «si yo, al que llamáis Maestro y Señor, porque lo soy, os he lavado los pies, también debéis lavaros los pires unos a otros». (Por eso es tan bonito el ´titulo medieval del Papa, «servus servorum Dei», (servidor de los siervos de Dios).
Y volviendo al tema que ha motivado esta pequeña nota, y, aun a costa de que me considere un rebelde y excomulgado cismático un jerarca eclesiástico anclado en el poder, me atrevo a afirmar que si los liturgos oficiales del Vaticano conociesen, limpiamente, y sin prejuicios, la escena de la institución de la Eucaristía por parte de Jesús, en la última cena, no se atreverían a impedir que fieles cristianos, no por profesar una fe diferente, sino por militar en disciplinas administrativas y burocráticas diferentes, puedan ser apartados y vetados del cumplimiento de un mandato, ¡que es más que un deseo! de Jesús!: Tomad, comed, bebed, haced. ¿Es posible que ante mandatos tan claros, explícitos, y diáfanos del Señor Jesús, alguien tenga la osadía de dar contraórdenes, que eliminen la voluntad ineludible de Jesús?