Reuters. Los Ángeles. Jill Serjeant
Obispos católicos estadounidenses terminaron el jueves pasado con años de debate sobre si a los políticos católicos que apoyan el aborto debe negárseles la comunión, y dejaron la decisión a los obispos locales. En representación de un equipo de trabajo sobre católicos en la política, el cardenal de Washington Theodore McCarrick reiteró una decisión aprobada por los obispos en el 2004, agregando le preocupaba que la política partidista se estuviera infiltrando en la vida católica.
El tema de la comunión para políticos católicos que se oponen a las enseñanzas fundamentales de la Iglesia sobre la santidad de la vida humana dividió a los fieles estadounidenses y a sus obispos en el 2004 durante la campaña presidencial de John Kerry, un demócrata y católico que apoya el derecho al aborto.
El presidente George W. Bush, un protestante y republicano, se opone al aborto y a la eutanasia y quiere limitar las investigaciones con células madres.
La Iglesia enseña que la comunión del pan y el vino son el cuerpo y la sangre de Cristo y que aquellos en estado de pecado no deberían recibirla.
Dirigiéndose a la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, McCarrick dijo: «Mi preocupación es el miedo de que la intensa polarización y las amargas batallas de política partidista puedan estar infiltrándose en la más amplia vida eclesiástica de nuestro pueblo católico y tal vez incluso en nuestra Conferencia.»
McCarrick dijo que el equipo de trabajo se reunió con políticos demócratas y republicanos y consultó con funcionarios y obispos del Vaticano en otras naciones sobre la «frustrante realidad» de los católicos que parecen rechazar los principios de la Iglesia.