La preocupación por los presos -- Jacques Gaillot, obispo de Partenia

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Partenia

Estoy en contacto con un preso a quien le gusta leer y que siente pasión por los aviones, le pido unos cuantos títulos de libros que pueda conseguirle. Cuesta soportar el calor cuando uno está encerrado.
Me propone tres títulos de inmediato y me apresuro a acudir a una gran librería parisina. Dos jóvenes dependientes buscan los títulos en el ordenador: uno de los libros está allí, hay que pedir otro de ellos y, para el tercero, hay que dirigirse directamente al editor. Es una pequeña editorial, especializada en aviones que no distribuye sus libros en las librerías.

Al precisar que estos libros son para un preso, noto una reacción de simpatía de su parte. « Le vamos a pedir ahora mismo el libro que falta y le llamamos en cuanto llegue. Aquí tiene el correo electrónico del editor cuyos libros no recibimos. »

Al día siguiente por la mañana, me llaman para decirme que el libro ya llegó. Me paso a buscarlo a la librería y agradezco a los dos dependientes por su rapidez. ¡Habitualmente, se necesitan ocho días para un pedido! ¡Pero no han querido hacer esperar a un preso!

En cuanto al pequeño editor, me llama por teléfono con voz jovial, tan pronto como recibe mi correo electrónico: « Le envío de inmediato el libro solicitado. Me alegra saber que un preso se interesa por los aviones. Le regalo el libro. Dígale que si quiere escribirme, me encantará. »

Recibo un paquete de libros del editor junto con un mensaje fraternal y un comentario que me hacer sonreír:

« Soy salvajemente ateo y ferozmente anticlerical. »