Tarancón ha desaparecido y lo cubre una manta de silencio hipócrita
La ofensiva clerical contra el Gobierno no decae. Hoy mismo empieza en Madrid otro ataque -con monseñores y católicos recalcitrantes de por medio-, utilizando una vez más la coartada de las víctimas del terrorismo. La conjunción Alcaraz, Rouco Varela, COPE/prensa genovesa y cúpula del PP vuelve, pues, a funcionar en un nuevo intento de reforzar como sea la campaña electoral de Mariano Rajoy, cuyo crédito por cierto se encuentra más que nunca bajo mínimos, máxime después de la caída en desgracia de Alberto Ruiz Gallardón.
La estrategia de mezclar los principios más integristas del catolicismo con el respaldo a la derecha política se ha desplazado incluso a Barcelona, donde un grupo de católicos opusinos y de otros movimientos eclesiásticos -como los del denominado Camino Neocatecumenal- han montado para el domingo próximo una especie de barcelonesa Plaza de Colón bis. El lema de la concentración es inequívoco: ?Por la vida, la familia y las libertades, ¡unidos podemos!??. ¿Por las libertades, dicen? ¡Farsantes de agua bendita!
Ni un pelo
La convocatoria no se corta ni un pelo. Los propios organizadores subrayan que se trata de ?un mitin, convocado por diversas entidades, algunas confesionales y otras no, que hablará de política??. Faltaría más. Han pasado los tiempos ?muy breves para desgracia de todos- en los que formalmente se marcaba una cierta distancia entre religión y política. La Iglesia de Juan XXIII, de Pablo VI y, en España, del cardenal Tarancón pertenece a épocas pretéritas.
Y años después
Ni siquiera la Conferencia Episcopal Española -de la que Tarancón fue presidente durante la transición a la democracia y años después- ha conmemorado el centenario de quien era acogido en los círculos franquistas y más conservadores al grito de ?¡Tarancón, al paredón!??. Lo más sórdido de esta historia es que parece que los ultramontanos hayan conseguido el objetivo. Tarancón ha desaparecido y lo cubre una manta de silencio hipócrita, mientras que sus detractores ?religiosos y políticos-, aquellos o muchos de sus sucesores, regentan la Iglesia católica, por un lado, y el PP, por el otro.
Imposición por la fuerza
El esfuerzo por retornar al nacionalcatolicismo es persistente, aunque inútil. Este tipo de doctrinas farisaicas (que son exactamente lo contrario de lo que predicaba Jesús de Nazaret y por lo que fue asesinado) sólo se imponen mediante la fuerza; jamás a través de los votos. La connivencia entre obispos y jefes peperos perjudica a unos y a otros. Se trata, al fin y al cabo, de una impostura que podrá corroborarse el 9 de marzo.