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LUIS GUITARRA, MÚSICO ATÍPICO PERO UTÓPICO. Fernando Torres

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Las editoriales, todas las editoriales y más las religiosas, se mueven en un mundo difícil. No siempre se venden los libros que se producen y resulta a veces muy complicado que las cuentas salgan bien a fin de año. Ni siquiera la tarea de poner precio al libro es sencilla. No basta con establecer el coste del papel y la impresión y un poco más.

Hay que tener en cuenta los derechos del autor, las amortizaciones, los gastos generales, los impuestos, el IVA, los porcentajes de los distribuidores y las librerías, etc. Al final el coste del libro se dispara hasta donde ya todos sabemos. Y ni así es fácil llegar a fin de año con unas cuentas relativamente saneadas.

Todos estos problemas se los ha llevado por delante de un plumazo Luis Guitarra en colaboración con su amigo Sandalio y un grupo de gente cercano a ellos. Juntos están sacando adelante un proyecto editorial diferente al que han llamado Sentido Sur desde el que se distribuyen discos y libros con la consigna de “el precio lo pones tú”.
Luis se dedica a la música desde tiempos inmemoriales. Pero a la vez es un cristiano convencido de que seguir el Evangelio significa acercarse a los pobres y marginados. Con todas sus consecuencias. Por eso ha frecuentado muchos lugares marginales, extraños y peligrosos: cárceles, callejuelas oscuras, barrios de chabolas. En muchos países. Siempre para tratar de echar una mano. Pero, por aquello de que uno recibe siempre más de lo que da, su corazón y su mente se iban llenando de rostros e historias que luego, milagro de la música, se terminaban convirtiendo en canciones. Con ellas pensó en hacer un disco, un CD. Pero Luis no quería entrar en esa maquinaria infernal que saca un disco al mercado y que a los seis meses lo descataloga, que cuesta muchísimo dinero y que no rinde nada. Luis quería algo diferente.

Lo primero de todo fue hablar con sus amigos músicos y pedirles que trabajasen por “amor al arte”. Al final el coste de producción se le quedó en pagar el estudio de grabación y la impresión de las copias. El siguiente problema era vender el disco. Decidió que había que ser radical en este punto. No iba a poner un precio. Lo daría por la voluntad. ¿Un loco?

Posiblemente, pero los números cantan. Ese primer disco se ha difundido entre las personas interesadas por su música y sus historias. Después de 7 años, ha distribuido 7.500 copias y, una vez pagado el estudio, la producción y devuelto el dinero que tuvo que pedir prestado, ha obtenido la hermosa cantidad de 30.000 euros limpios.
Inaki Gabilondo le preguntó en su programa de radio si con ese dinero se iba a comprar un cortijo para él y su familia. Claro que no. En 2002 Luis creó la asociación “Como tú, Como yo” y a través de ella ha invertido todos esos beneficios en proyectos dirigidos a ayudar y humanizar la vida de esas personas marginales que eran los protagonistas de sus canciones. Dice que así se cierra el círculo y, de alguna manera, devuelve lo que recibió de ellos.

Hay que repetirlo. El disco no se vendió. Se distribuyó gratuitamente a cambio de… la voluntad. Unos dan más, otros dan menos, otros no dan nada. Para Luis es una forma de pasar no sólo un disco con unas canciones sino un mensaje. Recibir el disco y poner uno mismo el precio es hacerse cómplice no sólo de un proyecto editorial sino de toda una forma de vivir que es radicalmente evangélica. Con el cd se pasa el mensaje.
Parece ser que hay gente que lo entiende. Dos ejemplos. Cuando fue a grabar el segundo disco, “¿Quién nos puede dar lo que nos falta?”, Luis se presentó en el estudio de grabación y dijo que lo quería usar. El dueño le devolvió la pelota y le dijo “vale pero el precio lo pones tú”. También está la historia de la chica que se llevó un cd sin dejar ni un céntimo en la bolsa. Al cabo de unos meses, Luis recibió una carta. La chica le contaba que era pintora y que, al comprender la razón de no poner precio al disco, había decidido que lo que obtuviese del primer cuadro que vendiese se lo daría. En el sobre venía la foto de la chica con el cuadro vendido y un cheque por 35.000 pesetas.

No todo son historias alegres. Luis no ha podido entrar con sus discos ni con sus libros en los circuitos ordinarios de distribución. Ni siquiera en las librerías religiosas de España, como los Paulinos. No quieren productos sin precio. Sólo hay una tienda en Madrid, “La Ceiba”, de las dedicadas al “comercio justo” que ha aceptado tener sus discos. Pero hay muchos amigos y personas que van conociendo a Luis Guitarra y a la asociación “Como tú, Como yo” y que se apuntan a la distribución. Me cuenta Luis que algunos de ellos le plantean el problema: “¿Y si la gente se lleva el cd y no paga nada?”. Entonces Luis tiene que recordarles que no pasa nada, que el precio lo pone el “cliente” y que en su conciencia quedará.

También hay que reconocer que Internet ha sido de gran ayuda para distribuir y dar a conocer los productos de este proyecto editorial. Pero, claro, la página de Luis no es como esas páginas comerciales en las que para recibir el producto tienes que pagar antes vía tarjeta de crédito, cheque o transferencia y que hasta que no reciben el dinero no te envían el producto. Aquí la relación es de otro tipo. El producto se pide, Luis lo envía y… si se recibe un dinero bien y si no también. Es otro estilo, otra forma de hacer las cosas.

En todo esto Luis ve lo que llama el “milagro de la gratuidad”. Se produce así un fenómeno realmente contra-cultural. En medio de la sociedad capitalista se crea una situación en la que el dinero no lo es todo, ni las facturas, ni la contabilidad por partida doble, ni Hacienda. Lo que algunos veían como una locura, salirse de la estructura comercial habitual, se ha convertido en el fondo en una ventaja para transmitir mejor el mensaje. El medio se ha convertido una vez más en el mensaje, como decía McLuhan. Pero en este caso el mensaje es alternativo, evangélico, radical, una propuesta diferente que toca la vida del que lo recibe. Iniciativas como esta son el grano de mostaza, que es la más pequeña de las semillas pero que cuando crece se convierte en un árbol donde se acogen todos los pájaros del campo. En el árbol de Luis Guitarra ya se están acogiendo muchos marginados que son los destinatarios de sus proyectos.

¿Qué tal si visitamos las páginas www.luisguitarra.com y www.comotucomoyo.org?
Quizá nos atrevamos a poner el precio.

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