Traducido del Süddeutsche para Redes Cristianas
Durante una cena de Ministros de Exteriores de la OTAN en la noche del martes, el Secretario General de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, habló de la situación en Siria y sobre el conflicto con Irán acerca del estrecho de Ormuz, en una forma que uno de los participantes calificó como «batiendo tambores de guerra».
Como varias fuentes confirmaron a la Süddeutsche Zeitung, Rassmussen dijo que, en lo que respecta a la situación en Siria y la dependencia occidental en el suministro de petróleo a través del estrecho de Ormuz, que la OTAN no debe «esconder la cabeza en la arena».
Estaba claro para todos lo que quería decir: la OTAN debe prepararse para una intervención militar en Siria. Políticamente, esto sería un cambio radical del actual rumbo de la OTAN, que excluía cualquier intervención en Siria. Rassmussen fue apoyado por el ministro de Relaciones Exteriores de Turquía y Gran Bretaña, así como la estadounidense, Hillary Clinton.
Rassmussen inauguró el cambio de sentido con dos preguntas: ¿Qué debería hacer la OTAN si el ejército sirio utiliza armas químicas? ¿Y si Irán bloquease el estrecho de Ormuz? El canciller de Francia Laurent Fabius desestimó la segunda cuestión señalando que no hay que hacer preguntas «que no son cruciales». Pero el asunto con respecto a Siria desató un intenso debate y polémica, en el que el ministro de Exteriores alemán Guido Westerwelle y sus colegas de los Países Bajos, la República Checa y Polonia argumentaron contra Rassmussen.
A diferencia de los EE.UU. o Rassmussen, muchos ministros de Asuntos Exteriores europeos no confían en los informes de los servicios secretos estadounidenses que afirman que Siria puede prepararse para el uso de armas químicas. Servicios secretos europeos, entre ellos el Bundesnachrichtendienst alemán, que está bien conectado en el Medio Oriente, no tienen ninguna «percepción» en esa dirección. Esta mañana el ministro de exteriores ruso Sergej Lavrow había advertido a sus colegios de la OTAN en Bruselas no dar plena confianza a los informes sobre este tipo de armas en Siria. Rusia ha estudiado en los últimos años muchos rumores e informes que han resultado ser falsos o medias verdades.
Junto con Rassmussen todos los ministros de Relaciones Exteriores había advertido a Siria el martes sobre las consecuencias ante la «comunidad internacional» en caso de uso de armas de destrucción masiva. Pero, según dijo un ministro de un país más pequeño, eso no implicaba la OTAN, sino a las Naciones Unidas. Westerwelle rechazó duramente una pregunta acerca de una misión militar más allá de la «línea roja» que había dibujado. Tiene que haber una solución política [dijo].
Aunque no hubo votación durante la cena, al menos dos campos opuestos eran visibles: uno formado alrededor de los EE.UU., Turquía, Gran Bretaña y el Secretario General de la OTAN, con Francia inclinándose en esa dirección. El otro grupo, al que pertenece Alemania, rechazó duramente estas ideas. Una de las razones es que estimaron el riesgo tan alto que uno puede ayudar a algún grupo a gobernar en Damasco, grupo que sería llegar a ser más peligroso que el actual régimen y que luego tendría armas químicas en sus manos.
Pero también hay una razón diferente para los cancilleres alemanes y holandeses para volverse contra Rassmussen. Tienen miedo de que, en caso de existir sospechas de que la OTAN planea una intervención militar en Siria, encuentren resistencia en sus parlamentos al solicitar permiso para desplegar misiles de defensa aérea Patriot en Turquía.
Entonces esos Patriots, que incluyen dos baterías alemanas, serían parte de una ofensiva militar y ya no, como se sostuvo hasta ese momento, una herramienta únicamente para la defensa de Turquía. Si se llegará a ese punto es incierto. A pesar de la orden de la dirección militar de la OTAN para planear una misión en Siria, incluso provisional, necesita la aprobación de los 28 países miembros de la OTAN. La reunión de la cena estaba muy lejos de alcanzar tal consenso.