Las nuevas tecnologías biológicas ofrecen posibilidades enormes, pero también traen riesgos y nuevos problemas éticos. En África, la pobreza, la falta de capacidad y de recursos, hacen que el interés se centre más en la supervivencia, o en tecnologías “prácticas”, antes que en biotecnologías complicadas que no están al alcance de la mayoría, que desconoce casi todo sobre ellas.
A pesar de esto, algunos aspectos del debate de la bioética se van generalizando sobre todo en lo relativo a la agricultura y los cultivos genéticamente modificados. En Egipto, Túnez, Sudáfrica, Kenia, Senegal, Mali, los debates van creciendo aunque en muchos casos no llegan al público, limitándose a científicos, legisladores, agricultores y una parte mínima de la población. Vemos la “bio-ética” como la “ética de la vida”. Por eso miraremos no solo a la ética de los avances biotecnológicos, sino a otros aspectos que amenazan la vida humana en África.
Para África la vida es el valor fundamental del ser humano, y la naturaleza es parte del entramado de la vida. La visión de las multinacionales agroquímicas es económica, lo importante es obtener beneficios. Para ello imponen políticas y se apoderan de la biodiversidad de África sin reconocer los derechos de los africanos a sus “conocimientos tradicionales”. Estas dos visiones opuestas producen conflictos, aunque los ganadores son en la mayor parte de los casos las grandes empresas.
La falta de recursos económicos en el continente hace que la investigación sea financiada mayormente por compañías extranjeras, centradas más en obtener beneficios que en mejorar la vida de los africanos.
Los Programas de Ajuste Estructural (PAEs) contribuyeron al empobrecimiento de África. La economía, las organizaciones que promueven el libre-comercio y los acuerdos injustos amenazan la vida de África, al contribuir a la crisis agrícola, desindustrialización, perdida de empleos y al empobrecimiento del continente.
La pobreza y sus consecuencias [hambre, guerras, enfermedades endémicas -malaria, hiv/sida, tuberculosis- baja escolarización, suburbios, falta de agua limpia y saneamiento, etc.) son la mayor amenaza a la vida en África. Hay también otros factores que acarrean sufrimiento y muerte y como tales son inmorales: una economía influenciada por la globalización y el libre mercado que proporciona beneficios a una minoría, mientras el pueblo es el perdedor. Las leyes de comercio internacional (de la OMC y de la UE) y las condicionalidades impuestas por los donadores perjudican a África al obligarle a privatizar sus servicios y a abrir sus fronteras a productos procedentes de países altamente desarrollados, con quienes su industria no puede competir. Los países industrializados, niegan a África la posibilidad que ellos tuvieron de proteger su industria nacional con aranceles y tarifas aduaneras. Las políticas agrarias de Occidente (subsidios agrícolas, “dumping” de productos baratos) perjudican a los agricultores de África, y aumentan la inseguridad alimentaria y el fracaso de la agricultura.
La violencia de las guerras provocadas por el acceso a los productos del subsuelo; la violencia domestica, sexual, la discriminación de la mujer; las enfermedades endémicas, son tantos males que afectan la vida en África. El cambio climático, la desforestación, la privatización del agua y la tierra, también le afectan negativamente. Mientras la mayor parte del mundo vive en la abundancia, África carece de lo esencial. Esta diferencia entre “los que tienen” y los que “no tienen” es inmoral.
Pero la vida florece en África. Las mujeres van ocupando su puesto en la sociedad; los procesos de paz y reconciliación son una realidad; la solidaridad y el ubuntu son una “Buena noticia”; la resistencia del africano, su capacidad de cambio, de sobreponerse a guerras, catástrofes es inmensa y es una esperanza para el futuro del continente.