Ni robo ni mato: «yo soy transparente» -- Juan de Dios Regordán Domínguez

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Al leer algunas noticias me vienen a la mente recuerdos de mi infancia. Entonces no entendía bien cuando la gente decía: «Yo no robo ni mato». Después descubrí que lo decían para declararse ? buena gente». Con estas palabras se pretendía defender la honradez ante cualquier amago de duda hacia una persona. Era una especie de marchamo de honradez personal y de autodefensa social.

Ahora también hay quiénes dicen ?yo soy transparente?? y su transparencia se traduce en afirmar que su retribución fija en política es de sólo 75.000 Euros brutos anuales y .26.000 Euros en concepto de dietas. Sin embargo, a un profesor después de treinta y cinco años de servicios sólo se le permite una pensión única de no más de 32.000 Euros.

Además, ahora se roba y se mata de muchas maneras. A algunos crímenes se les llama ?violencia de género??, en vez de decir ?ha matado a su esposa o a su compañera??. También hay quiénes se asignan grandes sueldos porque nadie les controla. Por otra parte, en algunos concursos, se prometen grandes cantidades a cambio de hacer extravagantes piruetas o contar y expresar interioridades propias o ajenas. Parece que todo se centra en lo económico, en aspiraciones de grandeza o experimentar sensaciones momentáneas de placer. Se vende la propia imagen y la honra.

Hay que volver a los valores si no queremos prostituirnos en lo más íntimo. Robar es malo, pero venderse es mucho peor. Es poner precio a la misma dignidad humana. Poner precio a la propia dignidad es dejarse robar. El respeto de la dignidad humana exige: La práctica de la templanza, para moderar el apego a los bienes de este mundo; la justicia, para preservar los derechos del prójimo y darle lo que le es debido; la solidaridad, sabiendo compartir con los demás.

Se presentan una serie de comportamientos y de actos que se van considerando normales y, sin embargo, están en contraste con la dignidad humana: el robo, el fraude comercial, el enchufismo para adquirir un puesto fijo, bien blindado para que nadie le pueda descabalgar aunque se una flagrante injusticia. Hay que volver a la raíz, a la claridad de lo bueno y lo justo. Se nos recuerda: ?No tendrás en tu bolso pesa grande y pesa chica?? para emplearla según tu criterio egoísta e interesado. Tendrás pesas cabales y justas para que se alarguen tus días sobre la tierra??.

La explotación laboral, de propios e inmigrantes también es una grave violación de los derechos de las personas. No oprimas al pobre e indigente, ya sea uno de tus hermanos o sea uno de los extranjeros que han venido a tu ciudad. Sabemos de la penuria en la que se encuentra extranjeros que vinieron al bienestar anunciado y ahora se encuentran sin salidas ni dentro de nuestra comunidad ni en su país.

La sociedad de consumo, por la subida de los precios especulando sobre la ignorancia y las necesidades ajenas, es denunciada en (Amós 8,4-6: ?Escuchad esto los que aplastáis al pobre y aniquiláis a los desgraciados del país, diciendo ¿Cuándo pasará el novilunio para que vendamos el trigo, y el sábado para que podamos abrir los graneros??, y falsear fraudulentamente las balanzas, comprar por dinero a los débiles, y a los pobres por un par de sandalias, y vender hasta las ahechaduras del trigo?, la apropiación y el uso privado de bienes sociales de una empresa, los trabajos mal realizados, los fraudes fiscales, la falsificación de cheques y facturas…

¿Acaso no sucede esto ahora…? ¿Es que se puede alardear de transparencia?

juandediosrd@hotmail.com