LOS J?VENES DE HOY. Fernando Torres

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Alandar

¿Cómo son los jóvenes de hoy? Pregunta complicada a más no poder. En las conversaciones entre adultos suele predominar una cierta visión negativa de la realidad juvenil. Los jóvenes son los que hacen botellón los fines de semana, los que no piensan más que en la diversión, los que no estudian nada, los que son mucho más inmaduros que hace unos años, los que no respetan la autoridad… Podríamos seguir así muchas líneas más. Y no haríamos más que cultivar y reforzar una forma de pensar que sabemos que está hecha más de prejuicios que de realidad. Porque la realidad de los jóvenes, la mayoría de las veces, se nos queda lejos.

La realidad es que el botellón no ocupa ni llena la vida de los jóvenes. La realidad es que el estudio y el trabajo llena gran parte de su tiempo, la realidad es que se mueven y sobreviven en un mundo en cambio que se lo han encontrado así. Poco tiene que ver la España de los primeros años del siglo XXI con la de hace 50 años sin ir más lejos. Es un mundo cada vez más inseguro, más competitivo, más duro. El futuro se presenta incierto. Y la tentación es la de vivir el presente a tope.

Cambios en la escuela y en la familia

Tanto la escuela como la familia han sufrido numerosísimos cambios. No se trata sólo de los numerosos cambios de modelo educativo. Lo más importante es que la escuela, a todos los niveles ?universidad incluida? parece haberse centrado en la transmisión de conocimientos y en la formación profesional ?ofrecer las habilidades necesarias para insertarse en el mercado laboral? pero se ha olvidado de la educación en su sentido más propio: hacer que los alumnos se terminen convirtiendo en ciudadanos responsables. Esta última tarea que, sin duda, es la más importante y de la que se habla tanto en proclamaciones, idearios y objetivos programáticos, parece haber desaparecido totalmente en la práctica. Este dato junto con lo que se dirá en el siguiente párrafo sobre la realidad de la familia ha de ser muy tenido en cuenta a la hora de tratar de comprender la realidad de los jóvenes de hoy.

En su último libro, Los jóvenes y la felicidad, Javier Elzo afirma que el mayor problema en lo que se refiere a la familia no es el hecho de que se permitan las uniones homosexuales o que cada vez haya más divorcios. El problema grave es otro. En palabras de Elzo, ?hay un cambio más soterrado, menos visible, pero no por ello menos profundo. Bien al contrario. Me refiero al hecho de que entre las familias nucleares cada vez son menos las que educan, que las parejas y su promoción social son cada vez más importantes que las familias como unidad social, e incluso que en las parejas los individuos buscan más su propia promoción y desarrollo personal que el de la pareja…

?sta sí, ésta es la gran revolución de la familia española?? (p. 31). Esta opinión se complementa luego con el dato de que aproximadamente el 60% de las familias españolas tienen muy escasa capacidad educadora. Es obvio, si las personas buscan en la familia más un complemento psicológico para su bienestar personal que la puesta en marcha de un proyecto en común, la familia se convierte en una ?prótesis individualista??. Como toda prótesis se usa en la medida en que beneficia al sujeto que la usa y se desecha en la medida en que no sirve. Los hijos, desgraciadamente, pasan a ser parte de esa prótesis. El cambio es brutal y todavía no es fácil apreciar sus consecuencias para los jóvenes y para el futuro de la sociedad.

De pasarlo bien a ser felices

Lo cierto es que según los datos que nos aporta Javier Elzo en el libro citado, los jóvenes españoles se siente en su mayoría felices. En una escala de 0 a 10, el 27,5% alcanzan un 9 en felicidad, el 15,8% un 7,36, y el 24,7% un 6,55. En conclusión, que un 68% de los jóvenes españoles se sitúan ampliamente por encima del aprobado en materia de felicidad. Rozando el aprobado está un 24,2% que consiguen un 4,09 y definitivamente suspendidos con un 2,9 el 7,8% restante. ¿Cómo ha llegado a estas conclusiones? Evidentemente no ha preguntado directamente a los jóvenes si se siente felices o no. Javier Elzo ha trabajado con una serie de indicadores que ponen de manifiesto el bienestar del joven: la relación con su familia y entre sus padres, la relación con sus amigos y valoración de esa amistad, el hecho de haber sufrido o no violencia y los índices de libertad. Hemos de fiarnos de la experiencia de Javier Elzo para asumir estos indicadores indirectos como marcadores del nivel de felicidad subjetiva de los jóvenes.

El cruce de estos indicadores con los diversos tipos de jóvenes que hay en nuestra sociedad hace que nuestro autor llegue a la conclusión de que, como decía en una entrevista recientemente publicada en ?Vida Nueva?? (23 de septiembre de 2006), ?lo que ellos buscan como felicidad al final no es lo que en realidad les da felicidad. Entienden que la felicidad es divertirse con los amigos, noches de juerga, llegar tarde a casa, hacer lo que se les pone en la punta de las narices, no tener ningún tipo de compromiso… Cuando lo que compruebo es que es más feliz el joven que se divierte pero que no trata de emborracharse todas las semanas, que sabe que al día siguiente tiene que trabajar, que sabe conciliar el pasado bien con el trabajo, con el esfuerzo, con el estudio. El joven que tiene una visión altruista de la vida, que se preocupa por el otro, por lo que pasa en su barrio, por su entorno, por plantearse el tema religioso, aunque dé una respuesta agnóstica, también es más feliz??.

Y lo menos felices son los más ?autistas??, por así decirlo, los más centrados en sí mismos, los que les cuesta conjugar otra forma verbal diferente a la de la primera persona del singular. Son los que salen hasta más tarde, los que más juegan con el alcohol y las drogas, los que peores relaciones tienen con sus padres, los que más dinero tienen, los que más amigotes y menos amigos de verdad tienen ?dato significativo es que son los que más utilizan el ?chat?? de Internet para quedar con desconocidos?. Todos estos son en el fondo más infelices. Curiosamente busca la felicidad en ?el no control, el despendole absoluto, pero, mientras, reconoce que es menos feliz que el joven que se divierte con un cierto control?? (Idem).

En el libro citado, Elzo afirma que ?los máximos consumidores de tabaco, alcohol y drogas, que coinciden con quienes más tarde llegan a casa las noches de los fines de semana son los que, comparativamente con los demás jóvenes, dicen estar menos contentos con la vida?? (p. 190). Todo eso no rima con felicidad. ?Lo que rima con felicidad, por el contrario, es el menor consumo de drogas y alcohol y un mayor control de las salidas nocturnas pero no necesariamente con quedarse en casa?? (Idem).

Los jóvenes más felices

Al final de su libro Javier Elzo presenta un cuadro resumen de los rasgos y factores que se asocian con mayores niveles de felicidad en los jóvenes de hoy. Naturalmente hay que tener en cuenta que la presencia de un rasgo no supone que todos los que lo tengan sean felices y los que carezcan de él infelices. Sin indicadores que han de ser vistos en su conjunto y que apuntan a mayores probabilidades. Esos rasgos y factores son los siguientes:
? Ser chica.
? Buenas relaciones familiares.
? Menos dinero de bolsillo que la media.
? Máximo rigor en la ética económica y ventajista.
? Máximo rigor hacia las conductas incívicas.
? Máximo rigor al rechazar la pena de muerte.
? Potenciación de los valores altruistas (preocupación por el necesitado).
? Control del consumo de alcohol y drogas, así como de la hora de llegar a casa los fines de semana.
? No quedarse en casa solo o sola.
? Tener amigos, no solamente compañeros.
? Aceptación por encima de la media de la adopción de hijos por homosexuales, pero la mayor o menor aceptación de los comportamientos privados o de proximidad (divorcio, eutanasia, suicidio, aborto) no se correlaciones con niveles de felicidad.
? Ser muy precavidos ante el chat (no quedar con desconocidos).
? Conceder máxima importancia a los estudios y a la formación para el futuro.
? Confianza en las instituciones superior a la media.
? No hay correlación entre el posicionamiento político en la escala izquierda-derecha y la felicidad. Tampoco entre las diferentes actitudes hacia la Iglesia católica.
? Posiblemente quienes manifiestan una apertura a la trascendencia y un agnosticismo o un ateísmo razonado serían más felices que los católicos no practicantes, indiferentes y no creyentes sociológicos. Es la actitud vital y reflexiva ante lo religioso lo que los diferencia. (Los jóvenes y la felicidad, pp. 213-214).

Los jóvenes y la Iglesia

Javier Elzo dedica todo un capítulo de su libro a este tema. Creo que es interesante y que llama a una reflexión seria. Los datos hablan de un desapego continuo y acentuado de los jóvenes para con la Iglesia institucional. Si en 1984 había un 30% de jóvenes que iban a la Iglesia al menos una vez al mes, en el 2005 ese porcentaje ha caído al 10%. Y no se ve que la tendencia vaya a cambiar.

Si nos referimos a las creencias, parece que la idea de la existencia de algo superior sigue presente en los jóvenes pero también en caída. Basta con echar una mirada a las tablas que presenta Javier Elzo en su libro en el capítulo dedicado a este tema.
Si nos referimos a la Iglesia como institución, las palabras de Javier Elzo son muy duras. Habla de la penosa imagen que tienen los jóvenes de la Iglesia. ?En todos los indicadores se observa un innegable descenso, una pérdida de confianza en la Iglesia católica, una peor valoración, una visión más crítica?? (p. 105). Sólo el 30% de los jóvenes se dicen miembros de la Iglesia católica y apenas el 17% se muestra de acuerdo ?en general?? con las orientaciones de su jerarquía ?para que hablar de su doctrina sexual?. La realidad es que la Iglesia ya no cuenta prácticamente como agente de socialización. Ha sido sustituida básicamente por los compañeros y amigos, en primer lugar, y la familia, en segundo. Y las familias han renunciado a ser el primer agente de la educación religiosa. ?Estamos ante la primera generación de jóvenes que no ha sido educada religiosamente en sus propias casas?? (p. 125).

Pero no todo es negativo. Baja la dimensión religiosa de los jóvenes pero ?la demanda religiosa, de espiritualidad, de trascendencia, de algo, cuando no de alguien, que vaya más allá de lo meramente empírico y con fecha y ámbito de caducidad terrenos, es palpable a poco que leamos con detalle los datos de las encuestas?? (p. 109). Hay, pues, esperanza pero hay que buscar la forma de enganchar el Evangelio con esa demanda.

No todo es botellón

Aunque la imagen del botellón, de la juerga continua, de la flojera, del abandono, sea la que se ve a primera vista, la realidad no es así. Lo dice Javier Elzo en su libro. Y lo demuestra a lo largo de sus páginas. Hay mucha juventud que trabaja seriamente, que se prepara para su futuro con responsabilidad. Y que, por supuesto, también se divierte. La noche ha adquirido una presencia y un valor que no tenía antes. Es verdad. Ahora ?sólo se liga por la noche??. Y ligar también es importante para los jóvenes que quieren fundar una familia. Quizá al final lo más preocupante no sean los jóvenes sino ese enorme tanto por ciento de familias que han renunciado a educar a sus hijos. Una vez más los jóvenes no son los culpables sino que sufren las consecuencias de las actitudes de los adultos.

Los jóvenes y la felicidad
Javier Elzo
PPC (Madrid 2006), 224 p

Cuando Javier Elzo habla de los jóvenes desde el punto de vista sociológico, sabe de lo que habla. Eso no creo que lo discuta mucha gente en este país. Por eso, cuando nos encontramos con un libro como éste, no es necesario agujerearnos mucho la cabeza para saber que contiene un caudal enorme de información sobre la realidad de los jóvenes de hoy. Y, cuando se leen las páginas del libro, no nos sentimos defraudados. Uno a uno, los capítulos del libro van analizando los diversos aspectos que hoy conforman la vida de los jóvenes y los valores que les hacen sentirse más o menos felices. El primero analiza la realidad de la familia y la escuela en un mundo en cambio, el segundo la violencia en el mundo juvenil, el tercero la dimensión religiosa de los jóvenes. En el cuarto se trata de comenzar a hacer una síntesis de todo lo que ha estudiado y observado en los últimos años. En ese marco elabora una tipología de los jóvenes de hoy. En el quinto presenta un ranking de la felicidad subjetiva de los jóvenes. ¿Cómo se sienten de felices? ¿Quiénes son los más felices? ¿Qué valores tienen y cómo se comportan los que se dicen más felices y los que se dicen menos? El último capítulo es la conclusión de un estudio que casi podríamos decir que es de obligada lectura para todos los que hoy quieran hablar de los jóvenes españoles. Ni por extensión, la normal de un libro de este tipo, ni por lenguaje, más bien sencillo y accesible a todos aunque no tengan conocimientos especializados de sociología, se podrá decir que es un libro inaccesible. Conclusión: este libro puede ser el punto de partida para una acción educativa, humanizadora y evangelizadora más basada en la realidad y no en nuestras propias ideas y prejuicios.