La Vanguardia
Las 26 horas del viaje relámpago de Benedicto XVI a Valencia entre las 11.30 del día 8 y las 13.30 del día 9 del próximo julio contrastan con la mayor duración de sus otros dos viajes apostólicos: del 18 al 21 del pasado agosto en Colonia, y del que comenzará este jueves, día 25, al 28 del presente mayo en Polonia.
Valencia será escenario del V Encuentro Mundial de las Familias. Su lema La transmisión de la fe en familia y el mensaje evangélico, marcado para siempre por el humilde nacimiento de Jesús en el Belén alejado de los poderes político y religioso, corren el riesgo de quedar en la penumbra de la faraónica infraestructura organizada por las autoridades eclesiásticas y civiles. Las expectativas son espectaculares: millón y medio de visitantes, seis rutas turísticas, macroaltar con microclima especial para combatir el calor mediterráneo, torre con cruz luminosa de 35 metros de altura, siete mil periodistas, cinco mil policías, dispositivos de seguridad con las últimas tecnologías…
Además, está planteada una controversia en torno, por una parte, al arzobispo de Valencia, Agustín García Gasco, y las autoridades autonómicas y locales populares de la Comunidad Valenciana y, por otra, del presidente socialista José Luis Rodríguez Zapatero. Ambas partes se disputan el protagonismo en la visita papal. Este pulso por la instrumentalización política puede dejar en segundo plano la transmisión del Evangelio liberador y solidario por la vía de la separación, también evangélica, entre Dios y el César.
En todo caso, algunas de las principales divergencias entre el Gobierno central y la jerarquía católica aflorarán en este Encuentro Mundial de las Familias. En torno a la concepción de la familia y sus desarrollos legislativos se plantean conflictos como éstos: técnicas de reproducción asistida, regulación jurídica del matrimonio con reconocimiento de las parejas homosexuales y su derecho a adoptar, educación, enseñanza religiosa de los hijos… Hay que dejar constancia de que estos desarrollos legislativos se realizan a partir de la Constitución española que es defendida por el episcopado.
Otras cuestiones que inciden en las relaciones del Gobierno con la Iglesia son, entre otras, la aplicación de los acuerdos entre Estado español y Santa Sede, la financiación de la Iglesia católica, la misión de la Iglesia en una situación marcada por el alto el fuego de ETA. Sobre estas temáticas, el tacto moderador de Ricardo Blázquez, obispo de Bilbao y presidente de la Conferencia Episcopal Española, es distinto del de Agustín García Gasco, que, en cuanto arzobispo de Valencia, lleva las riendas organizativas del Encuentro Mundial de las Familias.
Habrá que ver la opción que seguirá Benedicto XVI en sus 26 horas valencianas. Puede recriminar en público, con dureza o con elegante suavidad, la legislación impulsada por el Gobierno en las materias que afectan a la familia y que reciben las críticas episcopales, como ya lo ha hecho en una reciente audiencia al presidente de Venezuela. El Papa expresó a Hugo Chávez su preocupación por un proyecto de reforma educativa en el que no quedaría lugar para la enseñanza de la religión, y pidió que los programas de salud pública mantengan como punto fundamental la protección de la vida desde su inicio. El Papa Ratzinger también puede seguir la senda de Juan Pablo II en su última visita a Madrid, en mayo del 2003. El Papa Karol Wojtyla y el entonces presidente del Gobierno español, José María Aznar, mantuvieron posturas claramente divergentes ante la guerra del Iraq. Pero durante su estancia madrileña, Juan Pablo II guardó silencio, al menos públicamente, ante aquel conflicto.