Mons. Carlos Malfa: «El ecumenismo es un largo camino cultural y emocional» -- Agustín De Beitia

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La Prensa

Las calles de Chascomús se vacían en el mediodía de una radiante jornada laboral, y lo mismo parece suceder en el obispado, donde monseñor Carlos Malfa atiende a La Prensa para explicar el reciente gesto de apertura del Vaticano hacia los anglicanos. El sol entra por una ventana alta y angosta que da a la plaza principal e ilumina la austera recepción, decorada con un par de cuadros y poco mobiliario. El obispo, de 60 años, reelegido el año último como presidente de la Comisión Episcopal de Ecumenismo, Relaciones con el Judaísmo, el Islam y las religiones, es oriundo de Mar del Plata, donde llegó a ser vicario general antes de ser nombrado obispo de Chascomús en el 2000. En el diálogo se muestra cuidadoso y desaprueba los aires de triunfalismo.

– ¿Cuál es el sentimiento que experimenta ante la posibilidad de que una parte de los anglicanos pueda volver a la Iglesia católica romana?

– Siento un profundo respeto y comprensión que nacen del amor fraterno por el camino recorrido por estos hermanos hacia la plena comunión, realizada en fidelidad a su conciencia religiosa y sin duda no exenta de sufrimiento.

– ¿Qué significa este paso que da el Vaticano?

– Es, ante todo, un acto de amor del Santo Padre y de fidelidad a su misión. Es una puerta que se abre en respuesta a la petición de ciertos grupos de origen anglicano que han pedido ser recibidos en la plena comunión de la Iglesia católica. El propósito no es poner fin al diálogo ecuménico en curso ni tampoco, como ha sido la reacción en ciertos ámbitos católicos, un «triunfo» católico en un momento de crisis interna de la Comunión anglicana. Habrá que esperar a la publicación de la constitución apostólica para responder con más fundamento.

UN PASO

– El papa Benedicto XVI anunció en la misa de inicio de su Pontificado que el diálogo ecuménico sería una prioridad. ¿Es este un paso en esa dirección?

– El compromiso en el diálogo ecuménico sigue siendo una prioridad para la Iglesia católica. Así lo expresaron en forma inequívoca los últimos Papas después del Concilio. En este caso, si el diálogo teológico contribuyó a que los anglicanos que dirigieron la petición a la Santa Sede se descubran en la comunión de fe de la Iglesia católica, y a la vez permitió que la Iglesia católica reconozca la identidad de la Comunión anglicana que, en plena comunión de fe y vida sacramental, debe ser respetada, es un paso.

– ¿Estamos cerca de una solución definitiva?

– No. La meta del diálogo es alcanzar la comunión plena con la totalidad de la comunión anglicana. El ecumenismo es un largo camino no solo doctrinal, también cultural y emocional. No cambia nuestra mentalidad de un momento a otro. Necesitamos disponibilidad para estar y caminar juntos aún en las diferencias no superadas, mantener vivo el dolor por las divisiones, vivir lo que el Concilio llama «ecumenismo espiritual», es decir, la conversión del corazón, la oración por la unidad, la santidad de vida.

– ¿Cuáles son los principales obstáculos que hace falta eliminar?

– Sin duda, hay puntos doctrinales para ser clarificados, sobre todo a nivel de eclesiología. El diálogo teológico ha presentado frutos más que valiosos. Pero en el seno de la Comunidad anglicana se han dado en las últimas décadas evoluciones en el orden de los ministerios, como la admisión de la mujer al presbiterado y al episcopado, y decisiones en el ámbito de cuestiones éticas que están en clara contradicción con lo que ha sido afirmado en los diálogos. Esto, porque la Comunión anglicana no tiene previstas instancias magisteriales vinculantes y se autodefine como «a-dogmática».

-Leí que ya en 1876 John Henry Newman, convertido al catolicismo, había estudiado un plan para crear una suerte de iglesia anglicana «uniata», similar a aquella de rito oriental unida a Roma. ¿Es una solución que está en estudio hace mucho tiempo entonces?

– No puedo corroborar eso pero sí puedo afirmar que durante las Conversaciones de Malinas (1921-1926), bajo la guía de Lord Halifax y del cardenal D. Mercier, un pionero del ecumenismo en la Iglesia católica, Dom Beauduin había acuñado ya la expresión «Iglesia anglicana unida, pero no absorbida».

– Los anglicanos siempre fueron presentados como los más cercanos a la Iglesia católica. ¿Cómo es eso?

– Sí, entre las iglesias y comunidades eclesiales surgidas a partir de la Reforma eso ha sido hasta hoy así, y lo ha reconocido el mismo Concilio Vaticano II. A eso ha contribuido el peculiar modo en que la Reforma ha sido asumida en Inglaterra. Configurada en el surco de la Tradición previa, la Iglesia anglicana ha conservado el ministerio episcopal y una rica tradición litúrgica. Sin embargo, en cierto puntos referentes a la comprensión de las mismas estructuras eclesiales y a las mediaciones sacramentales, ha sido necesario verificar si la comprensión ha sido exactamente la misma. Porque los principios de la reforma también han estado presentes.

Hay que tener presente que dentro del anglicanismo hay diversas corrientes: está la «alta iglesia» (high Church), que en sus ritos y doctrina se asemeja más a la Iglesia católica, y la «baja iglesia» (low Church), donde es más fuerte la impronta reformada. De ahí que encontremos iglesias anglicanas en las que cueste encontrar la diferencia con la misa católica, o en que hay imágenes de la Santísima Virgen o reserva eucarística, junto con otras más parecidas a las evangélicas. El anglicanismo es una «Comunión», no un bloque uniforme.

ADECUADA CATEQUESIS

– Ya es normal que haya sacerdotes católicos casados en Europa oriental y en Medio Oriente (de tradición melquita, uniata, siria) y ahora se admitirá también a sacerdotes anglicanos casados. Esto causará perplejidad, debates. El Vaticano es consciente y habla de una tarea de educación. ¿Cómo lo ve?

– Una adecuada catequesis siempre es necesaria. La cuestión ya había sido contemplada por Pablo VI en la encíclica «Sacerdotalis Coelibatus». La limitación estará en que la existencia de clérigos procedentes del anglicanismo no cause perjuicio a la disciplina general sobre el celibato. Seguramente habrá respuestas distintas según las situaciones de tiempo y lugar.

– ¿Hay que esperar un cambio a corto plazo sobre la disposición del celibato para el resto de la Iglesia? Si no es un dogma, ¿por qué es importante mantenerlo?

– Las disposiciones sobre anglicanos que pasen a la comunión católica no influye en la disciplina del celibato. Si bien el celibato no es un dogma, tiene un profundo arraigo en la tradición de la Iglesia católica. No olvidemos que en el Oriente cristiano (católico o no) no pueden acceder al episcopado más que hombres célibes. El celibato siempre permanecerá en la Iglesia como un signo luminoso del don de Dios a un hombre que cree en la gracia que recibe y que libremente lo abraza entregando toda su vida sin límite de donación a Cristo y a la Iglesia.