Cada año llega el borrador de la Agencia Tributaria y siempre me hago la misma pregunta: ¿Por qué la Iglesia católica tiene su propia casilla de asignación tributaria?, o, por el contrario, ¿por qué no tienen sus casillas el resto de las religiones u asociaciones con fines sociales? Esta institución gasta cientos de miles de euros en campañas publicitarias a nivel nacional para que marques su casilla. Esto me lleva a la evidente deducción de que el negocio es más grande de lo que imaginamos. ¿Hasta cuándo daremos ese privilegio al catolicismo en un país laico.
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