ASIGNACION / El nuevo modelo debería estar listo antes de septiembre para que pueda entrar en los Presupuestos del próximo año
«Queremos soluciones definitivas y estables al tema de la asignación tributaria», afirmaron casi al alimón y en parecidos términos el obispo de Ciudad Real, Antonio Algora, responsable de la campaña promocional de la Iglesia, y Fernando Jiménez, vicesecretario de asuntos económicos del Episcopado. Y es que los obispos quieren terminar de una vez por todas con el tan traído y llevado asunto de la financiación de la Iglesia. Porque «huele demasiado a dinero», explicó el obispo manchego, según cuenta José Manuel Vidal en El Mundo.
El actual sistema de asignación tributaria de la Iglesia, por la que los contribuyentes entregan el 0,5% de sus impuestos a la institución eclesial marcando una cruz en su casilla del IRPF, comenzó en 1979 y está refrendado por los acuerdos Iglesia-Estado para un periodo previsto de «tres años». Han pasado ya 27, y las cosas siguen igual.
Gobierno e Iglesia están manteniendo «simples contactos técnicos» para encontrar la manera más adecuada de definir un sistema «estable» de una vez por todas. Se barajan varias opciones. Una de ellas podría ser la de subir el porcentaje del IRPF al 0,7%. «Pero no se descartan otras», afirmó Fernando Jiménez.
En cualquier caso, con una u otra fórmula, el asunto tiene que estar resuelto antes del mes de septiembre para que pueda entrar en los Presupuestos del Estado del próximo año. Si no se llegase a un acuerdo antes de esa fecha, se volvería a prorrogar el sistema actual, como ya se hizo este año. La Iglesia repite, una y otra vez, que la asignación tributaria no es «un privilegio», sino «un medio para asegurar el ejercicio formal del derecho a la libertad religiosa», como dijo monseñor Algora, que añadió: «¿O es que la mayoritaria Iglesia católica va a ser menos importante que las minorías religiosas?».
De ahí que la Iglesia solicite que el nuevo sistema «proporcione por sí solo unos recursos de cuantía similar a los que se obtienen ahora». Eso sí, sin que se tengan que completar esos recursos con complementos presupuestarios, que proceden directamente de las arcas del Estado. «La Iglesia no quiere estar financiada por los Presupuestos del Estado», señaló, tajante, el vicesecretario de asuntos económicos del Episcopado.
Por ahora, los obispos no quieren oír hablar de autofinanciación.«Primero, que se ponga en marcha el nuevo sistema y, después, ya veremos», señaló monseñor Algora, que precisó que pocas instituciones españolas se autofinancian, al tiempo que calificó la autofinanciación eclesial de «desiderátum utópico».
Y para presionar al Gobierno en la puesta en marcha del nuevo sistema de financiación eclesial, los obispos piden «a los ciudadanos, tanto católicos como no católicos, que marquen la equis en la casilla de la Iglesia». Hasta ahora lo hace uno de cada tres contribuyentes. Pero la Iglesia necesita más. «Cuantos más pongan la cruz, menos complementos y favores especiales necesitaremos», explicó Algora.