Área de Asuntos Religiosos de la FELGT
Se está celebrando estos días en Valencia el V Encuentro Mundial de las Familias y se espera la visita del papa Benedicto XVI para el fin de semana. Católicos de todo el mundo reflexionan acerca del lema propuesto: “La transmisión de la fe en la familia”. Serán unos días de catequesis, de mucha catequesis (una palabra que deriva del griego y que significa “repetición”). Se repetirá hasta la saciedad la doctrina actual de la Iglesia sobre el matrimonio y la familia y otros temas relacionados, como la educación, la sexualidad, la laicidad… En fin, lo de siempre.
Y a nosotros, cristianos homosexuales, nos parece bien. No está mal que los católicos se reúnan así, en masa, y que los mejores oradores y pastores del mundo les vuelvan a decir lo que ya saben; que les recuerden que matrimonio es sólo aquel constituido por un hombre y una mujer y abierto a la procreación; que les insistan en que no pueden usar métodos anticonceptivos no naturales; que, si se divorcian y se vuelven a casar, no podrán acceder a los sacramentos; que les expliquen de nuevo cómo una ley eclesiástica impide que las mujeres sean sacerdotes…
Y ya que están reunidos así de forma tan excepcional y tan numerosa, tal vez podrían aprovechar el momento y aprender algo nuevo. Podrían recibir el testimonio de Ángel y Esteban, unos compañeros nuestros que se casaron el pasado mes de octubre, pero unidos hace ya veinticinco años por el amor y una misma fe. Se les podría hablar de Benjamín O’Sullivan, monje de la Abadía de Ampleforth, que murió de su propia mano acorralado por la homofobia. También podrían escuchar a Lola, mujer devota, catequista de su parroquia; que les cuente cómo reza para que su hija, lesbiana, encuentre una mujer que la quiera y que las dos sean felices. Podrían hablarles de estas y de otras historias diversas, diferentes, nada convencionales, pero reales y llenas de humanidad. Si nos hubieran invitado, nosotros, cristianos homosexuales, podríamos contar nuestras historias. Y damos gracias a Dios porque hemos recuperado del olvido una historia, resistiendo frente a las fuerzas que han intentado eludirnos, escondernos, condenarnos y aniquilarnos. Podríamos contar cómo encontramos en Jesús la fuerza para luchar contra los prejuicios y aceptarnos como somos; cómo intentamos permanecer en el amor a pesar de que se nos acusa de una incapacidad innata para amar; cómo intentamos colaborar y servir en nuestras respectivas familias sin esconder nuestra orientación sexual….
Sin embargo, en el V Encuentro Mundial de las Familias no se nos espera. Pero no sólo no se nos espera a nosotros, cristianos homosexuales y las parejas o familias que formamos, sino tampoco a las familias monoparentales, a las familias rotas, a las familias reconstituidas… Gran parte de la humanidad queda excluida de la reflexión de los fieles cristianos reunidos estos días en la bella ciudad de Valencia. Gran parte de los fieles cristianos continuamos hoy siendo marginados en nuestras respectivas iglesias a causa del sexo, de la orientación sexual o de nuestra situación familiar. Esperemos que eso no conlleve nuestra exclusión del Reino de los Cielos.