La ignorancia religiosa -- José María Castillo, teólogo

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En España, por lo menos, nos quejamos con toda razón del fracaso escolar y de los muchos e importantes defectos que tienen los programas educativos, que se vienen poniendo en práctica en las últimas décadas. Por otra parte, sabemos muy bien que una de las cosas más graves, que pueden ocurrir en un país, es que la educación entre en crisis. Pues bien, así las cosas, si la educación en general ha sido un importante fracaso, mucho más lo ha sido la educación «religiosa».

Nuestros obispos se han preocupado por que la clase de religión no se suprima en los planes de estudio. Es más, los prelados han batallado con empeño para que la clase de religión sea obligatoria. Es perfectamente comprensible ese empeño de los obispos. Pero, en cualquier caso, lo que no resulta comprensible es que la Iglesia consiga que la asignatura de religión se mantenga en la escuela.

Que consigan además que el Estado pague a los profesores de esa asignatura. Y lo que es más, que hayan conseguido que a los profesores de religión los pone y los quita la Iglesia, no el Estado, que es el que paga el sueldo de los profesores. Por otra parte, es sabido que los obispos se han preocupado de que los profesores de religión sean ejemplares, que su vida familiar y hasta privada sea una vida sin tacha. Todo esto, como sabe todo el mundo, es motivo de dudas y enfrentamientos entre los ciudadanos, ya que no todos están de acuerdo en que el tema de la religión se enseñe de esta manera y se gestione así.

Pero lo que, a mí por lo menos, me preocupa en todo esta complicado asunto no es nada de lo que acabo de mencionar. Lo que da mucho que pensar es que, después de tanto defender la enseñanza de la religión, la ignorancia religiosa sea tan alarmante en este país. Se puede ser creyente o ateo, indiferente o agnóstico. Lo que no se debe ser, en ningún caso, es ignorante. Y puedo asegurar que la ignorancia religiosa, al menos en España, es muy preocupante.

No sólo desde el punto de vista propiamente religioso, lo cual es comprensible. Pero es que, además de eso, yo me pregunto cómo una persona puede visitar el museo de El Prado, la catedral de Burgos, la Alhambra de Granada, y tantos otros lugares de reconocida importancia histórica y cultural, sin tener ni idea de lo que realmente se está visitando. No es posible conocer ni la historia, ni la cultura, ni la sociedad, ni la política…, si no se tiene una cultura religiosa al menos elemantal. Porque, en cualquier cultura del mundo, religión y cultura van inevitablemente fundidas. De forma que si se desconoce la una, por eso mismo se ignora la otra. Un país o un individuo ignorante en religión es un país o un individuo ignorante a secas.

Puntualizando más, lo peor de todo – desde el punto de vista del cristianismo – lo más alarmante de todo, es la ignorancia de conocimientos bíblicos que tienen la gran mayoría de los que se reconocen como cristianos. Esto es irritante. Porque no hay ninguna otra institución que tenga la ventaja que tiene la Iglesia para explicar cada domingo el Evangelio, los textos del Nuevo Testamento, la tradición de la Biblia. Miles de iglesia, muchos más miles de misas, a las que la gente acude, dispuesta a escuchar lo que le digan.

Pero, ¿como se las apaña el clero para tener una posibilidad que nadie más tiene, ni los partidos políticos, y sin embargo, el hecho es que lo que se enseña en las homilías debe ser tan pobre, tan mal enseñado, que la gran mayoría de los que asisten a misas y funciones de iglesia, ni saben lo que son los evangelios sinópticos, ni tienen una idea clara de por qué no se puede decir que Jesús existió, ni saben qué es la redención, por qué Jesús curaba a los enfermos o qué quiere decir eso… Y asi sucesivamente.

Lo repito: esto es exasperante. ¿No se ha tomado conciencia de este gravísimo problema? ¿No se toman las medidas petinentes para resolverlo? ¿Por qué? A veces, pienso o al menos sospecho que la Iglesia le tiene miedo al Evangelio. Y le tiene más miedo a que la gente se entere de lo que realmente dijo y quiso Jesús. ¿Será eso cierto?

Y hasta me da por pensar que, en no pocos ambientes eclesiásticos, se tiene más interés en que el público sepa lo que dice el papa que lo que dijo Jesús. Si esto es verdad (¡Dios no lo quiera!), entonces es que la crisis de la Iglesia es más profunda de lo que imaginamos. Porque significaría que el cristianismo se está saliendo de la Iglesia