QUE en vísperas electorales se exhume un catálogo fotográfico publicado en 2003 nos hace dudar sobre la sinceridad de los denunciantes, a quienes no parecen mover tanto las creencias o sentimientos religiosos que en tal catálogo se ultrajan como el propósito de perjudicar electoralmente a la facción política adversa.
Como católico, empiezo a estar un poco hartito de que la facción opositora enarbole con oportunismo la Cruz cuando olfatea réditos electorales y luego la guarde en el desván de los cachivaches obsoletos cuando le conviene posar de moderno y de laico ante la galería.
Y estoy más hartito todavía de que las jerarquías eclesiásticas actúen de mamporreros y hasta de arietes en trifulcas políticas que benefician a la derecha, la misma derecha que durante ocho años de mandato permitió, por ejemplo, que en España se abortase a mansalva.
Las jerarquías eclesiásticas deberían advertir que están siendo utilizadas políticamente, recordando que la Iglesia no es de izquierdas ni de derechas, sino de Cristo. Y, si tan preocupadas están por el desvío que la sociedad española muestra hacia el ideal de vida cristiano, deberían empezar por desvincularse de los energúmenos que desde posiciones derechistas inspiran pensamientos y actitudes anticristianas.
La Iglesia española está creando un monstruo, una derecha sin Dios que acabará infligiéndole un daño irreparable, si es que no se lo ha infligido ya.
(Abc)