Nicaragua. Ernesto Cardenal: Vida perdida, vida ganada -- Sergio Ramírez, miembro del Comité de la Cátedra Julio Cortázar de la Universidad de Guadalajara México

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Adital

Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana 2012
Texto leído por Sergio Ramírez, miembro del comité de la Cátedra Julio Cortázar de la Universidad de Guadalajara, durante la presentación y lectura del poema El Origen de las Especies del poeta Ernesto Cardenal, en el marco de la Feria Internacional del Libro en Español de los Ángeles, del 11 al 14 de mayo.

Cuando hace poco se anunció en Madrid que Ernesto Cardenal había ganado el Premio Reina Sofía, el poeta español Luis Antonio de Villena, miembro del jurado, declaró que todas las consideraciones «extraliterarias?? habían quedado atrás para abrir paso a la justa concesión del galardón, el más importante de la lengua castellana en poesía, a un poeta universal reiteradamente postergado, precisamente, por causa de esas consideraciones que campean fueran de los márgenes de la literatura, es decir, en la vida.

Pero la vida no está fuera de la literatura, sino en su verdadera raíz, y por tanto es imposible separarlas. Hay poetas que llevan vidas apacibles, y son merecedores, y otros que han bajado a la calle a encontrarse con sus desafíos, y son igualmente merecedores. García Lorca andando por los pueblos de España con su teatro popular «La Barraca?? y luego asesinado en Granada por los fascistas, Neruda haciendo de la poesía una militancia, de Los veinte poemas de amor a El Canto General; Miguel Hernández muerto en una cárcel de Alicante porque no escribía una poesía inocente.

Y en la oscura Centroamérica de las dictaduras militares, hubo poetas que entregaron su vida en el combate por la liberación, como Otto René Castillo en Guatemala, Leonel Rugama en Nicaragua, y Roque Dalton, asesinado en la clandestinidad por sus propios compañeros de lucha.

La vida de Ernesto Cardenal ha sido siempre una vida sin sosiego, marcada por eso que antes solíamos llamar con todas sus letras el compromiso, palabra que parece ahora tan desgastada por los vientos del egoísmo y el olvido de que el mundo sigue tan lleno de injusticias y desigualdades como antes. Fue un conspirador desde su temprana juventud, cuando participó en la rebelión del 4 de abril de 1954 contra la dictadura del viejo Somoza, fundador de la dinastía que gobernó a Nicaragua por casi medio siglo, ocasión en que la mayor parte de los conspiradores terminaron muertos en las cámaras de tortura y fusilados y enterrados en tumbas sin nombre, entre ellos Adolfo Báez Bone, compañero suyo de colegio, a quien dedicó este Epitafio memorable:

Te mataron y no
nos dijeron donde
enterraron tu cuerpo
pero desde entonces
todo el territorio
es tu sepulcro
o más bien;
en cada palmo
del territorio nacional en que
no está tu cuerpo
resucitaste??

Después vendría Hora O, su poemario de 1957, que tanta fascinación ejerció en mí en mis años de aprendizaje literario por la manera en que describía, como un prosista que escribe en versos, a la Centroamérica de los años cincuenta dominada por dictadores de opereta trágica, capitales tétricas en las noches tropicales a la luz de una luna biliosa hasta la que subían los gritos de los torturados en las prisiones, cuarteles de piedra, palacios presidenciales como queques rosados o pintados en color caca amarillento. Era la poesía de un cronista que respiraba el aire viciado de su propio tiempo, era la historia escrita en líneas cortadas, era la vida.

En 1956 decidió que se haría sacerdote y su vida cambió para siempre. Entró en el monasterio trapense de Gethsemani en Kentucky, donde encontró la amistad trascendental de Thomas Merton, y salió de allí, abandonando el silencio obligado, para ordenarse en el seminario de Cristo Sacerdote en La Ceja, en Colombia. Al salir del monasterio trapense dejó atrás un mundo, como había dejado atrás otro al entrar, el mundo de su juventud perdida, de sus primeros amores cantados en los espléndidos Epigramas de 1961, que aprendimos de memoria:

Al perderte yo a ti tú y yo hemos perdido:
yo porque tú eras lo que yo más amaba
y tú porque yo era el que te amaba más.
Pero de nosotros dos tú pierdes más que yo:
porque yo podré amar a otras como te amaba a ti
pero a ti no te amarán como te amaba yo.

A esos primeros amores volvería en el Cántico Cósmico de 1989, cuando el amor terrenal se funde con el amor a Dios en el universo; y volvería también a las fiestas mundanas, la «inquerida bohemia?? de las cantinas y los burdeles de la vieja Managua, todo eso que recordaría también desde antes en su libro de 1960, llamado, precisamente, Gethsemaní, Ky, , cuando, comprometido profunda e irreversiblemente con su fe, veía quedar atrás ese mundo, envuelto en las sombras del pasado, el pecado constantemente delante de él como una proyección de cine, como escribe en el poema Oficio Nocturno:

2 AM. Es la hora del Oficio Nocturno, y la iglesia
en penumbra parece que está llena de demonios.
Esta es la hora de las tinieblas y de las fiestas.
La hora de mis parrandas. Y regresa mi pasado.
«Y mi pecado está siempre delante de mí»
Y mientras recitamos los salmos, mis recuerdos
interfieren el rezo como radios y como roconolas.
Vuelven viejas escenas de cine, pesadillas, horas
solas en hoteles, bailes, viajes, besos, bares.
Y surgen rostros olvidados??

La comunidad que de regreso a Nicaragua fundó en el archipiélago de Solentiname en el Gran Lago, ya no pudo ser una comunidad contemplativa donde alguna vez vendría a vivir Thomas Merton, sino que se convirtió, como no podría ser de otra manera, en una comunidad de campesinos pobres, sus integrantes sacados de entre los habitantes de las islas, luego en un símbolo de resistencia cultural al que llegaban en peregrinación jóvenes rebeldes y artistas y escritores de todo el mundo, y más tarde en símbolo de resistencia contra la dictadura de los Somoza, al punto que los jóvenes agricultores y pescadores discípulos de Ernesto tomaron las armas para asaltar el cuartel de la Guardia Nacional en el vecino puerto de San Carlos en octubre de 1977.

La soldadesca, como respuesta, incendió la comunidad, empezando por su humilde iglesia decorada con pinturas primitivas, hasta donde había llegado el año anterior Julio Cortázar, quien participó en el diálogo que siempre se abría en la misa dominical sobre el Evangelio; unos diálogos muy tendenciosos, como el mismo Julio lo diría con humor cortazariano, ya cuando los ecos de la revolución entraban a través de las ventanas de la iglesia.

La revolución se hizo en Nicaragua con diversos componentes, entre ellos el compromiso de los cristianos, sacerdotes, religiosos, monjas, laicos. El país se volvió un laboratorio vivo de la teología de la liberación, y se produjeron graves conflictos entre la jerarquía católica y los sacerdotes comprometidos, entre ellos Ernesto y su hermano Fernando, de la Compañía de Jesús, y todo vino a desembocar en la muy famosa fotografía que dio tantas veces la vuelta al mundo, Ernesto arrodillado en la rampa del aeropuerto de Managua, el 4 de marzo de 1983, frente al Papa Juan Pablo II, quien lo señala admonitoriamente con el dedo mientras le exige que arregle sus cuentas con la iglesia.

Ese momento, recogido en esa foto, viene a ser lo más «extraliterario?? en la vida de Ernesto, o lo que se toma por lo más «extraliterario??, capaz de haber incidido tanto tiempo en el reconocimiento de sus méritos como un poeta de su tiempo, y de todos los tiempos.

Con la revolución, que vivió con alma mística, comprometido hasta los huesos, cerró sus cuentas y dejó testimonio en 2004 en La revolución perdida, el último de sus libros de memorias que empiezan con Vida perdida, de 1999: «el que pierde su vida por mí, la salvará??, dice el Evangelio de San Lucas.

Un poeta siempre cierra cuentas en cada libro, e igual que Ernesto recuerda con nostalgia su juventud perdida en Gethsemaní, Ky, en estas memorias de la revolución recuerda, también con nostalgia, el derrumbe de aquella torre hasta el cielo cuyas piedras aún siguen cayendo con ecos sordos.

Su poesía, compuesta por diversas etapas a lo largo de su vida, viene a formar un todo congruente y a la vez muy diverso, y ha logrado consolidar un estilo que ha dado en llamarse exteriorismo, por todo lo que tiene de relato y por sus constantes referencias al mundo exterior. Sus Salmos, publicados en 1964, sacudieron la conciencia de los jóvenes europeos en la década de los sesenta. Era el profeta del mundo moderno clamando con voz del Antiguo Testamento ante las iniquidades del presente, los campos de concentración, los Gulag, el materialismo impúdico, el hedonismo.

Y también la historia de la conquista en El Estrecho Dudoso de 1966, sacada de los viejos documentos del Archivo de Indias, y su Homenaje a los Indios Americanos de 1969, que vienen a ser dos caras de la misma moneda. Y su inolvidable Oración para Marilyn Monroe de 1965, que hizo toda una época en la poesía hispanoamericana.

Como un poeta no suele decir discursos ni pronunciar conferencias, hoy viene Ernesto a leernos su último poema El origen de las especies, que corresponde a esta etapa suya del presente en que la astrofísica, la mecánica cuántica, la genética, la antropología, y el fenómeno biológico de la existencia, dejan de ser ciencia impasible para convertirse en materia lírica, en una búsqueda incesante que Ernesto hace de Dios a través de todos los fenómenos inscritos en el lenguaje cifrado del universo, hasta el confín mismo de las estrellas.

La distancia que hay de aquí a / una estrella que nunca ha existido / porque Dios no ha alcanzado a / pellizcar tan lejos la piel de la / noche!…, como dice otro de nuestros grandes poetas nicaragüenses, Alfonso Cortés. Hacia ese confín es que Ernesto dirige su telescopio en la noche oscura, título de otro de sus libros publicado en 1993, que es la misma noche oscura del alma de San Juan de la Cruz, otro poeta místico como Ernesto.

He venido junto con Ernesto desde Managua hasta Los Ángeles, y vecinos como somos calle de por medio, además de todo el camino que hemos andado juntos, es una dicha para mí anunciarlo con estas palabras, en el marco de la Feria Internacional del Libro.

La Cátedra Julio Cortázar de la Universidad de Guadalajara, de cuyo comité me honro en ser parte, presenta a ustedes a Ernesto Cardenal, poeta nicaragüense de América y de nuestra lengua.

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en esta edición de Hoja de Ruta

? SERGIO RAMÍREZ: Ernesto Cardenal – Premio Reina Sofía de
Poesía Iberoamericana – Vida perdida, vida ganada
? SERGIO RAMÍREZ: Carlos Fuentes, In Memoriam –
Entre la imaginación y la convicción

PREMIO REINA SOFÍA 2012

El nicaragüense Ernesto Cardenal ha obtenido la XXI Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. Este premio, dotado con 42.100 euros, se suscribe en el marco de cooperación cultural entre Patrimonio Nacional y la Universidad de Salamanca.

Ernesto Cardenal Martínez (Granada, Nicaragua, 1925) es un sacerdote católico, político, escultor y escritor famoso por su obra poética, por la que ha sido galardonado, entre otros, con el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda en 2009.

El poeta Luis Antonio de Villena, portavoz del Jurado, ha descrito a Ernesto Cardenal como un poeta «comprometido» y «marxista» que reúne una gran cantidad de registros y «poemas cosmogónicos de gran calidad». «Es un autor de gran calidad que no podía faltar a este premio», ha declarado De Villena tras el fallo del galardón.

Asimismo, ha señalado que un caso «muy flagrante» porque había mucha gente que lo relacionaba con un momento político concreto y por ese motivo, el Jurado del galardón han considerado que no podía quedarse atrás por «motivos extraliterarios» y por realizar una poesía comprometida, social, religiosa o marxista.

Por su parte, el poeta Jaime Siles, miembro también del jurado, ha reconocido que la decisión de conceder el galardón a Cardenal ha sido «muy acertada» porque es un autor con una obra muy amplia y uno de los grandes traductores de los clásicos.

Por último, Luis Antonio de Villena ha subrayado que su poesía es representativa de toda una época de la literatura en Iberoamérica, y que en alguno de sus libros ha llegado a contar la historia de la tierra.


POETA, TE?LOGO Y MARXISTA

Ernesto Cardenal Martínez nació en Granada, Nicaragua, el 20 de enero de 1925, donde pasó su primera infancia. En México ingresó en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma y en esta época publicó sus primeros poemas.

Completó sus estudios en la Universidad de Columbia(Nueva York) donde se doctoró. Entre 1949 y 1950 se dedicó a viajar por Europa. En esta época se inició en otra de sus pasiones artísticas: la escultura.

En 1952 fundó una pequeña editorial de poesía, El hilo azul. En 1954 participó en un movimiento armado que intentó asaltar el Palacio Presidencial y que fue conocido en Nicaragua como ‘La Rebelión de Abril’.

Es en 1957 cuando su vida da un giro total al decidir hacerse monje trapense e ingresar en el Monasterio de ‘Our Lady of Gethsemani’, en Kentucky,EE.UU.donde Thomas Merton se convirtió en su maestro, consejero espiritual y amigo.

Ingresó más tarde en el Monasterio Benedictino de Cuernavaca, México, donde permaneció dos años. Su labor poética se materializó en esta época, dando cuenta de sus experiencias místicas, en Gethsemani Ky» y Vida en el amor. En 1961 continuó sus estudios de Teología en un seminario católico en la Ceja, Colombia. Desde allí publicó las obras Salmos y Oración por Marilyn Monroe.

El premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana tiene como objetivo reconocer el conjunto de la obra de un autor vivo que por su valor literario constituye una aportación relevante al patrimonio cultural común de Iberoamérica y España. En esta edición han sido presentadas más de 50 candidaturas.

El jurado ha estado compuesto por: José Rodríguez-Spiteri Palazuelo, presidente del patrimonio nacional; Daniel Hernández Ruiperez, rector de la Universidad de Salamanca; José Manuel Blecua, director de la Real Academia Española; Adrián Vitier Rodríguez (nieto de Fina García Marrúz – XX Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana); Víctor García de la Concha, director del Instituto Cervantes y académico de la RAE; Gloria Pérez Salmerón; directora de la Biblioteca Nacional y Antonio Lobo Antunes, escritor portugués; Pilar Martín-Laborda yBergasa, directora de imagen, promoción y desarrollo del patrimonio nacional.

Asimismo, también han formado parte de este jurado José Manuel Mendes, director del instituto del libro portugués; Genoveva Iriarte, directora general del instituto Caro y Cuervo;Soledad Puértolas, escritora; Luís Antonio de Villena poeta y Jaime Siles, poeta; José Miguel Santiago Castelo; subdirector de abc y poeta; Luis Alberto de Cuenca, poeta; José Manuel Caballero Bonald, poeta; Javier Sanjose Lera, director departamento de lengua y literatura de la Universidad de Salamanca, Emilio de Miguel Martínez, profesor de la Universidad de Salamanca, y Esther Martínez Quinteiro, secretaria del premio.

Entre los ganadores de este galardón anual se cuentan el chileno Gonzalo Rojas (1992) el madrileño José Hierro (1995) el asturiano Ángel González (1996) el uruguayo Mario Benedetti (1999) el catalán Pere Gimferrer (2000) O el argentino Juan Gelman (2005) el valenciano Francisco Brines (2010) o la cubana Fina García.

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Pláticas

Pláticas con Ernesto Cardenal, el poeta místico de América Latina

«Renunciar a todo, para encontrar Todo»

Francisco Javier Sancho Más

Más allá de la influencia de Ezra Pound y la poesía norteamericana en la técnica y el desarrollo de la obra de Cardenal, está la lectura de los místicos que tanto ha calado en la obra del poeta nicaragüense hasta convertirlo en pionero de la literatura mística moderna de América Latina.

Coincidiendo afortunadamente con el galardón a Cardenal del Premio de Poesía Iberoamericana Reina Sofía 2012, la catedrática puertorriqueña Luce López Baralt publica en Trotta su ensayo El cántico místico de Ernesto Cardenal, donde aborda esta vertiente decisiva para el estudio y la lectura de la obra del poeta de boina negra sobre pelo blanco, ojos claros y cotona campesina.

Su obra se ha movido siempre en un círculo de maduración temática y poética que empieza en el amor, prosigue con el misticismo, el compromiso político y social y nuevamente el amor. De amor a amor, de sus primeros versos de juventud y sus primeras muchachas, al último amor místico y sensual, que le vincula al Dios por el que optó han pasado algunos años, y muchos versos, escritos a máquina en tiras de papel que luego, el poeta ha ido ensamblando.

Una entrevista con Cardenal nunca puede ser larga, y su parquedad obedece a un silencio de escucha, algo que lo remonta a los contemplativos. Eso obliga a una plática directa sobre un aspecto concreto. En esta entrevista realizada por Sancho Más en diciembre, en el despacho del poeta, en el centro nicaragüense de escritores, Cardenal habla sobre su lectura de un poeta que lo marcó decisivamente por la mística y el erotismo: San Juan de la Cruz.

SM: La relectura de la brevísima obra de San Juan de la Cruz que se inició en el siglo XX ha influido a poetas como Eliot, García Lorca, Valente, José Hierro, Juan Gelman o prosistas como Borges o Goytisolo, por ejemplo, además de escultores, pintores, músicos y cineastas. En el caso de Eliot, hay poemas donde inserta textos al pie de la letra de San Juan de la Cruz, como los de Subida al Monte Carmelo en Four Quartets.

EC: Sí; él (T.S. Eliot) toma eso de «para llegar a donde eres has de ir por donde no eres??. Sí.

SM: Pero en su caso, creo que usted juega con ventaja. (El poeta alza la cabeza y abre los ojos). Si Luce López-Baralt dice que usted inaugura la poesía mística moderna en América Latina, es porque usted absorbe las dos vertientes de San Juan de la Cruz, por su condición de poeta y de religioso. Eso sobrepasa cualquier otra influencia en cualquier otro poeta. Quizá eso no es que sea mejor ni peor…

EC: No (contesta con rotundidad). No es mejor ni peor.

SM: Pero creo que sí facilita un acercamiento más hondo a San Juan de la Cruz, que no sólo se detiene en la lectura meramente literaria. Por eso quiero preguntarle si usted recuerda la primera vez que leyó o al menos le impresionó la lectura de San Juan de la Cruz.

EC: Poéticamente, la primera vez que me impresionó fue la primera vez que lo leí, en la adolescencia. Después lo he estado leyendo muchas veces. Pero, tras una conversión a Dios, tuve la experiencia de San Juan de la Cruz: renunciar a todo para encontrar todo. Para encontrar a Dios. Y entonces lo leí ya bajo otra luz.

SM: ¿Eso fue cuando estuvo con Thomas Merton en Estados Unidos?

EC: No. Eso fue aquí en Managua, cuando tuve mi conversión, y lo leí, ya de otra manera.

SM: En alguna ocasión usted dijo que no entendía a Teresa de Jesús pero sí a Juan de la Cruz. ¿Puede explicar un poco más eso?

EC: Quiero decir que no entendía lo que Santa Teresa decía de la mística en su prosa, no en su poesía. Me refiero a lo que explicaba sobre las etapas de la oración, sobre el significado de cada una de las moradas. Pero en la prosa de San Juan de la Cruz, cuando se dice que para poseer a Dios, hay que renunciar a todo… Eso está claro, no es hermético. Sin embargo, muy difícil. No me atreví a hacerlo hasta que ocurrió la experiencia.

SM: Usted ha dicho que comprendió a San Juan de la Cruz, más por la doctrina que por la poesía.

EC: Sí. Quiero decir que la doctrina de San Juan de la Cruz, en comparación con la de Santa Teresa, es mucho más sencilla. No así su poesía. La poesía de San Juan de la Cruz es muy enredada, y aún no la entiendo bien (dice arrugando la frente y haciéndome sonreír).

SM: Quizá sea por la influencia árabe. ¿Usted cree en esa influencia?

EC: Según lo que ha investigado Luce López-Baralt, así parece.

SM: ¿Ha leído usted poesía mística sufí?

EC: Sí.

SM: ¿Cree que le ha influido?

EC: No (contesta categóricamente), porque no he tenido mucho tiempo para profundizar en los sufíes.

SM: De toda la obra breve de San Juan de la Cruz, ¿tiene algún texto, tanto en verso como en prosa que se le clavara más en el alma?

EC: (Arruga los labios como quien va a contestar una evidencia). El Cántico (Espiritual)…, y la Noche Oscura, también.

SM: Usted entendió mejor a San Juan de la Cruz que a Santa Teresa. Y hay algo que lo une a él. Me refiero al interés por el erotismo como expresión poética. Muchos investigadores coinciden que San Juan escribía para mujeres, en pequeños trozos de papel, que entonces se llamaban billetitos. Algunas de esas mujeres, él las confesaba…

EC: Eran amigas, sí.

SM: Y hay un juego ahí en el límite de lo sensual y lo religioso. Algo parecido veo en textos suyos, como cuando dice: «Yo espero encontrar en Dios los rasgos de todos los rostros bellos que yo he amado en mi vida??. Es una concepción muy sanjuanista de Dios y la belleza de Dios en todo. Entonces, si lo que se desprende de la obra de San Juan es que Dios ofrece la sensualidad, el goce, la caricia, el sexo. ¿Por qué entonces la renuncia al contacto físico y la opción sólo de cantarlo? ¿Por qué renunciar?

EC: Por la tradición mística que yo tenía, que era la de San Juan de la Cruz, y la católica, diferente a la de los árabes, se explica toda esa renuncia.

SM: Y con el paso del tiempo, ¿ha revisado si se trató de un error?

EC: Un error… puede. Pero yo fui criado con esta tradición.

SM: Y no pudo escapar...

EC: Así es.

SM: ¿Escribir le sirve de consuelo a esa renuncia, como parece entenderse en la reciente Telescopio de la noche oscura?

EC: El consuelo es a través de la oración y la unión con Dios. Yo no estoy frustrado sino satisfecho por toda esa renuncia que me ha tocado, aunque haya sido a veces dolorosa.

SM: (Me quedo pensando en esa frase de la renuncia que le ha tocado, pero no avanzo en ello. Quizá debería haberlo hecho) …Telescopio de la noche oscura, ese libro en que rescribe su lectura de San Juan de la Cruz, ¿se debe a una experiencia mística o a un recuerdo de otras experiencias?

EC: No sé… Se me ocurrió primero un poema, y después otro, y después otro. Cuando me di cuenta tenía una serie de poemas sobre el mismo tema. Ya no tuve más inspiración.

SM: Durante ese proceso, ¿leyó de nuevo a San Juan de la Cruz?

EC: Es que los escribí durante cinco o seis meses. Es posible que lo leyera, pero no para escribir esos poemas.

SM: ¿Conoce la historia de la composición de Cántico Espiritual y quizá de Noche Oscura?

EC: He leído que los hizo estando en prisión.

SM: Sí. Según dicen los testimonios, al escapar de la cárcel lo primero que pidió fue que una religiosa copiara esos versos que habían surgido en la prisión. Eso da a entender que la escritura de aquellos poemas que describen la unión con Dios mediante la sensualidad del amor humano, al estilo del Cantar de los cantares, obedecen a un proceso de liberación interior al estar preso exteriormente. La pregunta ahora es obvia. En 2003, cuando usted escribe Telescopio, no sé si ya habían empezado a hostigarle en el entorno judicial y político…

EC: No recuerdo bien las fechas, pero la escritura de ese libro no obedece a eso, sino que fue surgiendo, primero una estrofa, luego otra, así.

SM: En su obra, como en la de San Juan, hay un deseo que la mueve hacia el mismo punto, la de la unión mística con Dios, y un anhelo impaciente a veces, como en Llama de amor viva: «rompe la tela de este dulce encuentro??. ¿Siente usted que ya está más cerca de esa unión? Y no se lo pregunto sólo por su edad (ochenta y siete años).

EC: No me siento más cerca. Mantengo la misma experiencia que tuve. Lo siento igual. No ha habido progreso en mí, sino que queda siempre.

SM: Por último, una pregunta de lector chismoso. ¿Usted suele escribir más de día o de noche?

EC: Pues cuando se me ocurre. Por ejemplo, el Telescopio me iba surgiendo en estrofas de manera espontánea y las iba anotando en una libreta o en trozos de papel. Luego le fui dando orden. Pero no tengo un tiempo sólo para escribir.

SM: Gracias, poeta.

EC: Por nada. Si tenés más preguntas, después me podés escribir y te las contesto.

SM: Gracias, poeta.

[Fuente: Hoja de Ruta: www.caratula.net/ediciones/48/hojaderuta.php].