La nueva visión de la Iglesia sobre la Guerra Civil deja a Rouco anclado en el pasado
Las palabras pronunciadas por el obispo de Vitoria, Miguel Asurmendi, en su homilía del sábado pidiendo perdón por el silencio ante los asesinatos franquistas de sacerdotes han provocado en la jerarquía católica española el efecto contrario al que cabría esperar.
La misa organizada por los obispos vascos no ha sentado demasiado bien en la sede la Conferencia Episcopal que preside Antonio María Rouco Varela, y cuyo portavoz es Juan Antonio Martínez Camino. Ambos han defendido en Roma las beatificaciones sólo de católicos asesinados por el bando republicano.
La solicitud de perdón de los obispos vascos, que representa una nueva visión de la Iglesia respecto a la Guerra Civil, evidencia una lucha de poder en el seno de la jerarquía católica y toca heridas recientes, como la derrota de Rouco en 2005, a favor, precisamente, del obispo de Bilbao, Ricardo Blázquez(a la izquierda, en la foto), y deja al arzobispo de Madrid en mal lugar en su empeño de querer protagonizar y controlar todo lo que se cuece en el interior de la Iglesia. Esa escisión quedó ya en evidencia en 2008, cuando el cardenal volvió al poder con una serie de decisiones que no compartía el sector más moderado, donde se encuentra Blázquez, según recuerda Público.
El Vaticano se aleja de Rouco
Ahora, es el Vaticano al que se dirigió el obispo de Bilbao, Ricardo Blázquez, antes de convocar el acto del sábado, y del que consiguió el visto bueno sin el permiso de Rouco, el que parece avalar un cambio, motivado por el excesivo poder atesorado por el arzobispo de Madrid y las quejas recibidas en este sentido, tanto políticas como eclesiásticas.
El relevo Blázquez
Rouco cumplirá 75 años en 2011, y Roma parece estar pensando ya en su relevo. Blázquez, quien recientemente fue elegido por Benedicto XVI para liderar la investigación abierta por el Vaticano contra los Legionarios de Cristo, se presenta como uno de los posibles candidatos para el futuro de la Iglesia en España.