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Los católicos progresistas, descontentos por el cardenalato de García-Gasco -- Ignasi Pellicer

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El Plural

Lo interpretan como “un premio” a su apoyo incondicional a Ratzinger
El reciente nombramiento al cardenalato del arzobispo de Valencia, Agustín García-Gasco, no ha sido recibido con muy buenas caras por los católicos progresistas de Valencia. Representantes de las Redes y Comunidades Cristianas de base confiesan al El Plural que no tienen motivo para alegrarse, ni para entonar ¡aleluyas! por el flamante cardenal. No ven tampoco que con el nuevo purpurado, y supuesta influencia en el Vaticano, vayan a cambiar las cosas en la diócesis valenciana.

La línea oficial ultraconservadora que el mismo García Gasco se ha encargado de preservar en su arzobispado, formando piña con el PP, va a continuar y puede derivar a posicionamientos todavía más reaccionarios, se teme.
Antonio Duato, un veterano miembro de las plataformas de católicos progresistas, insiste en que el cardenalato se crea y concede a título personal por designio personal del Papa. Por eso, la iglesia valenciana no va a beneficiarse en el terreno práctico, ni tendrá más recursos económicos para ayudar a los más pobres, que es lo que se pretende desde las redes cristianas, subraya este creyente progresista. Tampoco la diócesis de Valencia, por ser ahora sede cardenalicia, va a ser más influyente en la Conferencia Episcopal Española, predice.

Un premio
Otro portavoz de los cristianos de base en Valencia, Demetrio Orte, interpreta el nuevo nombramiento de García-Gasco como “premio” por el apoyo incondicional que ha demostrado al actual jefe de la iglesia católica, Joseph Ratzinger, y que data de antes de que éste alcanzara el pontificado. Ha sido determinante para su ascensión a lo más alto en la jerarquía del Vaticano, sostiene Demetrio Orte, que fuera Valencia sede del V Encuentro Mundial de la Familia (en clave exclusivamente católica), en julio de 2007, clausurado por Benedicto XVI en su primera visita a España. A este respecto, causa estupor en los católicos de base que todavía no se conozcan oficialmente las cuentas la Generalitat Valenciana -que preside Francisco Camps, del PP- sobre el coste total del viaje papal, asumido en su totalidad por los presupuestos autonómicos. A ojo, se calcula que se han superado los 20 millones de euros.

“Duro” y distante
Ningún proyecto que lleve la impronta del ahora ya cardenal-arzobispado García-Gasco ha contado con el respaldo de la feligresía católica de base, señalan portavoces de estas corrientes críticas. Además no se han facilitado puentes para acercar a García-Gasco con los sacerdotes, más cercanos a la realidad y conocedores de las necesidades y el sentir de sus feligreses. Dicen, “que ha ocurrido lo contrario”. A García-Gasco se le atribuyen un carácter de “duro”, para sancionar las conductas de sus subordinados.

Proyectos partidistas
Tampoco ha contado García-Gasco con el apoyo del ala más a la izquierda de la iglesia valenciana para los proyectos que él ha considerado de mayor relevancia. El más criticado de ellos, recuerdan, “por ser claramente partidista”, es el santuario que García-Gasco se ha empeñado levantar en memoria de los “mártires de la guerra civil”. Sólo lo quiere para rendir homenaje a las víctimas del bando franquista, excluyendo a quienes perdieron la vida por defender los ideales la II República.

Ironías de la vida
Por una ironía de la vida -recuerdan desde las Comunidades Cristianas Populares– el polémico monumento se ha visto de repente afectado por el trazado del futuro circuito de Fórmula 1. Los ruidosos monoplazas van a pasar inevitablemente a pocos metros de las antiguas naves de la empresa Cross. El ayuntamiento de Valencia, que preside la alcaldesa popular Rita Barberá, cedió en 2003 al arzobispado estas naves para construir, sin sospechar que su privilegiada ubicación cerca del mar, sin ruidos urbanos, se vería años después perturbada por las carreras de coches y la multitud que les acompaña.

Una Universidad “elitista”
La Universidad Católica de Medicina que también impulsa García-Gasco se ha visto rechazada de plano igualmente por las corrientes de católicos progresistas. La ven “elitista” porque cursar una carrera completa – cuyos títulos todavía no han sido homologados por el ministerio de Educación – rondará los 50.000 euros.

La Iglesia que queremos
Corre de mano en mano, entre los miembros de las redes cristianas de base de Valencia un documento reivindicativo que resume el desencuentro entre los católicos progresistas y el cardenal-arzobispo García Gasco. Bajo el título “La Iglesia que queremos, el obispo que necesitamos”, el documento recopila lo que no ha hecho ni conseguido García-Gasco en su gestión personal al frente de la iglesia valenciana. Se pide “apertura solidaria al mundo”; “independencia ante los poderes políticos, económicos y mediáticos”; y “austeridad y libertad”.

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