Las contradicciones del Cardenal de Honduras -- Fernando Bermúdez López, miembro del COR de Murcia, del SICSAL y de MOCEOP

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Es de conocimiento común que el golpe de estado en Honduras, del 28 de junio del año pasado, que depuso al presidente Manuel Zelaya, quien fue sacado a la fuerza de su país por los militares, desató una represión constante y sistemática contra líderes sociales y populares. Se ha contabilizado centenares de secuestros y asesinatos por parte de la policía y del ejército. (Hay pruebas contundentes de esta violación a los derechos humanos). Se impuso censura a los medios de comunicación radial y televisiva. La Radio Progreso de los jesuitas fue tomada por los militares y cerrada.

Hacía casi 25 años que no se había dado un golpe de estado en el continente americano. Los gobiernos, mejores o peores, estaban siendo elegidos por el pueblo mediante el voto. Este golpe, señala el Pronunciamiento de la Provincia de los Dominicos de América Central, obedeció al desacuerdo de la oligarquía hondureña a algunas reformas que el presidente Zelaya estaba implementando, tales como ?la reestructuración de las fórmulas de ganancias de las compañías trasnacionales del petróleo, la importación de medicamentos genéricos desde Cuba a precios más cómodos que los ofrecidos por las empresas farmacéuticas nacionales e internacionales, la decisión de elevar el salario mínimo, las medidas a favor del medio ambiente frente a las compañías mineras????.

Mientras la Conferencia de Religiosos y Religiosas de Honduras y la diócesis de Santa Rosa de Copán se manifestaron contra el golpe, el arzobispo de Tegucigalpa, cardenal Oscar Andrés Rodríguez lo justificó.

El martes 12 de enero tuve la oportunidad de escuchar en Alicante al cardenal Rodríguez en el auditorium de la CAM ?Caja del Mediterráneo-, en el marco del Ciclo de Conferencias sobre ?La Iglesia católica y la lucha contra la pobreza??, organizado por la Acción Social de la diócesis de Orihuela-Alicante.

El cardenal Oscar Rodríguez hizo una excelente y magistral exposición sobre la realidad de pobreza en el mundo. Presentó un breve análisis del sistema neoliberal, al que calificó de injusto, inhumano e inmoral, a la luz del mensaje y práctica de Jesús y de la Doctrina Social de la Iglesia. Aportó datos interesantes como que 226 personas poseen tanta riqueza como la mitad del planeta.

Hizo una denuncia valiente de las corporaciones financieras multinacionales como responsables de la crisis económica mundial. Dijo que el humanismo no es posible en un mundo neoliberal. Hizo un llamado a afianzar la opción preferencial por los pobres.
Verdaderamente, daba la impresión de estar escuchando a un teólogo de la liberación. A todo esto se suma que Oscar Rodríguez es un gran comunicador.

Precisamente, mientras hablaba de la brecha entre el mundo rico y el mundo pobre, en ese mismo momento un terremoto asolaba Haití, el país más pobre de América y uno de los más pobres de la tierra.

Después de casi una hora de exposición, el moderador dio 10 minutos para preguntas. Un asistente de la HOAC, con mucho respeto, expuso su preocupación por el apoyo que el cardenal dio al golpe militar en su país.

El cardenal tomó la palabra diciendo rotundamente que ?en Honduras no hubo golpe militar sino una sucesión constitucional?? (palabras literales). Que la idea de golpe militar es una mentira difundida por Telesur de Venezuela. Que Micheletti accedió a la presidencia de acuerdo a la Constitución. Que se ha dado una mala imagen de esta ?sucesión constitucional?? porque Venezuela se ha encargado de afirmar que hubo golpe de estado militar y de desprestigiar a Micheletti. Más aún, dijo que Hugo Chávez estaba utilizando a Honduras como país puente para el narcotráfico.

Criticó el aumento del salario mínimo que hizo Zelaya, cosa que afectó a las obras de la Iglesia. Lo que no dijo el cardenal es que él veía la subida salarial desde el punto de vista empresarial, no desde los trabajadores.

Tampoco dijo nada de la represión que su pueblo, particularmente los campesinos, están sufriendo por parte de las fuerzas armadas, desapariciones y asesinatos, allanamientos de los medios de comunicación y de oficinas de Derechos Humanos??Tampoco dijo nada de la multitud de refugiados hondureños en Guatemala, El Salvador y Nicaragua, ni que ?se ha prohibido el derecho de manifestación, de asociación, de movilización, de libre expresión de la opinión, de un debido proceso, y, sobre todo, de inviolabilidad del domicilio y de la integridad física y mental de las personas?? (Comunicado del Coordinador de Apostolado Social de la Provincia Centroamericana de la Compañía de Jesús).

El cardenal citó en varias ocasiones la Caritas in veritate, que llama a la búsqueda de la verdad en la caridad. Sin embargo, el juicio del cardenal Rodríguez, -por la información que tenemos de Honduras de instituciones nada sospechosas como la diócesis de Santa Rosa de Copán, el Prior Provincial de los Dominicos de América Central, la Comisión Provincial de Apostolado Social de la Compañía de Jesús, la Conferencia de Religiosos y Religiosas de Honduras??-, no fue nada imparcial ni ajustado a la realidad ni a la verdad. Una contradicción con la encíclica que tanto citaba.

Prácticamente, el cardenal acaparó los diez minutos de ?preguntas?? para justificar lo que él llama la ?sucesión constitucional?? y desprestigiar a Zelaya y a Hugo Chávez. Terminó la actividad con un efusivo aplauso de la mayoría de los asistentes. Y como no hubo espacio para un diálogo, los asistentes salieron del auditórium con la idea impuesta y avasalladora del Sr. Cardenal.