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Dicen que fueron tres reyes,
pero la historia varía.
Yo digo que fueron cuatro,
aunque el cuarto se escondía.
Él retrasó su llegada
y se presentó a escondidas;
era humilde, como un paje,
más era una maravilla.

No se sabe bien su nombre,
todos los nombres tenía.
Es mago de las palabras,
sabe cuentos, poesías.

Es mago de sentimientos,
de ternuras y caricias;
es el que llora, el que ríe,
el que acompaña, el que cuida.

Nunca se enfada o molesta,
nunca se le ve con prisas.
Sabe hacerse como un niño
con su sabia simpatía.

Pues este cuarto rey mago
algún nombre necesita.
Será el abuelo, la abuela,
los padrinos o las tías;

los maestros, las maestras,
los que atienden guarderías;
los médicos, enfermeras,
los ángeles de la guarda;

los médicos, enfermeras,
psicólogos, especialistas;
los ángeles de la guarda,
los espirituales guías;

misioneros generosos,
y esas madres adoptivas
que pueden ser religiosas
o mujeres escogidas…

¿ Por qué no somos todos
magos de categoría ?
Todos, el cuarto rey mago,
aunque sin nombre y sin ficha.

Palabras para el Silencio