LA COPE NOMBRA PRESIDENTE EJECUTIVO AL PRESIDENTE DEL CEU

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El País

La Cope, cadena de radio controlada por la Conferencia Episcopal, anunció ayer el relevo de su presidente ejecutivo. Bernardo Herráez, que desempeñaba el cargo desde hace nueve años, será sustituido por Alfonso Coronel de Palma, que hasta ahora estaba al frente de la Fundación San Pablo CEU.
Tomará posesión el próximo día 30, coincidiendo con la celebración de la junta general de accionistas de la Cope. El anuncio del relevo coincide con la asamblea de directivos de la Cope, que se celebra en Canarias. El propio Herráez, compareció ayer en el programa La mañana, donde fue entrevistado por su director, Federico Jiménez Losantos, para dar cuenta de su cese como presidente ejecutivo.

Vinculado a la Cope desde 1975, Herráez (de 76 años) fue consejero delegado y desde 1999 presidía el consejo de administración. A partir del 30 de junio será presidente de honor. «Seguiré en el mismo despacho», dijo ayer tras recordar que una de sus actividades ha consistido en el seguimiento de los contenidos de la Cope.

Su sucesor, Alfonso Coronel de Palma, recibió el nombramiento «con sorpresa», y dijo que la cadena de los obispos es un medio de comunicación «que actúa en libertad» frente «al resto de poderes e intereses». Partidario de no abordar cambios de «modo alocado», transmitió a los trabajadores que su intención es cumplir los contratos, si bien algunas de las estrellas de la Cope podrían embarcarse en otros proyectos.

La salida de Herráez de la cúpula ejecutiva de la Cope se produce dos meses después de que se destapara la trama urdida por el jefe de deportes, José Antonio Abellán, para alterar los datos de audiencia del Estudio General de Medios. Los socios de ese organismo acordaron expulsar a la Cope, medida que fue recurrida. Antes de infiltrar encuestadores en el EGM, era la segunda cadena generalista más seguida, con 2.316.000 oyentes, por detrás de la SER (4.996.000), según los datos de la tercera oleada de 2005.

Herráez dijo que la cadena apuesta por «la pluralidad» desde un punto de vista de la estructura interna, con «una exigencia de fidelidad» al ideario de la Cope. «A veces también fallamos en el cumplimiento de ese ideario», reconoció.

Altos cargos de la Iglesia católica han criticado reiteradamente los contenidos de la emisora, por considerar que van en contra de «los valores cristianos y el respeto a las personas». Algunos obispos han dicho sentirse «ofendido» por determinadas expresiones escuchadas en antena.

En busca de un ‘Herrera Oria’

No es casualidad que el nuevo presidente de la Cope, fundador en los 80 del siglo pasado de la Agrupación de Estudiantes Independiente y tertuliano duro pero tranquilo en el programa La tarde con Cristina, sea también el presidente de la Asociación Católica de Propagandistas fundada por Ángel Herrera Oria, y gran canciller de la Universidad Cardenal Herrera-CEU. En los últimos seis años ha sido el motor del exitoso congreso Católicos y Vida Pública.

Los obispos buscan en Coronel de Palma, abogado de 42 años, el Herrera Oria que les saque del jardín de los domingos en que se sumieron con la liquidación de la cadena de prensa católica, hace dos décadas. Con la venta al Grupo Vocento (ex grupo vasco) de periódicos como Ya en Madrid, La Verdad en Murcia y Hoy en Badajoz, entre otros, más la supresión de la agencia Logos, el episcopado se quedó entonces sin el capital que les había levantado el abogado de Estado santanderino metido más tarde a cura, cumplidos con creces los 30 años, y hecho más tarde cardenal de Málaga.

El retiro de un clásico

A Bernardo Herráez, los obispos le llaman don Bernardo. No hay otro. Ahora se jubila del todo, a los 76 años, después de 30 años al mando de la cadena de radio eclesiástica y otros 25 administrando los dineros de la Conferencia Episcopal como vicesecretario para Asuntos Económicos hasta el otoño pasado.

Nacido en Gamonal de la Sierra (Ávila) y cura desde 1953, Herráez se hizo licenciado en Ciencias Biológicas por la Universidad Central de Madrid antes de meterse en berenjenales que consideró ajenos; es decir, conllevó sus cargos con la paciencia del investigador, como si nada le pudiera perturbar: ni las negociaciones con los gobiernos de turno para financiar la Iglesia, ni las censuras por el comportamiento de algunos programas de la Cope. A todo ponía sordina con tal de que no afectase a las complicadas arcas eclesiásticas. Le premiaron con el título de monseñor -«prelado de honor de su santidad»-, pero muchos le habían reclamado para obispo.