Misionero: «La gente en España no cree a los obispos» -- Gerardo Lizama Salgado

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Religión Digital

Soy religioso misionero en países latinoamericanos, -Paraguay, Chile, Perú -, durante una vida entera y larga. Mi Congregación nos aconseja vacaciones en país de origen. Hace no mucho tiempo estuve disfrutándolas allá en España. La encontré muy rica, aunque con millones de pobres. Pero quiero fijarme sólo en algunas cosas relativas a nuestra Iglesia en la Península. Encontré casi deprimente la actitud del Episcopado. Y lo mismo un alto porcentaje del clero. Entiéndase: Lo que yo percibí. Habrá, quizá, muchos otros sectores con otras actitudes, que no alcancé a ver.

Estuve en dos provincias de Cataluña, en Cádiz, Murcia, Valencia, Madrid, Galicia, Santander y otros lugares. Un hecho casi común: El anticlericalismo que parece más radicalizado aún que en los tiempos pasados. La gente no les cree a los párrocos; menos aún a los obispos. Se les hace las más variadas acusaciones: En las costas de Pontevedra (y otros lugares) cobran precios, -según dicen -, escandalosos; por funerales, aniversarios de fallecimiento, sacramentos.

Los sermones en los templos y en los medios de comunicación son en extremo moralizantes; y con un sólo tema: Condenas a diestro y siniestro, contra divorciados, contra homosexuales, preservativos… Cuando viajo ó estoy en vacaciones acostumbro a asistir a Misa en domingo ó por la semana, como los demás cristianos; por esto pude escuchar todas estas cosas. En un templo de Barcelona, tuve la mala ocurrencia de contar las personas jóvenes que asistían a Misa. Fue fácil, porque sólo había dos chicas jóvenes; ningún varón de esa edad, El grupo mayoritario, personas de mucha edad. En otros lugares lo mismo.

Los obispos a través de los medios de comunicación, da pena oírlos. Yo deseo que haya muchas excepciones. Lo que se percibe más no son las excepciones. Están obsesionados contra el PSOE y su gobierno. Causa mucha extrañeza que algunos empiezan a afirmar públicamente que «los persiguen». O que se desencadenan persecuciones «contra los católicos». En otros momentos proclaman triunfalmente que la inmensa mayoría de los españoles son católicos; sería una «persecución» contra la casi totalidad de la nación… Algún otro sale a decir que no es que los persigan; lo que ocurre es que no les hacen caso: Ni los católicos, ni los que no lo son.

Miran mucho hacia la derecha política. Como aquel salmista, que miraba a los altos montes a ver si de allí le llegaba «el remedio??…. Pero todo parece indicar que ni a la derecha le entusiasma mucho teñirse de ese clericalismo.

A alguno le gusta, «orientar» el voto de los católicos; como en viejos tiempos, de triste recuerdo. Puede ser que ya no tenga ningún efecto.
Acostumbrado uno a directrices pastorales de contenido misionero, en estas tierras de América, le invade la impresión de que el Episcopado español y buena parte del clero, no saben predicar el Evangelio, o no tienen el deseo de hacerlo. La predicación del Reino, de Jesús; ó el anuncio con Fuerza, de su Resurrección, no se escucha. Quizá no se han dado cuenta que están en estado de Misión en todo el país, incluidos los emigrantes que llegan. Su interés parece estar en asuntos de dinero; sus preocupaciones por los monumentos históricos del pasado; o porque los gobernantes no dictan las leyes que a ellos les gustan. En una casa sacerdotal castellana que estuve varios días, unos presbíteros jóvenes, vestidos de riguroso cuello romano, conversaban que los dos mejores momentos históricos de la nación, habrían sido el tiempo de Franco y de Felipe II…

La Iglesia de Dios que está en España no parece estar capacitada, en su parte jerárquica, para tener una Asamblea que prepare su futuro; con laicos (hombres y mujeres), presbíteros, religiosos, obispos. Y así planificar un futuro misionero; como lo acaba, de hacer América Latina, en Aparecida (Brasil). Y ahora lo va haciendo cada país en este continente. Para ello ahora falta un verdadero diálogo al interior de la Iglesia de España. Pero con la actitud que se percibe en quienes están en la cúpula, no parece que ese diálogo sea posible. Aunque, sí, Dios puede hacer imposibles.

No quiero ignorar que, aunque esto es lo que vi ,sin embargo tiene que haber otras realidades y sectores mucho más positivos. Y por supuesto, que me he encontrado con una parte de pueblo cristiano, sencillo, que no opina pero que en silencio cree y espera.

Con todo, y en su conjunto, le vendría muy bien al Cuerpo Pastoral de la Iglesia Peninsular meditar aquella carta del Apocalipsis, al Ángel de la Iglesia de Laodicea. Necesita, de aquel «oro acrisolado», porque el tipo de oro que tiene no sirve; aquellos «vestidos blancos». Aquellos «vestidos blancos», que nada tienen que ver con «mitras», báculos, capelos, capelos rojos, cuellos romanos. Aquel «Colirio», para recobrar «la vista»
(Ap.3,14-19).

(Alandar)