Ya es Navidad en tal sitio. Ya es Navidad en muchas tiendas. Los reclamos publicitarios aparecieron hace ya más de un mes, disimulados por una música de villancicos que llega al corazón. Y ya es Navidad en la calle. Desde finales de noviembre, las luces parpadean y crean figuras de estrellas y angelitos. El ambiente anuncia una Navidad que cada año se adelanta. ?¡Adelántate a la Navidad!??, reza un anuncio publicitario.
Y esta Navidad no llena. Esta Navidad crea ansiedad. Esta Navidad puede agudizar los sentimientos de soledad, de depresión, de tristeza, de estrés,… Esta Navidad puede estimular a las compras compulsivas y a los excesos en la comida y el beber.
La Navidad pasará, se apagarán las luces, olvidaremos los regalos en el altillo, y volveremos a ser los de antes. ¿Cuál habrá sido la ganancia? ¿Dónde quedarán los buenos deseos expresados durante estos días? ¿Qué le falta a nuestra Navidad?
Tal vez nos falta experimentar la necesidad de la Navidad. Tal vez nos falta sentir un vacío que nos hace falta llenar, una desazón que nos hace falta templar.
Me he parado ante los luces de unos grandes almacenes y, haciendo el sordo a la ramplona música, he sentido la necesidad de no quemar etapas, de no correr en el tiempo, de vivir un Adviento antes de la Navidad.
¿Qué es el Adviento? Creo que nos basta una mirada a nuestro mundo, a la realidad que nos toca vivir, para encontrar la respuesta. Nos hace falta un Adviento para pedir una Paz en medio de tantas guerras, un Adviento para reclamar una Justicia ante tanta indignidad injusta, un Adviento para reclamar una Fraternidad ante un mundo de relaciones maltrechas, un Adviento para deshacernos en compartir lo que somos y tenemos en medio de tantas carencias, un Adviento para acompañar dolores junto a tantas personas sufrientes, un Adviento para tomar conciencia de nuestra pequeñez y nuestra finitud, un Adviento para levantar los ojos al cielo y, gritando, pedir, con esperanza, la venida del Justo.
L?esperanza es la llave para entender la Navidad en un mundo tan desequilibrado.
Tenemos el peligro de quedarnos con aquella Navidad superficial que no aporta nada a nuestro espíritu. Las luces y el ruido de la calle tal vez no nos dejan ver la Estrella de esperanza que se puede levantar cada día. Y, tal vez, nos damos cuenta que hemos prestado poca atención a la vida de nuestro espíritu. Por más que nuestro mundo sea cada vez más laico, no podemos dejar de buscar aquellos valores del espíritu que son los que nos aportan la capacidad para pensar, para amar, para contemplar, para meditar,…
De la primera Navidad sabemos muy poco. Los relatos que tenemos, utilizando el lenguaje y el simbolismo de la época en que fueron escritos, quieren insistir en que, en medio de un mundo trasegado por el odio, nació un Amor definitivo que se quiso manifestar a los más despreciados de la tierra, mientras unos heraldos celestiales invitaban a los hombres de buena voluntad a no tener más miedo. Un amor que, si lo buscamos, se puede manifestar cada día en una Navidad que no deja de producirse.
¡ OS DESEO UNA NAVIDAD LLENA DE AMOR Y LLENA DE ESPERANZA !
Y UN A?O NUEVO PARA LLENARLO DE ILUSIONES