MISIONEROS DE LA CONSOLATA LLEVAN AGUA A MÁS DE 300.000 PERSONAS EN KENIA. Jesús Bastante

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Religión Digital

Misioneros que apagan la sed
Cuenta Jesús Bastante en Abc que el padre Giussepe Arguese llegó a la diócesis de Meru, en plena selva africana, a 230 kilómetros de Nairobi (Kenia) en 1967. El religioso, perteneciente a los misioneros de la Consolata, se encontró con que uno de los mayores problemas de los habitantes de la región -pertenecientes a la etnia Ameru, de origen Bantú- era la escasez de agua, que durante años había desencadenado muchos conflictos entre las tribus de la zona.

El agua era elemento imprescindible para la misión de los religiosos de la Consolata, puesto que sin ella era imposible sacar adelante un centro de niños discapacitados. A finales de los sesenta, los únicos recursos hídricos provenían de sendas fuentes en los cercanos ríos Ura y Amwamba.

Encontrar el agua

Consciente de esta situación, el hermano Arguese -al que los indígenas ya comenzaban a llamar «Mukiri», el silencioso en lengua swahili- comenzó a pensar la mejor fórmula para encontrar y almacenar agua. Una tarde, paseando por el bosque de Nyambene, la frondosidad de los árboles, la altitud y la diferencia de temperatura entre el día y la noche le llevaron a concluir que en el interior de la montaña había agua, que se almacenaba por condensación.

Con la ayuda de los lugareños de Tuuru, capital de la diócesis de Meru, el religioso construyó pequeños túneles de 200 metros de longitud, cuyas paredes exudaban el agua retenida en la montaña y la conducían mediante un sistema de pequeños tubos, primero hasta la misión y posteriormente a los poblados.

Hoy, casi cuarenta años después de su descubrimiento, más de 250 kilómetros de tuberías prácticamente invisibles recorren la selva keniana. Con la colaboración de la ONG española Manos Unidas, además, se han construido dos presas, que abastecen de agua un área de aproximadamente 1.200 kilómetros cuadrados, lo que ha beneficiado a más de 300.000 personas. Más de 10.000 metros cúbicos de agua se almacenan en grandes depósitos a ras de suelo, con 4.000 puntos de conexiones privadas y otras 149 públicas.

En la actualidad, los misioneros de la Consolata están construyendo otra gran presa que les permita almacenar hasta 50.000 metros cúbicos de agua para que, cuando llegue la sequía, los habitantes de la zona no se vean afectados. A sus 74 años, el padre «Mukiri» continúa trabajando en la zona.

Sus habitantes se dedican a la agricultura de subsitencia y desde un principio han hecho suyo el proyecto del religioso. Incluso han creado un Comité del Agua, que regula los derechos de los usuarios y que ha sido reconocido oficialmente por el Gobierno keniano.