Existe el abuso, la discriminación, el riesgo de perder el patrimonio y hasta la vida, pero el cruce de fronteras también genera, especialmente dentro de América Latina, un nuevo tipo de desarrollo económico y social.
BBC Mundo entrevistó a Abelardo Morales Gamboa, investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales en Costa Rica (FLACSO), experto reconocido en el campo de las migraciones laborales y el desarrollo transfronterizo, quien destaca aquí el impacto positivo de los flujos migratorios latinoamericanos.
¿Qué tipo de nuevo desarrollo se genera con los inmigrantes en el país de destino, habiendo dejado su país de origen? ¿Qué pasa con los mercados laborales?
En el caso de los países latinoamericanos, países que son vecinos o que pertenecen a una misma región, como los países centroamericanos, los países del Caribe, o en la región andina o el Cono Sur, de alguna manera están expresando un fenómeno de regionalización de los mercados laborales.
Hay mercados de trabajo que se vuelven insuficientes en algunos países, de manera que se convierten en expulsores, o mercados de trabajo que son deficitarios en términos de cubrir la demanda de mano de obra que se requiere para nuevas actividades, y se convierten en zonas de atracción de trabajadores.
Esto está generando una nueva interdependencia de carácter económico entre los países de la región, y es una interdependencia fundamentalmente basada en el factor fuerza de trabajo.
Las fronteras son espacios de cruce, pero también, de acuerdo con lo que me está diciendo, se convierten en algo más, no sólo un lugar para pasar, sino en una nueva región económica.
El desplazamiento de población de la sierra a la costa en Ecuador es migración interna, y no deja de ser migración, es un problema de desplazamiento de fuerza de trabajo, pero la existencia de una frontera internacional marca sobremanera este fenómeno.
Porque ahí entra la variante política, la variable del control que sigue intentando ejercer el Estado a los flujos y esencialmente a los flujos humanos, en este caso al flujo de fuerza de trabajo.
La frontera tiene ese peso en la migración, pero además de ser puntos de cruce, las fronteras se han venido constituyendo en nuevos espacios económicos, en espacios transfronterizos que en esa dimensión se incorporan a la nueva economía transnacional.
Por lo general en las fronteras hay recursos naturales, hay territorio, hay tierras para incorporar a la actividad productiva. Y está la fuerza de trabajo del país vecino que es aprovechada en condiciones bastante ventajosas para el empresario y desventajosas para el trabajador.
El hecho de ser frontera le permite a esos espacios territoriales aprovechar una serie de ventajas que las fronteras tienen en términos, paradójicamente, de vacíos institucionales.
La colindancia, sobre todos cuando hay asimetrías económicas e institucionales, genera una serie de vacíos que a veces convierte a las fronteras en espacios desregulados, que da ciertas ventajas para la actividad económica.
¿Pueden los Estados controlar, contener, estos flujos migratorios?
Creo que el problema de la política migratoria es que son políticas de control y de contención migratoria y no políticas de gestión migratoria.
Y el problema es que ésas son política nacionales, no internacionales, es decir, no son políticas concertadas internacionalmente entre los Estados y menos entre los vecinos, y esto en vez de ser un factor de desarrollo, en vez de convertir la agenda migratoria entre países vecinos en una oportunidad de cooperación y de desarrollo regional, se convierte en un factor de conflicto.
Lo estamos viendo en Centroamérica, se experimenta cotidianamente en la frontera entre Haití y República Dominicana, donde es conocida la situación de marasmo de la sociedad haitiana y las limitaciones que tiene la sociedad dominicana, y entonces se genera un conflicto no solamente internacional, sino en un conflicto de carácter interétnico, entre haitianos y dominicanos.
La migración siendo un problema del desarrollo está siendo enfrentada como un problema policiaco, bajo doctrinas muchas veces influenciadas por las doctrinas de la seguridad nacional y, más recientemente, con las doctrinas que vinculan migración con redes de crimen organizado y terrorismo.
Los inmigrantes tienden a sufrir discriminación en los países de destino, ¿cuán grande es el riesgo de ghetificación, de encerramiento de las comunidades en sí mismas para conservar su identidad?
Mi impresión es que en el caso de América Latina no es un fenómeno destacable. Las comunidades de inmigrantes, por amenazadas que estén, son comunidades que están en interacción con la sociedad de acogida, y la forma de interacción es a través de la interacción laboral.
La identidad ni se pierde ni se conserva intacta en todas sus dimensiones. Hay un proceso de transformación de las identidades como efecto de la interacción laboral que se da entre la comunidad de inmigrantes y la de recepción.
Eso no quita la existencia del conflicto, de la amenaza y a veces la percepción que tiene el inmigrante no sólo de ser rechazado sino la imagen autolegitimadora de un estatus inferior, aceptando a veces que es una persona que no tiene derechos, a reclamar y a exigir, por ejemplo.
Son imágenes y escenarios que reproducen los temores y la incertidumbre y hasta la posibilidad de perder no sólo el patrimonio sino la vida misma en la ruta migratoria.
Algunas de nuestras sociedades se están construyendo a partir de la migración en un contexto de reprodución social del miedo, de la «ilegalidad» y de la clandestinidad.
¿Hay algún hallazgo destacable en las actuales investigaciones que realiza CLACSO sobre migración y desarrollo?
El contacto con el exterior ya dejó de ser un privilegio sólo de empresarios, de intelectuales, de dirigentes políticos y ahora se ha constituido también en una posibilidad para otros grupos de la población, inclusive grupos menos favorecidos.
Eso está teniendo un impacto muy importante no sólo en las características del desarrollo económico de las localidades de origen, sino en otras dinámicas que tienen que ver con la cultura, con las formas de organización social y con las modas.
La migración se está evidenciando como un fenómeno en el cual irrumpen nuevos actores y nuevas actoras, las mujeres fundamentalmente, pero también comunidades indígenas y otros grupos sociales.
De alguna forma, la diáspora migratoria está poniendo afuera una importante diversidad de los que es América Latina en el contexto de la globalización.