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Los círculos de mujeres y el sueño de una nueva comunidad eclesial -- Carmiña Navia Velasco-Colombia, Religiosa, Profesora, Escritora

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Enviado a la página web de Redes Cristianas

Es difícil pensar en una iglesia que recupere los valores evangélicos perdidos en la sombra de los siglos y ahogados en las férreas arquitecturas del poder. No creo que al interior de las iglesias haya nadie realmente interesado en esa recuperación, porque desde sus mismos cimientos las iglesias se pensaron a sí mismas de una manera muy alejada de lo que fue la experiencia, la vida y la propuesta del Maestro de Nazaret. No se trata de recuperar una dinámica, por el contrario hay que crearla… Las iglesias defienden -desde supuestos principios teológicos- la organización jerárquica y esta organización impide en su misma raíz el proyecto de hermandad que propone el evangelio.

Jean Shinoda Bolen, nos habla de los círculos de mujeres:
El círculo es, además de una forma, un principio, y se opone al orden social, al orden jerárquico que establece un nivel superior y uno inferior, que clasifica y compara a cada mujer individual con otras.
Cuando las mujeres se sientan en círculo la ubicación física de cada una de ellas es igual a la del resto de las mujeres del círculo. A medida que el círculo gira, cada mujer al llegar su turno, habla mientras las demás la escuchan.
Los viejos hábitos seguirán prevaleciendo hasta que la práctica haga de la igualdad lo que por norma puede esperarse.

¿Cuándo podremos esperar esta realidad al interior de las grandes o pequeñas iglesias que se multiplican en nuestra sociedad latinoamericana tan alejadas de ella?

Es claro que en el recuerdo de Jesús de Nazaret que tienen las comunidades joánicas, Jesús propuso una práctica que rompía absolutamente todos los órdenes sociales establecidos en su ambiente, el llamado lavatorio de los pies, que encontramos en Juan 13, 1-15. El líder de la comunidad a quien llaman maestro, se despoja de toda prelación y asume el trabajo de esclavos/as para acoger a sus amigas y amigos en la cena en que celebran una fiesta de Pascua. Jesús apunta hacia realidades que se nos escapan y nos señala una luz diferente que sería la única luz que nos muestre el camino de la auténtica comunidad:
Con este gesto Jesús hace mucho más que dar un ejemplo de servicio y humildad para que sus discípulos lo imiten. Con este gesto Jesús revela al Absoluto; muestra que el absoluto es Amor y servicio humilde. Esta revelación es, a la vez, la enseñanza del procedimiento central para acercarse al develamiento del Absoluto.
Lo que Jesús hace en el lavatorio de los pies no es ni doctrina, ni mandato; es revelación de la manera de ser del Absoluto, de lo que es que El manifiesta con su acto.
Esa revelación, según el relato de Juan, es el testamento vital del Maestro. Según esta tradición es este tipo de actitud la que va a distinguir a quienes lo escojan a él como referencia en sus vidas. Igualmente este gesto será su memoria, su recuerdo, su evocación.

Nos movemos, tanto en el círculo como en el gesto de Jesús, en el terreno de las sustancias, no sólo en el de las prácticas sociales o propuestas ideológicas. Y en este sentido ¿cómo puede deshacer la iglesia lo que ha hecho de sí misma a lo largo de siglos y siglos? Porque de desandar el camino se trata e intentar reencontrar las señas de Betania, las señas de un movimiento de amigas y de amigos que anuncian unas relaciones diferentes y nuevas que proponen a mujeres y hombres un orden social en el que todo se vuelve del revés.

Suficientes datos en los evangelios y en la literatura apócrifa contemporánea a ellos, nos dejan pensar que la mesa, compartir de igualdad por excelencia, se constituye en referente central en el caminar de Jesús y sus seguidores. La mesa es el lugar de la conversación y de un destino que se teje en novedad hacia el futuro, la mesa es el lugar del simposio, de la construcción de un discurso que sustenta la práctica diaria en que sus comensales buscan estructuras lejanas de las dinámicas del poder. Las comidas juegan un papel prioritario en este grupo del primer movimiento evangélico:
Gran parte de la enseñanza de Jesús tuvo lugar durante las comidas. De hecho, las comidas parecen haber sido el lugar privilegiado para la enseñanza de Jesús. Por su misma naturaleza, las comidas proporcionaban un entorno excelente para hacer aflorar los diversos problemas y cuestiones del grupo, y también para mantener una conversación seria…
Parte de la enseñanza más memorable de Jesús sobre las comidas fue impartida en forma de parábolas. Varias de ellas se pronunciaron durante las comidas, por ejemplo la parábola concerniente a los que escogen los lugares de honor en la mesa y la parábola del gran banquete al que acudieron pocos de los que habían sido invitados.

Estas reuniones en torno a la comida fueron sustituidas muy pronto en el movimiento cristiano por prácticas distanciadoras, los escritos de la comunidad de Corintios son un temprano ejemplo de ello. Las realidades distanciadoras terminan por invalidar la misma convocatoria, la misma reunión y la transforman en un rito vacío, como lo denuncia el mismo Pablo en su carta a Corintio.

Recuperar este llamado es quizás el primer sueño de un nuevo camino de la asamblea de quienes quieren hacer del profeta galileo una referencia importante y en ocasiones única, en su vida:
El liderazgo alrededor de la mesa procura alejarse de las tradiciones de la ordenación y de las órdenes como autoridad de dominación, y hace énfasis en un tipo de autoridad compartida en comunidad. Esto no niega la necesidad de organizar la vida de la iglesia, ni de tener rituales de reconocimiento de los dones del Espíritu… Pero los poderes espirituales no son órdenes indelebles que crean castas clericales superiores en las iglesias.

¿Reformar la iglesia o las iglesias? Desde mi deseo más profundo esto no es lo que nos acercaría a una comunidad evangélica en el sentido más prístino del término. La tarea de construir una iglesia, si esa tarea la consideramos necesaria para el tiempo de hoy, definitivamente es otra. Es definir una arquitectura distinta para la vida de las y los creyentes. Una arquitectura en la que el único centro sea la luz de la Divinidad que se busca y que expande sus rayos y su energía en el círculo y se proyecta hacia el todo social, no como palabra que impone y exige, sino como invitación que seduce y genera una innovación semántica en las vidas cargando de sentido lo que antes estaba vacío.

Rafael Aguirre estudia el cómo las comidas de la primera comunidad cristiana, son en su misma naturaleza un sistema que rompe con el del templo:
El templo de Jerusalén y la casa representan dos sistemas sociales diferentes que acabarán siendo antagónicos e incompatibles…
El templo representa una economía de redistribución, controlada por una autoridad sacerdotal o estatal; un sistema que centraliza todos los recursos y los redistribuye según la lógica institucional y los intereses de la élite.
La casa representa una economía de reciprocidad generalizada, en la que todos los miembros dan y reciben; donde cada uno -niño o anciano, sano o enfermo- es valorado por sí mismo; donde reina la solidaridad del grupo.

En este sentido, habría que instaurar en las iglesias una praxis nueva y diversa en la que exista un único centro: la Energía Divina que acoge y anima a todas y todos en la misma medida. Como vemos una praxis que se opone a la del templo que es hoy el fundamento de todas las iglesias existentes y posibles. Sobre este tipo de comunidad nos dice Simone Weill:
Los misterios de la fe no son un objeto para la inteligencia en tanto que facultad que permite afirmar o negar. No son del orden de la verdad, sino que están por encima de ella. La única parte del alma humana que es capaz de un contacto real con ellos es la facultad de amor sobrenatural. Sólo a consecuencia de ese amor, el alma es capaz de adhesión a esos misterios.

Considero casi imposible que los cristianos se reestructuren en torno al mandato circular del amor, el llamado por excelencia que nos hace Jesús en su magisterio. Hay demasiadas cosas a las que renunciar para un eventual regreso a Betania.

Y no es que la sociedad posmoderna no añore este tipo de experiencias, este tipo de espacios… la mujer y el hombre posmoderno y sus relaciones líquidas (cfr. ) muchas veces están hambrientos y necesitados de cercanía y circularidad, pero las comunidades eclesiales son incapaces de responder a estas necesidades.

Desde mi punto de vista los pilares y cimientos de las iglesias en occidente están minados. Su poder, su palabra y sus estructuras han dejado de decir al conjunto social. Es posible pensar que un líder va a hacer reformas… Como mujer me pregunto si el Papa Francisco hará cambios sustanciales que toquen el núcleo de la situación de la mujer en la iglesia católica. Podrán hacerse reformas obvias como el perseguir la pederastia (¡qué tal que no!) o exigir honestidad en los manejos del dinero… ¿Pero reestructuraciones serias que toquen el centro jerárquico o que devuelvan a la mujer el reconocimiento de su capacidad de contacto con lo sagrado? (Cfr. ), o la capacidad de decidir y manejar autónomamente su propio cuerpo… Ese tipo de sueño no nos habitará en las próximas décadas o centurias. Y no nos habitará porque las iglesias perdieron su mapa de ruta.

Los círculos de mujeres que hoy se multiplican por el mundo, pueden ser la expresión de lo que Elizabeth Schüssler Fiorenza llamó la eclessia de mujeres y que supone un regreso a la igualdad que habitó en los primeros años algunas de las comunidades del movimiento de Jesús. En la tradición cristiana estos círculos tienen sus particularidades como lo señala la misma Elizabeth:
Sin embargo al encontrar su propia espiritualidad esta mujer católica se siente marginada y se identifica como algo esporádico en la iglesia. En los últimos años la experiencia de la espiritualidad feminista en la comunidad condujo a un número cada vez mayor de católicas feministas a una identificación parcial con la iglesia institucional a fin de formar comunidades espirituales elementales para compartir y adquirir fuerzas unas de otras. Como en este caso ¿podemos formar nuestra experiencia feminista de alianza entre hermanas en nuestro redescubrimiento del llamado al discipulado de iguales, que se nos hizo en el bautismo, adquiriendo una nueva visión cristiana que nos permita construir un movimiento feminista, no ya en la periferia de la iglesia sino como corporización y encarnación central de la visión de una nueva iglesia, solidaria con los oprimidos y pequeños de este mundo, que en su mayoría son mujeres y niños/as, dependientes de las mujeres?

Si queremos una comunidad eclesial cuyo sentido e única función sea generar un centro en el que la Divinidad se nos acerque y nos acerquemos a ella, es imprescindible rastrear en la historia escondida y callada de las seguidoras y seguidores de Jesús que a lo largo de siglos han intentado esto, desde la liminalidad. Se hace necesario mirar en detalle la experiencia de las beguinas que terminaron perseguidas por el poder inquisitorial precisamente porque escapaban a él; o la corriente eclesial del libre espíritu igualmente expulsada por hereje. Figuras de la tradición reconocida como Francisco y Clara de Asís, como Tomás Mertón o el Maestro Eckhart también nos muestran un camino. Sólo estas miradas pueden iluminarnos desde el pasado y desde la memoria para encontrar una cartografía que, como decía antes, se ha perdido.

La circularidad es lo único que posibilita la práctica permanente y cotidiana del lavatorio de los pies, la jerarquización sólo lo propicia como gesto aislado cuyo simbolismo y efectividad se pierde en medio de rituales que no responden a hechos reales y ciertos en la vida institucional, sino que repiten una memoria que muchas veces permanece en el vacío. Pero creo sinceramente que no hay que encauzar las energías hacia la conquista de mayores espacios en estas iglesias que tenemos, eso no vale la pena a las mujeres realmente. No hay por qué pelear por más de lo mismo. Pienso y siento igual que la teóloga asiática de origen alemán, Gabriele Dietrich en su poema:

Soy una mujer,
y la sangre
de mis sacrificios
clama al cielo
al que llamáis paraíso.
Estoy harta de vosotros, sacerdotes,
que nunca habéis sangrado
y decís:
Este es mi cuerpo,
que se entrega por vosotros,
y mi sangre
derramada por vosotros;
bebedla.
¿La sangre de quién
ha sido derramada
a favor de la vida
desde la eternidad?
Estoy harta de vosotros, sacerdotes,
que gobernáis el garbagriha,
que adoráis el vientre
como fuente de vida
y me dejáis al margen
porque mi sangre
contamina.
Soy una mujer,
y seguiré sangrando
de mi vientre, pero también de mi corazón,
porque es difícil
aprender a odiar,
y puede que odiaros
no sirva de nada…

Las fuerzas tenemos que emplearlas en la construcción de círculos de sororidad que se extiendan por todo el planeta y que generen y permitan dinámicas en el sentido de la invitación que nos hacen las comunidades joánicas, tanto en el Evangelio como en las Cartas para que se nos revele que Dios es Amor y sea esa vivencia la que nos haga discípulas del maestro galileo.

Carmiña Navia Velasco
Cali, Noviembre de 20013

NOTAS Y BIBLIOGRAFÍA

Rafael Aguirre:
LA MESA COMPARTIDA, Estudios del Nuevo Testamento desde las ciencias sociales.
Editorial Sal Terrae – Presencia Teológica, Santander 1994

Zygmunt Bauman:
AMOR LÍQUIDO, Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos
Fondo de Cultura Económica, México 2005

Jean Shinoda Bolen:
EL MILLONÉSIMO CÍRCULO
Editorial Kairós, Barcelona 2004

Catherine Clément y Julia Kristeva:
LO FEMENINO Y LO SAGRADO
Editorial Cátedra, serie Feminismos, Madrid 2000

Mariá Corbí y Halil Bárcena:
JESÚS DE NAZARET, EL MITO Y EL SABIO
Editorial Verloc, Barcelona 2010

Gabriele Dietrich:
SOY MUJER, poema.
Copiado en:
Chung Hyun Kyung:
INTRODUCCIÓN A LA TEOLOGÍA FEMENINA ASIÁTICA
Editorial Verbo Divino, Estela 2004

Eugene LaVerdiere:
COMER EN EL REINO DE DIOS
Editorial Sal Terrae – Presencia Teológica, Santander 2002

Letty M. Russell:
LA IGLESIA COMO COMUNIDAD INCLUSIVA
Editorial SEBILA, Buenos Aires – Argentina 2004

Elizabeth Scüssler Fiorenza:
DISCIPULADO DE IGUALES, Una ekklesia-logía crítica feminista de liberación
Editorial Pachamama, La Paz 2011

Simone Weil:
CARTA A UN RELIGIOSO
Ed. Trotta, Madrid 1998

Publicado en la Revista ALTERNATIVAS, Edit. Lascasiana. Managua, Nicaragua
Año 20, nº 46. Julio-diciembre 2013.

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