Hace once años, un 23 de marzo comenzó con una sesión en la Cámara de Diputados. Por 48 votos a favor y 24 en contra se aprobó el juicio político al Presidente Cubas. Se temía que dada su debilidad Lino Oviedo subiera al Poder. Esto suena demasiado duro ahora, pero en aquel contexto se sentía el peligro de una dictadura. Alrededor del medio día llegó al Cabildo el féretro del asesinado Vicepresidente José María Argaña para recibir los honores de despedida.
A las trece horas el Presidente Cubas ordenaba el arresto de Lino Oviedo en el Regimiento Escolta. “Espero que sirva para algo”. Poco después el General aparece en el citado cuartel diciendo que no se consideraba detenido, que había venido “motu propio” para aclarar su situación.
A partir de las 16 horas comenzó una lucha que acabó con la división salomónica de la Plaza en dos partes separadas por una franja neutral. Grupos de oviedistas, con la ayuda de la policía intentaron desde entonces en varias ocasiones abrirse paso en la parte de la Plaza ocupada por los 20.000 campesinos y por los centenares de jóvenes. Una lucha entre cohetes apoyados por carros hidrantes y las baldosas rotas de la Plaza.
Durante la noche hubo una tensa calma. Al día siguiente comenzaba el juicio político en el Senado Nacional.
Cuando jóvenes y campesinos se unieron
Los jóvenes eran solo un puñado, pero representaban a todos los partidos políticos, y sobre todo, pronto su ejemplo iba a mover a miles de compañeros. Desde hacía un mes se esforzaban por convencer al resto de los ciudadanos de que Lino Oviedo era un peligro y que “Dictadura nunca más”.
Los campesinos habían venido a la Plaza exigiendo la condonación de una deuda, en número de 20.000.
Ambos grupos se encontraron en la Plaza un día como hoy por la tarde. Los campesinos copándola y cerrando su entrada a otros. Los jóvenes manifestándose y siendo cruelmente reprimidos por la policía. Cuando entonces intentaban entrar en la Plaza los campesinos se lo impidieron.
Por eso, esa noche comenzaron unas negociaciones, ejemplo para ahora, que lograrían la integración de los dos grupos.
Todo esto ocurría hace once años en un ambiente de crispación nacional. Por la mañana ese martes 23 de marzo había sido asesinado el Vicepresidente Luís María Argaña.
Y, para mí, todo esto comenzaba con algo muy duro. En la manifestación de la tarde había explotado a mi lado una granada de gases. Durante toda la semana tuve quemada las cuerdas vocales. Nos esperaba una semana gloriosa, pero llena de dolor.