Hace 18 años, Nicolás Castellanos decidió renunciar al báculo y la mitra de la diócesis de Palencia para volver a ser presbítero a pie de calle junto a los más pobres en Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia. Piensa que la Iglesia tiene que hacer una reforma profunda, dando mayor protagonismo a los laicos, en la que el sacerdote no caiga en posturas intelectualmente rígidas. Y sobre el acceso al sacerdocio se pregunta: ¿Qué es más importante, la ley del celibato o celebrar la Eucaristía?
¿Cómo vive su sacerdocio hoy?
Los pobres me determinan el modo de vivir el presbiterado. Aquí se plantea una cuestión: ¿Cómo queremos organizar la sociedad? Desde un mundo en donde el dinero lo puede todo, o por lo contrario se orienta a la búsqueda de una sociedad construida desde el pobre. Ese fue el concepto que tuvo Jesús del pobre y que aparece en su manera de vivir, hablar y actuar. Hay que partir de Jesús para llegar al pobre. Somos cristianos, presbíteros, no porque optemos por los pobres, sino porque optamos por Jesús, que es pobre y anunció el Reino de los pobres, sin excluir a nadie.
Esto es revolucionario, de consecuencias inmensas a la hora de evangelizar, celebrar o de hacer llegar la Buena Nueva a la mujer y al hombre de hoy. El camino de renovación y vivencia presbiteral y renovación de la misma Iglesia tiene que estar marcado por la opción por los pobres.
¿En la mayoría de las parroquias se está lejos de fomentar los dones de los laicos?
A una Iglesia fuertemente clerical, izada desde Trento, le cuesta dar el paso a ser Iglesia, Misterio y Pueblo de Dios, en donde predominan los laicos. La Iglesia tiene que hacer una conversión y reforma muy profundas si quiere hacer presente la oferta gratuita del Reino en esta sociedad plural, diversa y compleja. Poco puede aportar una Iglesia clericalizada en una sociedad bastante anticlerical. Además, no se corresponde la opción fuerte de promoción de los laicos del Vaticano II. Por otra parte, parece que se promueven los movimientos laicales de tendencias conservadoras, de fuerte indoctrinación, especialmente en los países europeos. En cambio, en el Sur, en América Latina las comunidades eclesiales de Base han jugado un papel decisivo, activo, renovador y profético. El protagonismo lo han asumido los laicos/as, especialmente la mujer.
¿El sacerdote tiene que dejarse ?formar? por la comunidad?
Por supuesto, mutuamente. Todos somos iguales, hermanos, con diferentes servicios. Somos comunidad de comunión, ministerial, diaconal. Sólo vale el que sirve. Así se deduce de este principio innovador de Juan Pablo II en ?Iglesia en América? (41): ?La parroquia renovada requiere la cooperación de los laicos, un animador de la acción pastoral y la capacidad del pastor de trabajar con otros??.
¿Cómo cree que debe ser el sacerdote en una sociedad secularizada?
El presbítero de hoy no puede asumir una actitud existencial como si estuviese todavía en la Iglesia de ?cristiandad?. Lo fundamental cristiano es hacer presente a Jesús y su Reino en esta sociedad plural, multicultural, plurireligiosa. El presbítero no puede caer en posturas intelectualmente rígidas y nunca pretender formar personas indoctrinadas. No es hora de lamentos, sino de situarnos en esta realidad compleja y entre todos, colegialmente, analizar, rezar, discernir, a base de diálogo, escucha y oración, las distintas posturas, perder el miedo a experimentar, incluso a equivocarse, a descubrir caminos nuevos. Desde mi experiencia te puedo decir que hoy es apasionante ser presbítero, tanto en el mundo secularizado del Norte como en el mundo empobrecido del Sur. Si quiero evangelizar, primero el evangelio pasa por mi corazón, por el silencio de la oración, despierta mi capacidad de compasión, de ternura, de amor, de amistad, de hacerme cargo del otro??; me dejo convertir por Dios a la justicia social del mundo. Entonces resulta fácil de acoger, animar, acompañar, promover un laicado adulto, responsable, dinámico, comprometido, misionero, que implica también a las comunidades religiosas, sintiéndonos Pueblo de Dios en comunión fraterna y en misión. Suscita nuevas presencias de los laicos en todas las estructuras temporales al tiempo que busca nuevos ministerios y servicios, no sólo en la comunidad creyente, sino en la sociedad, muy especialmente con los excluidos. Sin perder de vista en el centro de la comunidad al Señor, los presbíteros tenemos que ayudar a resolver esa asignatura pendiente, cómo ser creyente en esa realidad plural que genera la migración, la libertad y la democracia. El relato estremecedor de la mujer adúltera es el mejor ejemplo de pluralismo. Jesús defiende un pluralismo completo y se juega el tipo.
¿La Iglesia tiene que replantearse el acceso al sacerdocio?
El cardenal Martini ya se lo ha replanteado y propone ordenar a esos hermanos ?Viri probati?. Me pregunto: ¿Una comunidad cristiana puede estar años sin celebrar la Eucaristía? ¿Qué es más importante, la ley del celibato o celebrar la Eucaristía?