«Debe ser una persona con una profunda experiencia de Dios; muy abierto al mundo, a las problemáticas que nos encontramos, y con voluntad de enviar a los jesuitas a resolverlos; y debe profesar un afecto intachable a la Iglesia, en coherencia con el cuarto voto, de obediencia al Papa, promulgado por San Ignacio». ?ste es el perfil que, en opinión del padre Elías Royón, provincial para España de la Compañía de Jesús, habrá de tener el sucesor de Peter-Hans Kolvenbach al frente de los jesuitas.
Una renuncia -la primera en la historia de la Compañía después del «caso Arrupe»- que el propio religioso general de la congregación (la más importante, en número, de las órdenes religiosas en el mundo) planteó hace un año, y que se hará efectiva el próximo 7 de enero, durante la 35 Congregación General de la Compañía de Jesús.
Renuncia de Kolvenbach
En esa fecha, Kolvenbach habrá cumplido 80 años, 25 de ellos al frente de los jesuitas, cargo en el que sustituyó al histórico Pedro Arrupe. No es usual que los jesuitas se reúnan en congregación general, que suelen convocarse a la muerte del general de la Compañía. Por este motivo, los responsables de la orden están preparando con mimo el encuentro de enero en Roma.
Tanto es así que, desde este jueves y hasta el domingo, los máximos responsables de Europa meridional de la Compañía se encuentran reunidos en Alcalá de Henares. Entre los asistentes se encuentran el portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi; el delegado para las Casas Internacionales de la Compañía, Ignacio Echarte; o el consejero para Asuntos Jurídicos, Urbano Valero.
«Quinielas» para la sucesión
El primer punto del día es el del cambio en el mano de la Compañía. «Lo vivimos con total naturalidad», se explica Royón. «No hay absolutamente nada detrás. Simplemente, una persona de 80 años, que lleva un cuarto de siglo al frente de la Compañía, y que considera que debe dejar paso a savia nueva». Es cierto que jamás se había dado este paso, como también que, en otra institución, dicho recambio sería visto como algo de lo más natural.
Aunque los jesuitas no son dados a establecer «quinielas»para la sucesión, desde hace meses hay cuatro nombres en la agenda de «futuribles» al cargo de prepósito general. Entre ellos, el propio Royón, quien siempre ha negado esta posibilidad. Los otros tres son el italiano Franco Imoda, antiguo rector de la Universidad Gregoriana de Roma; el mexicano José Morales Orozco, ex provincial de este país y actual rector de la Universidad Iberoamericana de México, que además fue durante años consejero de Kolvenbach en temas de formación; finalmente, se habla de Mark Raper, actual provincial de Australia y ex director del Servicio Jesuita para Refugiados.
Además de este asunto, los jesuitas reunidos en Alcalá están afrontando otra serie de cuestiones, que ya han sido planteadas por miembros de la Compañía en todo el mundo. Entre ellos, cobra especial importancia el papel de los jesuitas en el mundo y en la Iglesia.
Desafíos de la globalización
En opinión de Elías Royón, «hemos de afrontar el futuro en un mundo y una cultura cambiantes y diversos. Resulta un gran desafío llevar nuestro carisma al mundo globalizado, que además es tan distinto de un continente a otro».
Junto a ese asunto, otros de lo más variado, que van desde la promoción de la justicia, la ecología, el diálogo interreligioso y las relaciones con el Islam, la vida espiritual o el contacto con los medios de comunicación.
Royón: «La colaboración con los laicos es básica para el futuro de la Compañía»
Entre los principales desafíos que ha de afrontar la Compañía de Jesús se encuentra el trabajo con el mundo laico. Una cuestión que, en opinión del provincial de los jesuitas en España, «no es secundaria. Es más, la colaboración con los laicos es básica para el futuro de la Compañía». Una colaboración que pasa por unos seglares que, en el mundo educativo o de la cooperación internacional, «viven la espiritualidad ignaciana, y quieren realizar su misión como cristianos en el entorno de la Compañía».
Para Elías Royón, «los seglares viven, en su propio estilo, su pertenencia a la Iglesia y a la Compañía, y un modo de entender el mundo y la fe que también es necesario». En opinión del religioso, el protagonismo de los laicos «no tiene nada que ver» con la falta de vocaciones, «que no sólo sacude a la Compañía».