La declaración conjunta de los obispos vascos ha sido acogida con un profundo disgusto en el seno de la Conferencia Episcopal, tanto por el fondo de la misma –un golpe en la línea de flotación de la actual política eclesiástica, comandada por el cardenal Rouco, que pretende llevar a cabo nuevas macrobeatificaciones de mártires de la Guerra Civil, la próxima probablemente coincidiendo con la visita de Benedicto XVI a Madrid en 2011- como por el fondo.
De hecho, este lunes, durante la tradicional recepción en la Nunciatura Apostólica, ninguno de los corrillos apuntaba esta posibilidad, que oficialmente no se había planteado ante el Episcopado desde los tiempos de Setién. Fuentes episcopales consideran que se trata de la última “perla” que dedica el todavía obispo de San Sebastián, Juan María Uriarte, a Rouco Varela, antes de que sea relevado en su puesto.
Y es que el anuncio del funeral por los 14 curas vascos ejecutados por las tropas franquistas durante la Guerra y su rehabilitación eclesial ha cogido completamente por sorpresa a la cúpula episcopal, que de hecho ni siquiera se encontraba en España. Así, el cardenal Rouco se encuentra en Siria, enviado por Benedicto XVI para clausurar el Año Paulino (para luego partir hacia Roma), mientras que Martínez Camino se encuentra en París, participando en unas jornadas de diálogo judeo-cristiano. A las que, por cierto, también asiste el director general de Relaciones con las Confesiones, José María Contreras, y el responsable de Cristianos Socialistas, Carlos García de Andoin.
No obstante, esta mañana se ha puesto en marcha el “gabinete de crisis” de la Conferencia Episcopal, del que únicamente han salido dos conclusiones. La primera, silencio informativo; la segunda, llamada de atención al vicepresidente del Episcopado y obispo de Bilbao, Ricardo Blázquez. En todo caso, consideran desde Añastro, “el mal ya está hecho, y la misa en honor de ‘los 14’ se va a dar”.
