El nombramiento del cardenal brasileño Hummes para presidir la Congregación del Clero ha sido una sorpresa. No figuraba en las quinielas que se venían barajando sobre quién podría sustituir al colombiano Castrillón en esa Congregación, aunque eso es lo de menos, pues con el Papa Benedicto tenemos deberemos acostumbrarnos a que pocas veces los rumores aciertan.
Quizá lo más sorprendente está en el hecho de que el nuevo encargado de los sacerdotes diocesanos de todo el mundo no sea un sacerdote diocesano, sino un religioso ?franciscano?, lo cual no sé si será algo inédito en la historia, pero sí que es poco frecuente. Por otro lado, Hummes figuró en la lista de «papables» que la prensa «progresista» aireaba con el fin de encontrar una alternativa a la candidatura del entonces cardenal Ratzinger, hoy Benedicto XVI.
De eso, él, lógicamente, no es responsable, pero no deja de ser significativo que la mayor parte de los medios de comunicación del mundo le colocaran, en un momento tan decisivo como el del cónclave, en la «oposición» al actual Pontífice. O bien esos medios se equivocaron, o el Papa está demostrando un espíritu «ecuménico» a la hora de elegir a sus más íntimos colaboradores, situando en puestos clave del gobierno de la Iglesia a representantes de distintas «tendencias».
Lo que sí está claro con este nombramiento es que en la Curia vaticana va a estar presente un hombre con una gran sensibilidad social ?es amigo de Lula, al que no dudó en calificar públicamente de «católico»?, que procede del país que tiene más católicos del mundo ?Brasil? y que ha demostrado grandes cualidades como pastor, nada menos que al frente de una de las diócesis mayores del mundo, la de Sao Paulo.
Por otro lado, este nombramiento despeja la incógnita sobre quién iría a la Congregación del Clero. Se especulaba con Cañizares y ya se ha visto que no. Eso da más posibilidades de quedarse en España al cardenal de Toledo. Dios lo quiera.