La visita del papa va a tener un coste de millones de euros, la mayoría a costa de los contribuyentes, católicos o no. La parafernalia que rodea al acontecimiento sonroja a cualquiera con un mínimo de sensibilidad. Lo llaman Jornada Mundial de la Juventud, arrogándose el derecho de representar a toda la juventud cuando en este país no practica la religión católica ni la mitad de los jóvenes. Yo lo definiría como Jornada Mundial del Comercio dado su vergonzoso alarde mercantilista. Van a vender hasta el alma con la bandera del Vaticano impresa. Y hablan de la caridad cristiana.
Según datos de Médicos Sin Fronteras, bastan 30 euros para aportar 121 raciones alimenticias. Nos vamos a gastar alrededor de 50 millones. Hagan la cuenta. Como ni el papa, ni sus cardenales ni sus peregrinos ni nuestro Gobierno se van a avergonzar nunca, me avergüenzo yo por ellos.
Madrid