Os presentamos algunos textos de ‘Abdu’l-Bahá, el hijo mayor de Bahá’u’lláh, el Profeta fundador de la Fe Bahá’í, preparado por Zoraida García, para que nos inspire paz, amor y unidad en estos días de tanto sufrimiento para la humanidad, y podamos hacer un esfuerzo cada uno por sumarnos a estos pensamientos de paz que contrapongan los pensamientos de guerra.
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Os exhorto a todos para que cada uno de vosotros concentréis vuestros pensamientos y sentimientos en el amor y la unidad.
Cuando se os presente un pensamiento de guerra, oponedle uno más fuerte de paz. Un pensamiento de odio debe ser destruido por uno más grande de amor. Los pensamientos de guerra traen consigo la destrucción de toda armonía, bienestar, tranquilidad y felicidad.
Los pensamientos de amor son los forjadores de hermandad, paz, amistad y felicidad.
¡Cuando los soldados del mundo desenvainen sus espadas para matar, que los soldados de Dios unan sus manos! Para que la barbarie de la humanidad desaparezca por la Misericordia de Dios, debéis trabajar con pureza de corazón y sinceridad de alma. ¡Y no penséis que la paz del mundo es un ideal imposible de alcanzar!
Nada es imposible para la Divina Benevolencia de Dios.
Si realmente deseáis amistad con todas las razas de la tierra, vuestro pensamiento, espiritual y positivo, se difundirá; se convertirá en el deseo de otros, fortaleciéndose cada vez más, hasta alcanzar la mente de todos los seres humanos.
¡No desesperéis! Trabajad con tesón. La sinceridad y el amor conquistarán al odio. ¡Cuántos hechos aparentemente imposibles llegarán a suceder en estos días!
Constantemente, dirigid vuestros rostros hacia la Luz del Mundo. Mostrad amor hacia todos; «el amor es el hálito del Espíritu Santo en el corazón del Ser Humano.» ¡Sed valerosos! Dios nunca abandona a aquellos de sus hijos que luchan, trabajan y oran. Haced que vuestros corazones se llenen con el intenso anhelo de que la tranquilidad y la armonía envuelvan a este mundo en guerra. Así, el éxito coronará vuestros esfuerzos y, con la hermandad universal, llegará el Reino de Dios en paz y buena voluntad.