La teología de la liberación 40 años después. Entrevista con Pablo Bonavía -- Magdalena Martínez

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En 2011 se cumplen 40 años de la publicación del libro de Gustavo Gutiérrez ?Teología de la Liberación. Perspectivas??. Una buena ocasión para preguntarnos por la historia de esta manera de hacer teología, por la novedad que ella representó y por los desafíos que hoy se le presentan. De todo esto conversamos con el sacerdote Pablo Bonavía, actual párroco de la Cruz de Carrasco.

¿Cómo nace la Teología de la Liberación?

Podemos poner un horizonte largo. En el mes de diciembre próximo se cumplen 500 años del famoso sermón de Antonio Montesinos. El 21 de diciembre de 1511, cuarto domingo de adviento, en la entonces Isla La Española (hoy República Dominicana), por primera vez se encara a los conquistadores desde la perspectiva de los indígenas que están siendo expoliados y humillados, a quienes les están robando todo, la riqueza, la cultura, la identidad.

En 1492 se produce el así llamado descubrimiento de América Latina.
Diecinueve años, luego de haber conversado con la Comunidad, se le solicita a Antonio Montesinos que realice una expresión de rechazo, de protesta, a la forma en que los conquistadores trataban a los indígenas en nombre de la fe. Esto se verá reflejado en el sermón de la celebración en la que se encontraba presente el hijo de Colón (en ese momento almirante a cargo de la flota).

Cuando hablamos de teología de la liberación (TL) nos referimos en primera instancia a un fenómeno bastante acotado que nace a fines de la década del 60, a principio de la década del 70. Fenómeno que tiene lugares, fechas y acontecimientos hasta nuestros días. Pero siempre la TL se entendió a sí misma como parte de una corriente de vida y de estilo de vida cristiano que en nuestro continente arranca con fecha 21 de diciembre de 1511.

Hay algunos acontecimientos en la década del 60 y 70 que le dan forma, nombre a esta teología ¿cuáles son esos acontecimientos?

Gustavo Gutiérrez, en torno a 1968, es el primero en darle forma epistemológica propia a la TL. De hecho lo que hay de trasfondo de esa teología es una experiencia de compromiso de muchos cristianos en lo social, lo político, lo cultural, para quienes el formato (no tanto el contenido) en el que habían recibido e intentaban compartir sus condiciones de fe, aparecía muy deudor de una mentalidad colonialista, conquistadora, ilustrada, que justamente es lo que esta teología empieza a revertir. Hay un momento, hacia fines de la década del 60, en que si bien hay una gran efervescencia en cuanto a expectativas de cambio social, de hecho los cristianos no tenían un pensamiento que les permitiera insertarse creativamente. Tenían principios, tenían una doctrina social de la iglesia, tenían teologías así llamadas progresistas post-concilio, pero ninguna de ellas era capaz de tener una inserción creativa en la búsqueda de alternativas y de procesos de cambio.

Lo que hace esta teología de Gustavo Gutiérrez es una algo bien importante: cambia la pregunta a la que la teología quiere responder. Después del Concilio la gran pregunta que las teologías progresistas europeas, muy buenas, muy profundas y muy valiosas, se hacían es: cómo seguir siendo cristiano en un mundo moderno, racional, democrático, posmístico, adulto. Hay toda una reflexión de largo aliento que busca actualizar la fe a lo que son los requisitos del mundo moderno, una fe que venía siendo vivida, celebrada y reflexionada, con categorías prácticamente pre-modernas. Pero esa manera de entender las cosas era comprensible en una Europa muy moderna que había pasado por la revolución industrial, la revolución francesa, que tenía una infraestructura económica y política como para grandes cambios. Pero eso en América Latina no ayudaba mucho.

La pregunta que descubre Gustavo Gutiérrez y que es la que le va a dar originalidad e identidad a la TL no es tanto cómo mantener la fe cristiana en un mundo adulto, sino cómo poder predicar a Dios, que es Padre, en un mundo que es sistemáticamente excluyente e injusto. La pregunta no es tanto cómo mantener la fe, sino que la fe que vale la pena mantener es aquella que nos permite, en fidelidad al Evangelio ser capaces de generar cambios radicales en la sociedad. No es que se ponga al mundo moderno como modelo y la fe cristiana tratando de adaptarse, sino que es otro tema. El referente de las teologías progresistas europeas es el hombre racional, adulto, moderno. El referente de la TL es el pobre, el excluido, el discriminado.

Podemos decir entonces que en nuestro continente hay un contexto particular que le da lugar a esta TL

Es un contexto de mucha efervescencia y de expectativas de cambio a corto plazo. Teníamos la revolución cubana reciente, movimientos revolucionarios, guerrillas urbanas, partidos comunistas, cambios en algunos sectores de la democracia cristiana. Diferentes propuestas.

Y un contexto de mucha pobreza e inequidad

Claro. Entonces esta teología, y ahí pondría el énfasis, descubre que sus raíces están ante todo en una cierta actitud espiritual. Tomando como referencia a Gustavo Gutiérrez y su análisis de la parábola del buen samaritano, lo que se intenta es primero vivir, practicar y después reflexionar la fe desde un compromiso con los sectores más pobres. El compromiso no es el resultado de una reflexión teológica, sino que es el humus dentro del cual hay una vivencia de la fe primero y luego una reflexión teológica diferente.

Tu planteas que la TL le da forma a las experiencias. ¿Se puede decir entonces que no impone ideas, sino que hay experiencias ya existentes a las que la TL les da forma?

Gustavo Gutiérrez ha insistido en que a la TL lo que le importa no es la teología en s sino la liberación. Más importante que la TL es el cristianismo liberador. Es desde ese cristianismo y al servicio de ese cristianismo que se elabora la reflexión teológica. Lo que importa no es tener teologías que expliquen por qué pasa lo que pasa, sino que estimulen el cambio para que se vaya humanizando y se vaya pareciendo al sueño de Dios esta realidad en la que vivimos. Por eso la TL, también dicho por Gustavo Gutiérrez, es una palabra que tiene que estar precedida por dos silencios: el silencio de la práctica y el silencio de la contemplación. Sin esos silencios la palabra no hace más que reproducir el tipo de relaciones y prácticas predominantes.

La Congregación para la Doctrina de la Fe redactó dos instrucciones sobre la TL en los años 1984 y 1986 ¿qué repercusiones tuvieron, si las hubo, en la posterior evolución de la TL?

La TL tiene como dos aspectos. Uno es más bien técnico, que es el que manejan los que están dedicados a la producción teológica. Ahí creo que la única incidencia que tienen esos documentos es que hay un especial énfasis en el uso acrítico de las categorías marxistas al analizar los cambios sociales. Yo creo que los principales teólogos de la liberación de aquel momento usaban críticamente el marxismo, no lo usaban acrítico. Pero después de esas advertencias de los documentos, muchos de ellos tuvieron especial cuidado en el manejo de las categorías marxistas.

Después la TL tiene también algo que va más allá de lo académico y de lo técnico que es la repercusión social. Yo creo que muchos de los ataques a la TL estaban dirigidos mucho más a evitar que la Iglesia como institución cambiara de lugar social, que se pusiera efectivamente a pensar su propia vida desde la suerte de los más pobres. Esto de repente en un país como Uruguay no hubiera significado grandes cambios, pero en otros países como Argentina, Colombia, Chile, Brasil hubiesen significado enormes cambios. Me parece que son más las consecuencias que tuvo a nivel de opinión pública, de periodismo, a nivel de generar dudas respecto a la ortodoxia de la TL que lo que tuvo en quienes, de hecho, se dedican a eso. Es la misma sensación que yo tuve cuando la famosa advertencia que se le hizo a Jon Sobrino antes de la Conferencia de Aparecida. Uno leía el texto y era mucho más laudatorio que crítico, pero en todos los diarios Jon Sobrino aparecía como condenado.

Por eso, cuando uno habla de TL está simultáneamente hablando de dos cosas: cómo funciona la lógica de producción de la teología es una cosa, y cómo eso repercute en la opinión pública y eclesial es otra.

Hoy la TL, con referencia a los años 60 y 70, ¿ha tenido cambios?

No olvidemos que además de lo que sucedió en la década de los 80 en América Latina con los regímenes militares, en el contexto mundial vino la crisis del socialismo de estado, por tanto la caída de una supuesta alternativa real, eficaz, existente, al régimen capitalista. Cuando caen esos sistemas sucede un fenómeno ambivalente. Parecía que eso significaba el fracaso de las utopías, el fracaso de las posibilidades reales de cambio social, el fracaso de la búsqueda de alternativas. Por tanto, en un primer tiempo me parece que quedó un poquito perpleja la realidad social e intelectual en ese campo. Pero después se empezó a reflexionar que las estructuras económicas y políticas no son las únicas que generan exclusión, colonialismo, marginación. Se empezó a descubrir que hay múltiples fenómenos, no sólo económicos, sino también políticos, culturales, que producen relaciones tremendamente injustas.

Entonces, eso que al principio podía aparecer como una mala noticia, de hecho se transformó en una buena noticia. Porque eso quiere decir que si los dinamismos de opresión atraviesan todas las relaciones humanas, entonces todas las relaciones humanas son lugar posible para generar un cambio. Desde aquel tiempo en que se ponía mucho énfasis en las estructuras, sobre todo económicas, hasta hoy ha habido una creciente conciencia de la diversidad de dinamismos y espacios en los que se reproduce una relación de dominación. Y por lo tanto, ha habido conciencia de la diversidad de espacios en que es posible crear alternativas y revertir procesos. Esto nos hace a todas y todos mucho más protagonistas.

Se vuelve a valorar el presente, no solamente la sociedad del futuro. Se vuelve a valorar la vida cotidiana, la sociedad civil, sin desconocer que las estructuras, tanto económicas como políticas, juegan un papel fundamental.

¿Cuáles son esos espacios donde esta teología está haciendo hoy, reflexión?

En primer lugar hoy hay una conciencia mucho mayor del factor ecológico como un factor transversal, no solamente temático, en todo lo que es la convivencia de la humanidad con el planeta. Una primera novedad es que hoy somos mucho más conscientes de los condicionamientos naturales de la vida humana y, por lo tanto, superamos esa visión muy moderna de un ser humano que puede explotar indefinidamente e ilimitadamente con un único ánimo de lucro y de rentabilidad, los recursos naturales. Hoy somos mucho más concientes que todo lo que la humanidad le hace a la naturaleza de algún modo después repercute sobre la raza humana. Eso es nuevo y eso cambia todo. A modo de ejemplo, hace poco Leonardo Boff en un artículo escribía que hasta hace poco tiempo nosotros pensábamos que la forma capitalista de explotar la naturaleza iba a terminar por la militancia de los grupos sociales y obreros. Hoy nos damos cuenta que probablemente termine simplemente porque el propio planeta es incapaz de seguir siendo agredido por esa manera de explotar. Como toda la dinámica capitalista tiene una gran lógica interna que en buena parte depende de la explotación ilimitada de los recursos. En la medida en que eso se descubre limitado va a empezar a revertirse hacia cambios sociales y económicos grandes. Esa conciencia es nueva.

La conciencia de la diferencia de género y de cómo en la relación mujer-varón se dan mecanismos de colonización, de opresión, de dominación. Hoy somos muchos más concientes de eso, aunque falta mucho todavía.

También la diversidad religiosa, un tercer factor. Cuando en la época de Medellín y años posteriores nos preguntábamos cómo reaccionamos los cristianos frente a la vida, no se nos ocurría incorporar la perspectiva de otros cristianos y otras religiones. Hoy, hasta por un mínimo de realismo, el pluralismo religioso obliga a descubrir coincidencias, descubrir espacios compartidos y estímulos recíprocos con otras religiones. Eso es nuevo también.

La teología indígena es otro factor que ha aparecido más últimamente.

¿Y hay algún espacio donde la teología no esté haciendo una reflexión?

Yo creo que sí. A mí me parece que del Foro Social Mundial (FSM) están saliendo indicaciones, propuestas, percepciones más transversales de lo que está pasando hoy en el planeta Tierra, que no sé si están siendo incorporadas sistemáticamente por la reflexión teológica. Mi postura personal es que lo que se llama posmodernidad en realidad son posturas extremas dentro del fenómeno mismo de la modernidad. Lo que yo llamaría posmoderno es precisamente este cambio en las relaciones entre naturaleza y humanidad, varón y mujer, sociedad civil y sociedad política, saberes académicos y saberes (y sabores) populares, que yo creo están entrando en una posibilidad de una relación de reciprocidad y no de subordinación.

El nuevo paradigma que yo llamaría posmoderno es el que supera todas las subordinaciones típicas de la modernidad, que de alguna manera secundan esa relación de la humanidad sobre la naturaleza, y sobre eso se fue generando todo lo que tiene la sociedad capitalista. Ahora hay economías alternativas, saberes en reciprocidad, protagonismo de la sociedad civil. Los últimos fenómenos de protesta e intentos de cambio en torno a los indignados y otros grupos están reflejando la importancia que tienen y los recursos que tiene la sociedad civil para promover cambios. El sujeto del cambio ya no es solamente un partido político, o no es una opresión económica, sino que hay también un protagonismo creciente de quienes son simplemente ciudadanos de a pie.

Entonces diría: mayor protagonismo de la sociedad civil, mayor valoración de la reciprocidad entre los saberes académicos y saberes populares, mayor conciencia de la equivalencia entre varón y mujer: necesidad de que eso sea reconocido a todo nivel. Una relación también de reciprocidad entre lo que es la sociedad de humana y el planeta. Todo eso para mí, forma parte de un nuevo paradigma que intenta superar relaciones de subordinación por relaciones de interrelación y reciprocidad. Eso es lo nuevo para mí.

Y eso en el FSM de alguna forma se pone saber la mesa

Yo creo que sí. Para mí la gran ventaja del FSM es que, como no responde a ningún comando central, de raíz se quita esa especie de tentación de control de unos sobre otros y se valora mucho más la diversidad que la monocultura. Hay otra manera de entender cómo se producen los intercambios. Eso lo permite el FSM justamente porque ha logrado mantener su carácter de espacio abierto y ha evitado transformarse en un factor de presión entre otros dentro de la dinámica económica mundial.

¿Qué desafíos se le presentan hoy al quehacer teológico mismo, a la manera de hacer teología?

Venimos de un tiempo en que los grandes referentes de la TL fueron teólogos, a mi entender, de primer nivel por su profundidad, por su capacidad de visión integral, por su profundidad espiritual y mística. A medida que esta manera de entender el rol de la teología en la iglesia y en la sociedad se ha ido extendiendo, eso ha sido tomado con mayor o menor conciencia por distintos grupos que al hacer teología ya casi dan por supuesto muchas de las que fueron las banderas de la TL. Grupos y personas que no necesitan ser teólogos profesionales ni tampoco autodenominarse como teólogos de la liberación.

Creo que la TL ha tenido siempre humildad como para decir que no nos interesa mantener el control del cartel. Lo que nos interesa es haber promovido una manera de entender la función de la teología en la sociedad y en la iglesia que supone atrás una cierta metodología teológica. Y eso es lo que importa seguir manteniendo vivo más allá del nombre. Me parece importante no hacer una reivindicación de la TL que los principales teólogos de la liberación no tienen interés en hacer.

Por lo tanto la fecundidad de esta propuesta yo hoy la veo, mucho más que en grandes teólogos de renombre o en grandes centros de producción alternativos, dispersa en una cantidad de espacios de reflexión espiritual, de reflexión teológica, de reflexión comunitaria. Espacios en donde esa reflexión está en la perspectiva de quien es víctima en este mundo. Esa perspectiva de hecho es tenida en cuenta cada vez con más naturalidad, sin hacer de eso una bandera.

Yo siempre insisto en una frase que a mí me parece que refleja mucho la TL: ?Dejar hablar al sufrimiento es condición de toda verdad??. Me parece que este principio de hecho ha ido penetrando tanto en las prácticas comunitarias, en las reflexiones bíblicas, en los momentos celebrativos y también en las reflexiones más sistemáticas. Yo hoy veo mucho más al conjunto del pueblo de Dios participando de una reflexión en la línea de la TL, pero que ya no sólo se identifica con textos académicos ni con autores de gran renombre, sino que se identifica con una espiritualidad y una teología que es asumida por distintos grupos comunitarios de mayor o menor capacidad de reflexión crítico-académica.

Partiendo de esta concepción de la Teología de la Liberación ¿podemos decir que esta reflexión teológica está presente también en Uruguay?

Entendiéndola así sí. Como producción académica es casi ausente, pero en esta otra perspectiva creo que sí.

En otras instancias has planteado de hacer teológica desde una tienda de campaña ¿qué significa esto?

Hay una imagen de lo que hacía la teología como una especie de muralla y con gran dificultad para asumir cambios. Hoy estamos pasando a una imagen de la teología que acompaña los procesos en los que identificamos la presencia del Reino entre nosotros, en la sociedad y la cultura. La imagen de la tienda de campaña, que es muy bíblica, tiene que ver con una manera de reflexionar la fe mientras estamos en camino, sin pretender tener una imagen acabada de la sociedad a la que nos queremos dirigir ni una imagen acabada de los procesos que nos van a llevar a esa sociedad final. Sino que más que nada me parece que nos vamos haciendo de instrumentos que nos permiten avanzar paso a paso. Siempre nos ayuda tener una visión de conjunto, pero no hacer de la visión de conjunto casi el único criterio para determinar si algo es valioso o no, si se cambia o no.

La tienda de campaña da la idea de un espacio que tiene un cierto marco, que permite una cierta contención, que permite una cierta protección de lo que se ha ido elaborando conjuntamente; pero que a la vez tiene mucha flexibilidad y que de alguna manera camina junto con los cambios. Como hoy se habla que estamos en un momento de la cultura de transición del paradigma moderno a otro alternativo que no se sabe bien cómo va a ser pero que tiene ya síntomas, a mí me parece buena esa imagen. Una teología hecha con conciencia de que estamos en transición sin pretender tener el conocimiento por adelantado de la meta final ni de los caminos que nos van a llevar ahí.

Obsur. Carta Digital

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