La polémica con los lefebvrianos vivió ayer un nuevo episodio después de que el líder de la Fraternidad San Pío X, Bernard Fellay, apuntara que los ultratradicionalistas ?no estamos preparados?? para aceptar el Concilio Vaticano II, condición indispensable para su vuelta a la comunión con Roma. Las declaraciones son especialmente preocupantes, puesto que Fellay fue quien negoció directamente, y en nombre de toda la Fraternidad, la vuelta a Roma. Algo que cada vez parece más complicado.
Desde que se conoció la noticia, los lefebvrianos, lejos de asumir la decisión del Papa, parecen empeñados en que sea Roma la que se rinda a sus presiones. La negación del Concilio o del Holocausto por parte de sus líderes han provocado que comience a cuestionarse la autoridad de Benedicto XVI, incluso en el interior de la Curia. ?Queremos que sea Roma la que vuelva de donde no debió salir??, declaraba, hace pocas fechas, otro importante responsable de la Fraternidad.
?El deseo del Papa ?declaraba a este periodista el portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi, durante su reciente visita a España- no era otro que hacer todo lo posible por superar la ruptura, aunque ello supusiera asumir riesgos??. Entre ellos, que se viesen, por primera vez en el Pontificado de Ratzinger, discrepancias públicas entre cardenales.
Como escribió en La Reppublica el prestigioso vaticanista Marco Politi, el prefecto de la Congregación de Obispos, Giovanni Battista Re, acusaba veladamente al cardenal Darío Castrillón, todavía responsable de la Comisión ?Ecclesia Dei?? ?creada en 1988 para solucionar el cisma lefebvriano-, de haber ocultado al Papa los puntos de vista de Williamson, cediendo todo el protagonismo de las conversaciones a Bernard Fellay. Cuyas últimas declaraciones, además, dejan sin defensa posible la estrategia vaticana. No hay ?lefebvrianos buenos y malos??, como hasta ahora sostenía la Santa Sede.
De lo que ya no cabe duda alguna es que los lefebvrianos han lanzado un pulso en toda regla al Vaticano. Desde la Santa Sede, por el momento, sólo se ha reaccionado exigiendo a Williamson disculpas públicas por sus declaraciones negando el Holocausto. El obispo, que acaba de ser expulsado de Argentina, pidió este jueves perdón ? a todas las almas que quedaron honestamente escandalizadas por lo que dije??. Unas tibias disculpas que Roma no ha considerado suficientes. Así, el propio Lombardi las calificó de ?insuficientes??, y exigió a Williamson que se distancie ?de forma inequívoca y pública de sus posiciones sobre la Shoah??.
¿Qué le pedirá Roma a Fellay? ¿Que no diga que el Concilio sólo trajo «pérdidas»?
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