Me ha dejado mal cuerpo la doble canonización -- Jesús Mª Urío Ruiz de Vergara

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Enviado a a la página web de Redes Cristianas

Artículo sobre la doble canonización, del blog «El guardián dle Areópago».
Hace tiempo acuñé la expresión ?santidad administrativa??. Y me atrevo a reclamar la patente del invento porque, de verdead, jamás he leído, o escuchado, o visto desarrollado ese concepto. También he afirmado, en varias ocasiones, que no me gusta cómo la jerarquía de la Iglesia maneja, proclama, usa, y manipula, hasta apoderarse en propiedad, ese atributo divino, que es el más divino de todos los que aparecen en la Sagrada Escritura, el de ?la Santidad de Dios??, o, lo que es o mismo, que Dios es, sobre todo, Santo. Y que esa característica le viene de su esencia, de la más pura y profunda intimidad de su ser.

No es como otros atributos, que se refieren a realidades externas, o, por lo menos, separables del puro y diáfano concepto de Dios. Dios es bueno porque hace cosas buenas, y se porta bien con sus creaturas; es misericordioso porque le gusta volver a poner en su seno a sus hijos y ?recrearlos??, (como veíamos ayer en el evangelio de la misa del lunes de la 2ª semana de Pascua; ?Jesús le contestó: «Te lo aseguro, el que no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios.» Nicodemo le pregunta: «¿Cómo puede nacer un hombre, siendo viejo? ¿Acaso puede por segunda vez entrar en el vientre de su madre y nacer?» (Ju 3, 3-5). Haciendo una discreta referencia a que misericordia, en hebreo, tiene la misma raíz que ?útero??; y Dios es justo porque no tiene preferencias entre sus criaturas, etc. Pero Dios es Santo porque es Dios, sin más. Es diferente, es transcendente, es ?otra cosa??)

Las cosas más elementales y directas resultan, a veces, las más complicadas y trabajosas de asumir. Que Dios es el único santo, y que todos participamos de esa santidad por el Bautismo es algo que nadie, ningún prócer de la Iglesia, puede ignorar. Y que no tiene, la santidad participada de Dios, connotaciones éticas o morales, caen de su peso de los propios conceptos. Así que no sé a qué vienen las referencias a ?virtudes heroicas??. Cualquier ser humano puede tener esas virtudes, que lo harán un héroe, no un espejo de la Santidad de Dios en el mundo. Todas estas cosas, pienso, no sé si ingenuamente, o un poco como pardillo, las saben, o deberían saber nuestros jerarcas, no digamos, papas, cardenales, y los altos referentes de la Curia Vaticana.

Lo que sí pienso es que, en la Iglesia, se debería introducir, en el derecho Canónico Penal, el delito de prevaricación, (?La prevaricación, o prevaricato, es un delito que consiste en que una autoridad, juez u otro servidor público, dicte una resolución arbitraria en un asunto administrativo o judicial, a sabiendas de que dicha resolución es injusta. Dicha actuación es una manifestación de un abuso de autoridad??.) No existe este delito en el CIC (Código de Derecho Canónico), pero cada vez que un obispo, cardenal o Papa hace alguna declaración, o un decreto, en contra de la palabra evangélica, sería interesante y prudente acudir a esa figura jurídica. No digo yo que, en muy determinados casos, no venga bien una autoridad suprema en la Iglesia. Pero es absolutamente contra el Evangelio que esa autoridad sea omnímoda, imperial, autoritaria, dictatorial, y absoluta. Considero que canonizar a alguien, proclamarlo santo, como dios es Santo, a quien ha aceptado esos parámetros para ejercer el servicio de que habló el Maestro, hasta lavar los pies, es un claro abuso y un desenfoque total. Dejémoslos ser papas, pero no los canonicemos.