MONSE?OR MILINGO : » LA IGLESIA DESPRECIA A LOS CURAS CASADOS Y CONSIDERA CONCUBINAS A SUS ESPOSAS»

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Religión Digital

El arzobispo Emmanuel Milingo, a quien el Papa Bendicto XVI excomulgó por consagrar como obispos a cuatro sacerdotes casados, es un firme defensor de las enseñanzas de la Iglesia católica en los asuntos más controvertidos.
‘Nosotros queremos cambiar a la Santa Madre Iglesia desde adentro, queremos restaurar su salud’, afirmó a Efe Milingo, de 76 años y arzobispo jubilado de Lusaka (Zambia), durante una entrevista en un apartamento del noroeste de Washington, donde una habitación se ha convertido en la capilla en la que él celebra misa cada día.

El problema es que el instrumento con el cual Milingo quiere salvar a su iglesia es el retorno a la práctica de los sacerdotes casados y la renuncia al celibato obligatorio que la Iglesia católica instauró hace ocho siglos.

‘Está aquí, en la historia de los rabinos, en la doctrina original que se expresa en los Hechos de los Apóstoles’, afirmó Milingo, sentado detrás de un escritorio donde se apilan una Biblia, breviarios, misales, libros de ley canónica y sus propios apuntes a mano, tomados con una cuidada caligrafía.

‘No se trata de abolir el celibato’, agregó. ‘De lo que se trata es de que la Iglesia retorne a sus raíces, cuando el sacerdocio y el matrimonio no eran una contradicción. Tenemos ya una experiencia de siglos con el celibato obligatorio de los sacerdotes, y lo que vemos es como para que la Iglesia se avergüence’.

Hace apenas diez días, el Vaticano dictó la ‘excomunión automática’ a Milingo después de haber consagrado como obispos a los sacerdotes estadounidenses casados Peter Paul Brennan, Patrick Trujillo, Joseph Gouthro y George Augustus Stallings.

Los cuatro nuevos prelados, por supuesto, también fueron fulminados por el castigo del Vaticano.

‘¡Es indignante la forma en que la Iglesia trata a los sacerdotes casados!’, exclama Milingo, mientras su esposa, la acupunturista coreana María Sung, de 47 años, sirve té verde japonés en cuencos de porcelana fina.

‘Hay 150.000 sacerdotes casados que bien podrían resolver la escasez de sacerdotes en la Iglesia’, añadió Milingo. ‘Pero la iglesia los desprecia, considera concubinas a sus esposas, e ilegítimos a sus hijos’, agregó.

La rebelión apasionada de Milingo contra el celibato obligatorio que su iglesia impone a los sacerdotes se aplaca cuando Milingo, que recibe a los visitantes con toda su gala arzobispal, crux pectoralis y anillo con sello incluidos, habla sobre varias enseñanzas de la Iglesia que resultan difíciles para muchos miembros de ese credo.

La jornada del arzobispo sigue la rutina del ex seminarista de Kasina y Kachebere, ordenado sacerdote en 1958 y a quien el Papa Juan Pablo II consagró como obispo en 1969.

‘Me levanto a las cuatro de la madrugada, leo mi breviario, rezo tres rosarios y oficio misa’, dice con una sonrisa. ‘Luego el desayuno, y aquí, a mi escritorio, a estudiar y escribir. No quiero que alguien me pille en algo que he escrito y cuestione mi documentación’.

Milingo, quien culpa al celibato forzoso de los escándalos sexuales entre el clero, opina que ‘la sexualidad plena, la dictada por la naturaleza y la complementación de los órganos humanos, es la que ocurre entre un hombre y una mujer’.

‘Nosotros consideramos y tratamos a los homosexuales como lo haríamos con los alcohólicos’, añadió. ‘Los homosexuales se privan a sí mismos de la plenitud que viene de la unión de hombre y mujer’.

‘Los tratamos con benevolencia, con amor, y esperamos que en algún momento recuperarán la sensatez’, dijo Milingo acerca de los homosexuales. ‘Esperamos que la gracia de Dios opere en ellos. No los excluimos. Esperamos que a alguna altura se revalúen a sí mismos’.

Igualmente ortodoxa es su posición acerca del matrimonio, una experiencia en la que él lleva apenas cinco años.

»Lo que Dios ha unido, nadie puede separarlo’ es nuestra enseñanza. El matrimonio requiere mucho ‘toma y daca’, y esto está ausente en los matrimonios actuales’, señaló el arzobispo, que dijo que él negaría la comunión a un católico o una católica divorciados.

‘Nuestra enseñanza es la de Jesús: ‘Perdónanos nuestras ofensas así como nosotros perdonamos a quienes nos ofenden’, pero ¿cómo puedo yo estar seguro que esa persona divorciada ha perdonado a la otra?’, explicó. ‘Un divorcio habitualmente está repleto de disputas, rencores, mezquindades’.

En cuanto al aborto, es terminante: ‘Es un homicidio’.

El arzobispo, que por ahora piensa radicarse en Estados Unidos, tampoco da muchas esperanzas a los millones de católicos en este país que con cargo de conciencia desatienden las instrucciones del Vaticano sobre planificación familiar.

Milingo se opone a los métodos artificiales de control de natalidad, y al igual que Juan Pablo II, tiene muy poco aprecio por la llamada ‘teología de la liberación’.

‘La teología de la liberación contribuye con algo positivo: llama la atención de la Iglesia hacia las injusticias’, afirmó. ‘Pero si la teología de la liberación promueve como respuesta una lucha de clases, entonces se aparta de la senda cristiana, que es la de búsqueda de soluciones de justicia’, dijo.