El monto de las solicitudes de préstamo recibidas por la Fundación Fiare supera los depósitos captados, seis millones de euros en ocho meses de funcionamiento. «Ocurre lo que deseamos», asegura Peru Sasia, director general de la primera iniciativa de banca ética en el País Vasco. «Una entidad como la nuestra sólo tiene sentido si es capaz de prestar donde nuestros clientes dicen que debemos hacerlo; no buscamos reinvertir en lo que sea».
Surgida a partir del compromiso de 63 organizaciones no gubernamentales, su expansión se ha producido gracias a la red social que las mantiene. Sus primeros beneficiarios han sido entidades de cooperación al desarrollo e integración social, economía solidaria, culturales o de protección medioambiental, aunque su intención es trabajar pronto directamente con los excluidos del sistema financiero. Según su responsable, el secreto para crecer y diversificar su actividad radica en la confianza. «La clave radica en que la gente entienda que somos buena gente, y eso no podemos hacerlo con un esfuerzo propagandístico importante, sino con el boca a boca».
-Los analistas prevén un crecimiento espectacular de los fondos solidarios o éticos. ¿Comparte este optimismo?
-Esta afirmación se basa en el éxito obtenido en el Norte de Europa y Estados Unidos, pero en España no acaba de despegar. Aquí la asignatura pendiente es que la gente se lo crea. Aún no generan la suficiente credibilidad porque se basan en las carteras de empresa habituales y no se ve claramente un deseo efectivo y transparente de restringir el ámbito de inversión y apoyar preferente o exclusivamente valores con criterios ético-sociales y medioambientales. Fiare no opera con fondos de inversión porque no ha encontrado ninguno que le guste.
El valor del cara a cara
-¿Cabe esperar cierta competencia entre este tipo de productos y los ofertados por la banca ética?
-La intención de posicionamiento en el mercado es completamente distinta. Lo que se declara es lo mismo, pero hay que ver cómo cristaliza. Las inversiones socialmente responsables son un producto, no una organización, mientras que la banca ética es un concepto más integral, una organización que, de arriba a abajo, con todos sus productos y servicios, manera de operar, crecer o aceptar socios, se califica como socialmente responsable. Buscamos siempre identificarnos con el propósito fundacional, mientras que los fondos son un producto con propiedades atractivas para un tipo de cliente.
-¿Fiare se plantea convertirse en una entidad financiera de referencia completa para el cliente?
-Sí, nuestro proyecto sólo tiene sentido aspirando a ese objetivo, no quedándonos como una agencia de intermediación, de las que ya hay muchas y muy buenas. Pretendemos, en cuatro años, constituirnos en cooperativa de crédito con servicios cotidianos y cartera de productos como seguros o ‘leasing’. Ni siquiera descartamos la disposición de cajeros automáticos, aunque dependerá del respaldo social.
-¿Qué les diferenciará de la banca convencional?
-Puede ser la primera opción de mucha gente, pero es difícil que sea tan agresiva en términos de actualización tecnológica u oferta por Internet, porque las implicaciones de esa manera de operar también tienen calado ético. Damos mucho valor al cara a cara y también restringimos las situaciones en las que concedemos financiación. No incluimos los créditos personales para consumo, por ejemplo, destinadas a comprar un segundo coche o una segunda vivienda, por una cuestión de privilegiar la emergencia social. Creemos que podemos ser el primer banco, pero no el único.
-La Conferencia Inaise está dedicada a la innovación. ¿Por dónde debe ir el futuro en el campo de las finanzas sociales?
-La imaginación es un reto de la economía social. Los colectivos a los que nos dirigimos necesitan algo más que dinero para insertarse. Las entidades de banca ética tienen que descubrir nuevas estrategias vinculadas al acceso a la vivienda, pero no para proporcionar préstamos mas baratos y seguir permitiendo la especulación, sino fomentar las cooperativas que hagan sus propias promociones, el respeto a la sostenibilidad medioambiental o la conexión entre formación y empleo. El apoyo a los emprendedores no se resuelve sólo con préstamos, también con el apoyo de capital social o de riesgo.