El cuidado de los capellanes cuando hay juicio y condena
Me sorprendió ser el único eclesiástico en la sala, en tamaño momento histórico Tuve la impresión de que colisionaban dos teologías y dos formas de pensar al hombre. Una, la de Marta Vedia, reconocida católica militante de los derechos humanos platense, y el doctor Marcelo Ponce Nuñez, activo colaborador del hogar del Padre Cajade, y la del fiscal doctor Dulau Dumm, ex alumno del Colegio San José, admirador del testimonio del padre Capitaneo, distante de algunas posturas del cristianismo oficial.
Para todos ellos, es probable que Dios siguiera crucificado en tantas víctimas de la doctrina de la seguridad nacional del terrorismo de estado, renuente, incluso, en las democracias posteriores, que con la obediencia debida y el punto final, parecían obligar al hombre desmemoriado, a tejer un manto de olvido. Para este cristianismo, no hay reconciliación sin justicia y sin el reconocimiento de los crímenes de lesa humanidad. El otro cristianismo, representado por Von Wernich y algunos cristianos nacionalistas argentinos, que no se acercaron a declarar, ni a defender a su compañero, y para quienes la sociedad está mal mientras no se eliminen a los progresistas y comunistas de otrora, porque aquellos son resentidos y no tienen paz. Ellos procuran ser receptivos a los pecados de los otros, y atienden a los pecadores que no suelen ser, ni policías, ni capellanes mediante el poder de sus sacramentos, especialmente la confesión, a la que nunca falto ningún sacerdote en la historia de la iglesia .
Está claro que dicha teología, en este debate, convenció menos y, quien en la época de monseñor Plaza, podía haber sido un cura no acartonado ni burócrata por su particular estilo de fe, en esta nueva cultura, gracias a Dios, suena a predicador impresentable, fundamentalista, que para sanarnos de lo que ellos llamaban cáncer, se aliaban con la peor «medicina» del momento (la doctrina de la seguridad nacional). Igualmente, creo que para el primer estilo de cristianismo, algunas cosas suenan sesgadas, como hacer una ponderación de las capellanías por los casos de conductas delictivas. La crítica de sectores progresistas en relación a las capellanías, por ser trasnochadas, es trasnochada sobre todo, en un mundo donde los barrios son hoteles, y la parroquia, que respondió a la cristiandad, poco congrega, y las iglesias son omnipresentes sobretodo en las cárceles con pastores y clérigos a m gusto siempre mas distantes del discurso hegemónico.
Es cierto que todavía hace falta un contralor que evite que los capellanes se mimeticen con los espíritus corporacionistas. A Von Wernich, lo convenció más Camps que el Che Guevara, si no, es probable que hubiera sido, por su personalidad, otro Camilo Torres. Es probable que en el Mayo Francés, Cristian se hubiera ubicado del lado de los poderosos, y el costo de esta posición hoy, lo hace un perdedor. Ojalá no pierda el tiempo victimizándose, y pueda sanar su amor de toda contaminación terrorista. Al resto de los cristianos progresistas, que aliviaron el dolor de tantos años con una sentencia justa por la que pregonaron, ojalá les quede la convicción, de que el terrorismo de estado tuvo una espiritualidad concomitante en cristianos del estilo de este capellán, y que cualquier estado se vuelve terrorista, cuando el otro deja de ser sagrado. Cristian dejó la sala recordando que antes había un crucifijo más chico, y el de ahora es más grande. Ojalá, en su condena, encuentre otra iglesia: un capellán que lo ayude a ver que poco vale venerar a muñecos ensangrentados, si lo que se tortura en su área de trabajo es el Hombre, el Dios de todos que quiere vivir y que puede seguir siendo asesinado por la casta sacerdotal.